EN EL TEATRO DE LA ABADÍA

Javier Gutiérrez: «En el teatro echo en falta un mayor compromiso político»

Doce años después de su estreno, Javier Gutiérrez y Luis Bermejo vuelven a ponerse ‘El traje’ en un duelo interpretativo sobre la voracidad del sistema

Bea López

Javier Gutiérrez y Luis Bermejo son dos grandes nombres de la escena actual, actores veteranos de la célebre compañía Animalario, que vuelven a ponerse El traje y lo hacen después de haber formado parte como protagonistas de la primera adaptación teatral de una obra cumbre de la literatura en lengua hispana, Los santos inocentes, de Miguel Delibes, Premio Talía a Mejor Espectáculo de Teatro 2023.

El traje es una comedia negra escrita y dirigida por Juan Cavestany sobre cómo la avaricia del sistema nos corrompe política y humanamente. Luis Bermejo y Javier Gutiérrez retoman, doce años después, este texto trepidante y asfixiante en el que ambos mantienen un pulso intelectual, visceral e interpretativo sobre el escenario. El espectáculo podrá verse en la Sala San Juan de la Cruz del Teatro de La Abadía hasta el 7 de julio.

Hemos hablado con sus dos protagonistas sobre la experiencia de regresar a un espectáculo, la vigencia del texto más de una década después y la situación de la cultura y el teatro actuales desde la mirada de dos intérpretes consolidados de nuestra escena contemporánea.

Regresan con El traje inmediatamente después de vivir una experiencia teatral sin precedentes con Los santos inocentes, un montaje muy especial que recorrió durante algo más de un año toda la geografía nacional, empezando en el Teatro Calderón de Valladolid y terminando en las Naves del Español en junio del año pasado.

Un espectáculo que se llevó el merecidísimo aplauso de la crítica y del público. Premio Talía y Premio Teatro de Rojas a Mejor Espectáculo de Teatro; Premio Teatro de Rojas a Mejor Actor para Javier Gutiérrez y Premio Talía a Mejor Actor de Reparto para Luis Bermejo. Quiero aprovechar esta ocasión para felicitaros. ¡Enhorabuena por un viaje escénico magnífico!

Luis Bermejo: Muchísimas gracias.

Javier Gutiérrez: Pues ahí en ese viaje escénico que fue una maravilla, porque, además, poner en pie una novela cumbre en la literatura española como Los santos inocentes era una tarea difícil, titánica. Pero al final salió bien, y tuvimos el favor de la crítica y el aplauso del público. Encantados. Y ahí se tejió este traje. Luis y yo que nos conocemos desde hace muchos años.

L.B.: Somos veteranos (sonríe).

J.G.: Sí, somos veteranos experimentados. Queríamos volver a trabajar juntos y estábamos buscando un texto. Y en ese buscar apareció una persona que es Antonio Ripoll, el programador de Avilés, y nos dijo: «¿Por qué no retomáis ese texto de El traje que creo que no está suficientemente explotado?» Y nosotros también opinábamos lo mismo. Y se puso en marcha de una forma casi sin querer, y aquí estamos después de casi 70 bolos, todavía nos queda gira y con cinco semanas por delante ahora en el Teatro de La Abadía. Estamos muy felices.

Al tener la oportunidad de regresar al espectáculo, ¿qué habéis redescubierto de vuestro personaje al volver a él?

L. B.: Creo que el pasado siempre está lleno de memoria, señales y pistas; algunas las puedes verbalizar y otras están ahí como latentes, como escondidas, pero brillantes. Los dos nos hemos puesto a jugar con el mismo espacio, la misma atmósfera, pero tocando la partitura de otra manera, sobre todo, porque somos cuerpos diferentes. Hemos redescubierto ese texto, he redescubierto un compañero nuevo. Hemos reciclado también, es una época muy buena para hablar de reciclaje. Un espectáculo tan interesante a nivel actoral, es muy importante reciclarlo y hacerlo sostenible. Creo que cumple muchos valores de reciclaje y he descubierto muchas piezas que andaban por ahí latentes.

