Francesc Cuéllar: «No se puede hacer la revolución en tus ratos libres»

José Antonio Alba

Actor, dramaturgo y director, Francesc Cuéllar se postula como una de las revelaciones del panorama teatral más reciente gracias a su participación en propuestas como Los bancos regalan sandwicheras y chorizos de José y sus hermanas o My Low Cost Revolution, obra escrita y dirigida por él, además de convertirse en un rostro my popular entre los telespectadores que cada tarde pueden verle en la serie Mercado Central. Ahora regresa a Madrid con un proyecto personal, junto a su compañero Alejandro Curiel, que lleva por título Livalone y con el que participará en la V Edición del Essencia – Festival de la Teatralidad organizado por la Sala Cuarta Pared con la que presentan una especie de conferencia escénica que habla de los caminos para llegar a la autosuficiencia antes de los treinta.

FRANCESC CUÉLLAR.- Soy un culo inquieto. Siempre tengo la necesidad de hacer muchas cosas. Evidentemente, me he formado como actor en el Institut del Teatre y hace años que vivo de la profesión, por lo tanto, si hay algo que puedo decir de verdad, es que soy actor. Pero siempre he tenido la necesidad de explicar cosas y llevo escribiendo desde muy pequeño. Aun así, no ha sido hasta hace poco que me he atrevido a llevar mis ideas a escena. Tengo ganas de probar y de no quedarme nada dentro. Supongo que, en este sentido, me definiría también como un creador precoz o emergente.

TEATRE MADRID.- ¿Cuándo supiste que te querías dedicar a esta profesión?

FC.- Creo que es una cosa que me fui encontrando. Cuando tenía seis meses, hice mi primer anuncio de televisión. De pequeño, hice muchos. Así que, a través de muchas experiencias en platós y rodajes, empecé a ver que aquello me gustaba. Con 15 o 16 años, tomé la decisión: quería ser actor. Me hicieron una prueba para la serie de TV3 Kubala, Moreno i Manchón y me cogieron. También hacía teatro amateur. Más tarde, después de estudiar tres años de comunicación audiovisual, decidí presentarme al Institut del Teatre y, afortunadamente, entré. Era lo que realmente me hacía feliz.

TM.- ¿My Low Cost Revolution es la primera obra que has escrito y dirigido?

En mi pueblo, Sant Sadurní d’Anoia, tenía un grupo de teatro e hicimos cuatro o cinco obras escritas y dirigidas por mí. Pero es cierto que My Low Cost Revolution es la primera pieza que he presentado en un circuito comercial en Barcelona y que he concebido desde una perspectiva suficientemente consciente como creador: sabiendo lo que quiero que pase en el escenario y lo que quiero aportar yo al teatro.

TM.- ¿Qué te movió para escogerla como tu primer proyecto personal?

FC.- Era un momento en el que, a nivel social y político, estaban pasando muchas cosas y yo me cuestionaba a mí mismo cómo era mi implicación con todo aquello. Sentía que había una contradicción: yo era muy crítico e intentaba que el mundo fuera algo mejor pero nunca acababa de accionar nada. Me veía limitado porque tenía que dar mucho mí para poder ser, de verdad, radical y revolucionario pero no estaba dispuesto a entregarme totalmente. Esta fue la premisa que se los di a las actrices para empezar a crear. A partir de esto, ellas proponían cosas y yo les iba escribiendo textos. Fue un proceso muy bonito.

TM.- ¿Crees que las revoluciones todavía existen?

FC.- Encuentro que, desde hace un par de años, toda mi generación está mucho más politizada pero, en el mismo tiempo, tengo la sensación que no pasa nada. El día siguiente del 1 de octubre, con todo el que nos hicieron, todo seguía igual. Más tarde, salíamos y llenábamos Vía Laietana con llumetes… y parecía que algo estaba pasando pero, otro golpe, el día siguiente, nada cambiaba. Ahora tenemos una conciencia mucho más crítica pero no accionamos nada hasta las últimas consecuencias. Esto es el que intentaba explicar, formalmente, en la obra y es el reflejo de aquello que veo que pasa a la sociedad.

TM.- ¿Cuál es, pues, tu concepto de revolución?

FC.- No lo tengo muy claro. Es una de las dudas que planteo en la pieza. Lo único que tengo claro es que es una cosa a la que tienes que entregar toda tu vida. No se puede hacer la revolución en tus ratos libres.

TM.- ¿Existe el tapón generacional, según tu experiencia?

FC.- Yo ahora mismo no lo noto porque tampoco me muevo por un circuito donde lo pueda notar. Los proyectos que quiero sacar adelante los estoy pudiendo sacar adelante. Lo que sí que noto es, como decía Carla Rovira en una entrevista reciente, el problema de la precariedad. Cuando llamo a ciertas puertas, me ignoran y, en cambio, otras me las abren pero son precarias. Si no existiera la precariedad y nos pudiéramos concentrar sólo en trabajar como artistas con dignidad y estabilidad económica, podríamos hacer nuestras piezas en unas mejores condiciones, se nos abrirían más puertas y daría igual el tapón generacional.

TM.- ¿Qué ha supuesto para ti formar parte de Los bancos regalan sandwicheras y chorizos?

FC.- He notado un antes y un después, profesionalmente. El hecho de estar nominados a una serie de premios hace que, como actor, tengas mucha visibilidad. Además, me ha dado la oportunidad de poder actuar en un montón de lugares en los que yo había deseado mucho estar. Estuvimos de gira casi cada fin de semana y esto, prácticamente, nos permitió vivir de las actuaciones. También he conocido a muchas personas que, a partir de formar parte de este montaje, se han interesado por nosotros. Me siento muy agradecido.

TM.- Como actor, creador y artista inquieto, ¿cuál es, según tu punto de vista, la función del teatro?

FC.- Es una pregunta que estoy intentando responder casi desde que empecé. He pasado por épocas donde el teatro me ha servido para una cosa y, otras veces, para otra. Lo que puedo decir que he descubierto es que puede tener muchas y diferentes funciones. A algunos los servirá para hacerse famosos, a otros para ganar dinero, para una función social o para salvarse a ellos mismos. Creo que cada opción es muy respetable y que, simplemente, se trata de encontrar cuál es tu función dentro de todo esto. El teatro, en mi caso, es mi manera de expresarme, de salvarme un poco, de intentar encontrar nuevas lecturas a aquello que nos rodea y nuevas maneras de mirar el mundo. Esto no quiere decir, necesariamente, cambiarlo ni tener que hacer propuestas para que cambie. Se trata sólo de cuestionártelo, plantear interrogantes, contemplar otras posibilidades, abrir nuevas perspectivas o proponer lecturas diferentes a cosas que tenemos muy vistas. Esto es lo que intentamos hacer con José y sus hermanas y lo que yo intento hacer también con mis espectáculos: romper prejuicios, explorar los límites y decir que las cosas pueden ser de otra manera.

Iván F. Mula / @ivanfmula

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