Entre tantas historias del fin del mundo que consumimos hoy en día, pocas hay tan esperanzadoras o ricamente imaginadas fuera de los márgenes colectivos como Los precursores. En un limbo enclaustrado en un bosque, se encuentran dos niños y una niña que crecen sosteniendo una misión: “Tenéis que contar todas las historias. Tenéis que contarlo todo”. Y eso hacen… hasta que la cosa se les complica.
Rodrigo Arahuetes, Gabriel Piñero y Sara Sierra se lo pasan pipa dando voz y explosión de imaginación a esas pequeñas narraciones. Sus trabajos se disfrutan por la inmediatez con la que se puede conectar y porque nos regalan interpretaciones para enmarcar en el recuerdo.
Luis Sorolla ha creado y dirige un recoveco en el que habitar durante algo más de dos horas y escuchar los cuentos que se encuentran con la realidad. Cogiendo elementos comunes de nuestra infancia y mucha, pero mucha inteligencia en la dramaturgia, construye un juego divertido a la vez que conmovedor y lleno de caminos por los que extraviarse sin miedos.
Dentro de la trama, se nota la buena mano de Paola de Diego en el espacio escénico y el vestuario. Además, el sonido y los audiovisuales de Daniel Jumillas hacen que el escenario se convierta en un refugio acogedor, al igual que la iluminación de Gabriel Piñero, que nos permite imaginar que no se ve final en este no-lugar.
Con el paso de los años, estos precursores se irán dando cuenta de que tienen que ser iniciadores de algo diferente a lo que les dejaron en herencia, pero ¿de qué? Lo que cada espectadora y espectador imagine y comparta será bienvenido.