J.G.: Es cierto que es frustrante para los que ponemos en pie un proyecto que, de repente, te la juegues a dos semanas en Madrid, en una ciudad en la que gusta tanto el teatro y hay tanto público. Tienes dos semanas de exhibición para que llegue al mayor número posible de público. Volver con este espectáculo que se había quedado mucha gente sin verlo ha sido todo un acierto para nosotros; una alegría.

Por otro lado, sí que siento que el espectáculo parece que está escrito ayer. Tiene doce años y parece que, no es que hayan cambiado poco las cosas, es que hemos vivido otras muchas que estaban ya presentes en el espectáculo y que no les habíamos dado el valor que les podemos dar a día de hoy.

L.B.: Va a ser muy interesante para esos espectadores que pudieron verlo hace doce años en el Teatro Galileo y que puedan volverlo a ver. Porque va a apelar a su memoria, a lo que recuerdan. Eso en el teatro es maravilloso. Se puede grabar y se puede conservar, pero no será igual. El teatro apela a la memoria desde un lugar más nuevo, más primigenio, muy diferente.

Imagen de 'El traje' de Juan Cavestany

Luis Bermejo y Javier Gutiérrez protagonizan ‘El traje’, una comedia negra escrita y dirigida por Juan Cavestany sobre la voracidad del sistema.

Desde la distancia que nos otorga el tiempo y habiendo pasado doce años, ¿cómo seguís apreciando vosotros la vigencia del texto y cómo ha potenciado Juan Cavestany la actualización?

J.G.: La vigencia del texto es que en su día le encargamos a Juan Cavestany algo que tuviera que ver con la corrupción política, con determinados personajes del panorama político de aquel entonces. Y ha mutado en un espectáculo que tiene que ver con eso y no tiene que ver. Los tiempos han cambiado, hemos pasado un confinamiento, una pandemia; como sociedad nos interesan otras cosas. En el año 2012 cuando le encargamos el texto a Juan,  la corrupción estaba dentro de las tres primeras preocupaciones de la sociedad española, y ahora creo que no ocupa ni los diez primeros puestos. Por tanto, como sociedad hemos cambiado y el espectáculo, por ende, ofrece también otra mirada que no tenía en el 2012.

Luis Bermejo: «Vivimos en la dictadura de la visibilidad, todos pendientes del móvil, intentando estar y pensando que se vive ahí»

L.B.: Creo que conecta muchísimo más ahora por algo que sucede con esta era tan individualista, tan deshumanizante y deshumanizada. Entonces creo que es como un espectáculo confesional de dos personajes ahí en escena encerrados en un lugar extraño, inquietante, y que tiene que ver con esto que nos está pasando ahora. Vivimos en la dictadura de la visibilidad, todos pendientes del móvil, intentando estar y pensando que se vive ahí. «Ahí es donde tengo que vivir. Pero, ahí, ¿dónde?» Hay algo ahí que apela, una forma inconsciente que resuena al espectador. Y la prueba es que en los sitios donde hemos estado la gente lo ha recibido con algarabía y con muchísima gratitud y mucho descacharre.

No olvidemos que en este espectáculo su gran vehículo es el humor. De pronto, se producen situaciones muy descacharrantes y no es que nosotros como actores las busquemos. Nos las hemos ido encontrando, no cabe duda, pero no es que las hayamos ido buscando.

J.G.: Además, desde el oficio sabemos dónde se puede apretar en la comedia y dónde se puede apretar en el drama. Yo interpreto a un empresario que podría ser cualquier autónomo que dice en un momento, casi al final del espectáculo: «Lo único que quiero es sobrevivir. Sobrevivir honestamente pero no puedo, la vida, lo que me rodea me obliga a casi bordear la ley para seguir sobreviviendo».

A raíz de esa frase que dice tu personaje, Javier, ¿creéis que esa frase sintetiza o refleja, de algún modo, el gran sentir general de nuestra sociedad?

