Pedro Ruiz ha vuelto a pisar las tablas del teatro y lo ha hecho en los Teatros del Canal, y lo ha hecho con la energía y el dominio escénico que le caracterizan. Desde el primer momento, su presencia llena el escenario, apoyado en una escenografía austera que cede todo el foco a sus historias. Su propuesta es un viaje que arranca aplausos con historias del pasado hasta llega a la actualidad, contando anécdota personales con sutileza y acidez.
En el escenario, Pedro Ruiz no solo narra con humor dichos momentos de su vida con personajes de actualidad de antes y de ahora, sino que salta con mucho éxito a la imitación y a la canción improvisada, contando con la confidencia de los asistentes que ahí estábamos. La interacción es constante. Ruiz hace intervenir al público, creando una atmósfera de complicidad y cercanía que pocos artistas consiguen con tanta naturalidad. Detrás de cada carcajada, se percibe una crítica mordaz a la actualidad (de la cual yo personalmente no tenía mucha idea hasta ese momento).
Quienes vayan buscando el humor fácil, quizás no sea exactamente lo que busquen, sin embargo, quienes aprecien la inteligencia, la incorrección y la acidez humorística, saldrán con la sensación de haber asistido a un acto teatral vibrante.