Elizabeth Siddall, musa, pintora y escritora británica del siglo XIX es reencarnada y devuelta a la vida en la Sala Lola Membrives del Teatro Lara con la magnífica representación de la actriz María Giménez de Cala, que desde que aparece en escena con una prenda ajustada de color carne que representa la desnudez en todos los sentidos de Elizabeth Siddall y la sensibilidad con la que la revive en cuerpo y alma, nos hace meternos en la piel de Elizabeth -también conocida como Lizzie-, y poder sentir y entender como se podía sentir esta gran mujer adelantada a su tiempo y que intentaba encontrar su lugar en un mundo que no estaba preparado para que las mujeres destacaran artísticamente sin ir precedidas por un hombre.
María Giménez nos hace conectar con Siddall desde sus más internos pensamientos y sufrimientos, muy enferma desde que posó como Ophelia en una bañera de agua gélida para John Everett Millais (1852), intentando asimilar un aborto, y adicta al láudano que le daba la vida y se la quitaba al mismo tiempo mientras esperaba encerrada en su piso de Londres la vuelta de Dante Gabriel Rossetti, uno de sus admiradores obsesivos más fervientes y único que consiguió conquistar su corazón, convirtiéndose en su amante y marido. Un hombre que la quiso para él solo y una vez que la tuvo, fue su tormento amoroso y su desamor.
La obra nos presenta la realidad de esta gran mujer que combatía con una Elizabeth que sentía no era ella, la musa, la mujer silenciada, no problemática que solo era reconocida por su belleza inusual, y la que ella sentía verdadera, una Elizabeth llena de inquietudes artísticas que buscaba encontrarse y ser reconocida por ello en el mundo.
La verdad es que llegué al teatro sin conocer casi a Elizabeth Siddall, y salí queriendo saber mucho más de ella. Esta obra dirigida por Paco Montes e interpretada por la actriz María Giménez dejándose el alma en el escenario, hace que María y Elizabeth lleguen a ser una misma persona y que sea un homenaje a una gran mujer de la historia que merece ser reconocida y seguir ‘viva’ en nuestros tiempos.