J.G.: En estos días que está llegando el verano ves que hay ofertas de trabajo en lugares como Mallorca o Ibiza y miras lo que se ofrece en los contratos de trabajo, a la par que la gente que va a trabajar no encuentra donde vivir allí. Todo está gentrificado y cada vez más nos están expulsando de los centros de las ciudades en aras de un turismo que va a dejar dinero. Es algo muy perverso y que tiene que ver con el espectáculo, y cada persona se va a poder sentir interpelada a través de sus personajes.

L.B.: Es una época tan oscura. Todo lo que está sucediendo en las grandes ciudades. Se está expulsando un tejido de barrio que hace sostenible, hablando de reciclaje y sostenibilidad, ese centro de la ciudad en aras de un consumismo que va a dejar réditos a empresas que ni siquiera tributan aquí; son empresas que tributan en paraísos fiscales. Hace poco me he enterado, que no sé si es verdad, que sacas un billete por Booking, esto me lo dijo un tipo de un hotel, y el 18% se lo queda Booking. Es un nuevo paradigma en el que todos nos estamos viendo ahí muy constreñidos.

Javier Gutiérrez: «Estos dos personajes son dos náufragos a la deriva que en un momento dado lo único que necesitan es abrazarse y que alguien los escuche, como al común de los mortales»

J.G.: Sí, el espectáculo va de eso y no va de eso al mismo tiempo. Sí, hay ese tono asfixiante de «qué cojones nos está pasando que entre todos estamos intentando construir una sociedad mejor», pero estamos imposibilitados porque hay algo que nos lo impide. Estos dos personajes son dos náufragos a la deriva que en un momento dado lo único que necesitan es abrazarse y que alguien los escuche, como al común de los mortales. Lo que pasa es que ahora dependemos no de que el otro nos escuche, sino de una pastillita para flotar durante el día y olvidarnos de los problemas que nos asolan.

L.B.: La verdad que realmente es esta una época terrible, y, por eso, creo que este traje le ha venido tan bien a tanta gente que lo ha visto en estas setenta plazas que ya llevamos. Supongo que es terapéutico.

Vosotros no solo sois dos grandes compañeros de profesión, también os une una grandísima amistad a lo largo de los años. En todo este recorrido compartido, ¿qué ha aprendido Javier de Luis y Luis de Javier?

L.B.: Muchísimas cosas. Javier es una persona muy generosa, por supuesto, como actor es grandísimo, sus ojos vibran en escena, son rutilantes; y fuera es un gran amigo, un gran compañero y todo lo que sucede afuera también, de alguna manera, se traslada al escenario. Javier es de estas personas que te enseñan algo sin darse cuenta. Es un lujo, un regalo.

J.G.: Creo que somos un poco el yin y el yang. Él es un gran orador, muy buen relatador. Y los dos tenemos, a pesar de que somos dos seres melancólicos, que no dramáticos, un gran sentido del humor que es lo que nos salva. Compartir escena con Luis es una de las cosas más excepcionales que le pueden pasar a uno en este oficio. Es un grandísimo actor. Un cómico de primerísimo nivel. Va a ser un disfrute para todos los espectadores, lo conozcan o no, que vayan a disfrutar del espectáculo.

Imagen de 'El traje' de Juan Cavestany

El espectáculo regresa doce años después de su estreno con dos actores consagrados y potenciando su vigencia.

 Al volver al espectáculo después de estos doce años que han pasado y con todos los proyectos que habéis ido viviendo, ¿cómo valoráis el cambio que ha tenido el mundo de la cultura, en general, y el de la escena, en particular, a lo largo de esta última década?

J.G.: Echo en falta más compromiso y hablo del cine y del teatro, la televisión es un negocio aparte. Se están haciendo proyectos en base a un rendimiento económico y a exprimir la formula. Falta mayor compromiso, mayor originalidad, y me pasa en el cine y en el teatro. En el teatro echo en falta un mayor compromiso político. Pienso en la época de Animalario, e igual tengo idealizado ese momento, y me parecía que había un compromiso que recibía el espectador y que se necesitaba encima de un escenario. Y es algo que a día de hoy ya no pasa tanto.

