Los que crecimos en los años 80 recordamos un programa que se llamaba Historias para no dormir de Ibáñez Serrador. En torno a la mesa del salón nos reuníamos para ver ese aparato que era bastante novedoso al que llamamos televisión. En esa época —contamos los que ya hacemos de abuela cebolleta— las historias iban más allá de lo audiovisual y los encuentros en torno a la mesa eran más constantes: con la familia, con los amigos incluso vecinos. La gente contaba anécdotas y todos miraban atentos al trovador improvisado porque no existía el móvil, ese gran distractor. Aprovechando que el teatro intenta ser un gran inhibidor de frecuencias, Albert Boronat ha creado Una casa en la montaña para acoger a unas 20 personas en torno a una mesa para contarle tres historias.
Javier Beltrán y Sergi Torrecilla son los actores que interpretan las historias de Boronat en ‘Una casa en la montaña’
Albert Boronat, reconocido coautor junto a Andrés Lima de piezas fundamentales como Shock 2 y Prostitución, vuelve a sorprender con una propuesta teatral íntima. Una casa en la montaña, llega al Teatro del Barrio tras su paso por el Festival Grec de Barcelona y el Festival de Otoño de Madrid.
Esta apuesta por ofrecer un teatro diverso y enriquecedor, aparte de dar voz a esa amalgama de nuevos dramaturgos que cada año se licencian y que se ven invadidos por la programación de repertorio, es posiblemente lo que haya ayudado a que Teatro del Barrio se convierta en el Premio Nacional de Teatro de este año. Luis Bermejo lo define así: «Es un teatro revolucionario como la ciencia atómica y liderado por auténticas heroínas». En esta obra, esas heroínas nos invitan a redescubrir el teatro en un formato innovador que borra las fronteras tradicionales entre escenario y público a través de su sala de los Balcones.
Javier Beltrán, Sergi Torrecilla y el propio Albert Boronat —quien además de escribir la obra actúa como narrador— sumergirán a los espectadores en las historias que fluyen a su alrededor.
La propuesta de Boronat desafía las expectativas del público o al menos lo hizo con las mías. Cada decisión tomada en el relato es una puerta a nuevas posibilidades, a universos paralelos donde la ciencia ficción, el drama y el humor se entrelazan de forma sinuosa. Se recomienda encarecidamente que estés atento y no vayas de resaca.
Ya tuve el placer de ver a Torrecilla en su magnífica encarnación de Benaiges en El mar pero fue toda una sorpresa descubrir a Javier Beltrán. Dos intérpretes que encarnan varios personajes desgranando diferentes personalidades y modulan una gradación emocional que resulta fascinante. Solo por disfrutar del buen hacer de estos artistas merece la pena acercarse.
También es aconsejable pero no imprescindible que busques quien fue Wittgenstein, aquí te dejo un enlace para que puedas profundizar más sobre esta figura que seguro te ayudará en la navegación de esta experiencia. A menos que lo tengas controlado evita nombrarlo en vano a riesgo de confundirlo con Birkenstock.
Sin embargo, más allá de las referencias filosóficas y literarias, la esencia de Una casa en la montaña reside en la idea de comunidad. La obra nos recuerda que el teatro puede surgir de cualquier espacio y cómo la realidad es moldeable cuando varias personas se reúnen.
