Postales para un niño es una pieza para todos los públicos que debería ser de obligado visionado para muchos. A lo largo de nuestra vida vamos coleccionando miedos como si de cromos se tratara que no nos permiten avanzar: el silencio, la soledad, la locura, el miedo a ser juzgado, a los cambios…
Abandonados a la suerte de una ruleta de la fortuna la función te hace viajar al interior de todos estos lugares comunes que, en algún momento nos han bloqueado y paralizado, de la mano de un niño de nueve años que irá sorteando todos y cada uno de esos obstáculos. En ese viaje hay momentos en los que me vienen a la memoria pasajes de Alicia en el país de las maravillas e incluso, aunque suene pretencioso, ecos de La Zaranda.
Es imposible no empatizar o no removerse en la butaca a lo largo de los 60′ de la obra, que te facilita herramientas para aprender a convivir con esta emoción tan negativa hasta conseguir despojarte de ella.
Como dato, es una propuesta interesante porque la mayoría de actores de la pieza son personas acogidas en la Fundación Jesús Abandonado de Murcia, que se dedica a ayudar a personas sin techo en riesgo de exclusión social. Lo que hacen en el escenario es un ejercicio de valentía absoluta. No sé yo hasta qué punto sería capaz de compartir con una sala llena de desconocidos mis miedos más íntimos.
Id a verles porque no solo os enfrentaréis con vuestras inseguridades sino que también con el dinero recaudado de las funciones estaréis ayudando a estas personas a pagarse su alquiler, comer, y por qué no, ayudándoles a tener una vida digna.