Luis Bermejo: «Sí se necesita más compromiso político. Los gobernantes tienen que ver que la gente acude a los teatros para entretenerse, conmoverse, y tienen que atender esa necesidad»

L.B.: El teatro está, para mí, en un buen momento y es un buen momento para aprovecharse de él. Echo en falta compañías de teatro, pero quizás también es una labor que tengo que hacer yo de investigar sobre otros lugares y espacios que seguro que están gestando elencos. Pero, sí, a lo mejor, somos nostálgicos de un pasado y lo idealizamos, sí se necesita más compromiso político. Los gobernantes tienen que ver que la gente acude a los teatros para entretenerse, conmoverse, y tienen que atender esa necesidad. Dotar económicamente, aparte de sentarse con colectivos que están emergiendo. He estado hablando con Nuria, la sastra del Teatro de La Abadía, y hablábamos de que hace algunos años La Abadía era también un centro de producción. Ahora también produce o coproduce, pero se ha convertido en un centro de exhibición. Creo que eso se ha perdido y era un valor.

J.G.:  Destacaría eso y sobre todo fomentar el teatro del público más joven. Es una necesidad urgente. Echo en falta que haya políticas que incentiven el acceso del público más joven y que sea algo que tenga que ver con la educación y los planes educativos. No sé cómo se puede hacer esto, pero sí que desde el escenario dices: «qué va a pasar dentro de 15-20 años con el teatro y con el público joven».

L.B.: Como actores, estamos viendo cómo han irrumpido las plataformas y han generado puestos de trabajo en el aspecto técnico y artístico, pero creo que también ha movido un poco el piso. En las escuelas, me encuentro con actores que su objetivo es formar parte de algún equipo artístico de alguna serie. No era nuestro objetivo inicial y con esto, por supuesto, no lo estoy criticando.

J.G.: Teníamos una idea y una visión más romántica del oficio.

L.B.: Quizás había que recuperar eso o que en las escuelas se ponga en valor eso. Hemos sobrevivido muchas veces. Javier, tú has estado hasta con cinco espectáculos a la vez. Y no estoy defendiendo que haya que estar con tantos espectáculos al mismo tiempo.

Javier Gutiérrez: «Parece que el teatro es más cansado, y yo creo que el teatro es esencia, es pureza»

J.G.: Pasa en Francia, en Reino Unido, en Estados Unidos, los actores mas experimentados con mayor nombre siguen haciendo teatro, a pesar de la edad. En España cuesta mucho ver a gente mayor que haga teatro. No sé por qué. Igual nosotros tenemos parte de la responsabilidad. Parece que el teatro es más cansado, y yo creo que el teatro es esencia, es pureza. A mí me invita a acercarme más al oficio de una forma más artesanal y donde uno es dueño del proceso creativo, como dice Luis: soberano de tu trabajo. Y eso es algo que también no sé si estamos perdiendo, pero hay que recordarlo constantemente y volver a ello.

Estoy de acuerdo en la necesidad de la renovación de públicos. He ejercido como docente muchos años y creo que una de las medidas fundamentales pasa por tirar de verdad el muro entre el teatro y la educación, es decir, que el teatro forme parte del currículo educativo de la enseñanza reglada obligatoria.

J.G.: Y tiene que ser algo educacional y no meter de primeras como primer espectáculo una versión de La vida es sueño. Tiene que ser un espectáculo que vaya dirigido a ellos, ideado para ellos porque de otra forma no tiene sentido.

L.B.: Antes había muchas acciones educativas que se han perdido y que eran muy interesantes. Cuando salíamos de gira, visitábamos algún instituto o después de la función había una charla con los espectadores. La figura de la persona encargada de la gestión de audiencias, que no sé si sigue existiendo, que se encargaba no solo de captar público, sino de que esos públicos tengan un contacto con el artista más allá del espectáculo.

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Escrito por
Bea López TWITTER

Periodista y filóloga hispánica que ha hecho de su pasión por la cultura y las artes escénicas su forma de vida. Creadora de contenidos editoriales de TeatroMadrid y redactora de la Revista TM.

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