Jesús Rubio Gamo: «’Acciones sencillas’, más que ninguna de mis piezas anteriores, consigue plasmar en la escena la diversidad de lo que puede propulsar a un cuerpo hacia el baile»

Bea López

Jesús Rubio Gamo es un bailarín y coreógrafo independiente con una carrera artística ascendente, que cuenta con más de una decena de creaciones en su producción. En 2018 estrenó Gran Bolero, un espectáculo que se alzó con el Premio Max al Mejor Espectáculo de Danza en 2020. Ese mismo año, Jesús recibió el Premio Ojo Crítico de Radio Nacional de España en la modalidad de danza.

Tras el gran éxito y reconocimientos obtenidos, el coreógrafo presenta ahora Acciones sencillas, una pieza en la que se centra solamente en el cuerpo, para investigar sobre temas complejos y profundos que prescinden de la palabra y de cualquier tipo de medios y recursos.

Y para conocer más al creador y bailarín madrileño, hablamos con él, y nos cuenta detalles de su trayectoria, el impacto de la pandemia en la danza y el estreno de este nuevo espectáculo, que es una coproducción del Centro de Cultura Contemporánea Conde Duque de Madrid, el Festival Grec de Barcelona y el Festival Romaeuropa, que se exhibirá del 3 al 6 de junio en el Teatro Conde Duque.

Fotografía: Claudia Córdova Zignago

Teatro Madrid: Con una carrera profesional dedicada a la danza, presentas una formación muy disciplinar. Has estudiado ballet clásico, danza contemporánea, teatro y literatura. Pero también, has recibido estudios de filología, eres licenciado en Interpretación Gestual en la RESAD y has estudiado un máster de coreografía en The Place, legendario centro londinense de danza. A lo largo de tu vida has tenido distintas aspiraciones, que comenzaron con el deseo de ser patinador artístico y han desembocado en una brillante carrera como creador, coreógrafo y bailarín dedicado plenamente a la danza. ¿Cómo consideras que influye tu versatilidad no solo en tu creación, sino en tu propia concepción de un espectáculo de danza?

Jesús Rubio Gamo: Todas esas disciplinas que he practicado o estudiado han venido del mismo lugar inicial: de un deseo de buscar respuestas a preguntas básicas. Respuestas a través del placer físico, del desplazamiento del cuerpo en el espacio, del encuentro de la emoción a través de algunas de las formas en las que nombramos cosas o unimos ideas… Mi búsqueda ha estado siempre enfocada a sacar partido de los lenguajes que me fueron inmediatos: el del movimiento y el de las palabras. Para mí, el movimiento del cuerpo está íntimamente ligado al del pensamiento, uno se materializa en el otro, ambos se propulsan mutuamente, se alimentan y se desafían. El lugar donde verter esas relaciones es la escena a través de la obstinación de la presencia.

TM: Formado en literatura y teatro, también hay un espacio importante para la escritura en tu vida y en tu producción artística. Hablando tanto de la danza como de la escritura señalas que «Escribir (o bailar) se convierte en una oportunidad de desvelar un secreto, de hacer visible el misterio que nos une». ¿Cómo crees que influye tu pasión y destreza narrativa a la hora de concebir y crear la dramaturgia de una pieza de danza?

JRG: Bailar y escribir están íntimamente relacionados para mí. Son acciones que tienen que ver con la entrega al flujo, con la asociación de ideas, de estados, de emociones. Son como corrientes que te toman y te desvelan algo de lo que intuiste que eres. Los lenguajes ya están construidos y ocurren a través de ti, te usan, se vierten en el papel o en el espacio, encarnados o abstraídos, cuestionando nuestro límite individual y, al mismo tiempo, nos generan una gran sensación de identidad, nos calman por un momento porque nos dicen algo de quiénes somos y dónde estamos.

TM: Durante dos años consecutivos, fuiste seleccionado por la Red de Danza Aerowaves como uno de los veinte coreógrafos jóvenes más destacados del panorama europeo actual. Como bailarín y coreógrafo, a lo largo de tu carrera has tenido oportunidad tanto de formarte como de crear y actuar fuera de España. ¿Cómo valoras hoy esta experiencia?

JRG: La experiencia en la Plataforma Aerowaves fue clave para mí. A través de ella pude mostrar mi trabajo en un entorno al que no había tenido acceso hasta entonces, y esto hizo que varios teatros de fuera de España se interesaran por mis coreografías. Yo me sentía muy solo en Madrid, tenía muchas ganas de crecer, de hacer piezas más grandes, de compartirlas con el público. Pero fue muy difícil durante una época. Quizá yo tampoco estaba preparado en ese momento. Siento que mi proceso de búsqueda es lento. Me ha costado mucho estar en el lugar en el que me siento hoy, yendo al estudio a trabajar en cosas que me resultan radicalmente necesarias. Se tarda, y es algo normal, en encontrar cómo convertir preguntas vitales básicas en propuestas artísticas.

TM: En 2018 estrenaste Gran Bolero en los Teatros del Canal, tu primera coreografía de gran formato definida como una oda al movimiento y al cuerpo con una docena de bailarines, seis madrileños y seis catalanes. Durante los últimos dos años, el espectáculo ha fascinado desde su estreno en toda la geografía nacional con una extensa gira y ha llegado también a ciudades europeas como Ámsterdam o Roma. En 2020, el espectáculo obtiene el Premio MAX al Mejor Espectáculo de Danza y Radio Nacional de España te otorga el Premio Ojo Crítico en la modalidad de danza ¿Qué ha supuesto este gran reconocimiento para tu carrera profesional?

JRG: Me ha dado confianza y me ha hecho convencerme de que tiene sentido pasar horas en la sala de ensayo estudiando dinámicas de movimiento, niveles de energía, evoluciones de los estados físicos, uniendo pasos, acciones… A veces es un trabajo muy duro el de la escritura coreográfica. Pero también es muy satisfactorio cuando te das cuenta de que esa escritura tiene la capacidad de albergar algo que puede mover a la gente.

TM: La crisis sanitaria que estamos viviendo ha golpeado fuertemente al sector cultural y, sin lugar a dudas, la danza ha sido una de las disciplinas que ha sufrido con más dureza las consecuencias por su característica intrínseca de movimiento y contacto físico. ¿Cómo has vivido como creador y bailarín esta situación y cómo ha sido el proceso de volver a crear, ensayar y trabajar?

JRG: Me ha venido bien porque me hizo incidir en algunas preguntas que considero fundamentales. ¿Cómo bailar ahora, con las limitaciones de cada uno de los ahora a los que nos enfrentamos? ¿Dónde hacerlo? ¿Para quién? ¿Con qué objetivo? ¿Para celebrar qué o para quejarse de qué o para lamentar qué? Creo que hay que tener cosas que celebrar o que lamentar o que echar de menos o que odiar para poder bailar.

TM: En julio de 2020 regresó ‘Gran Bolero’ al escenario de los Teatros del Canal de Madrid para una única función, ¿Cómo fue la experiencia de poder volver a subirse al escenario y hacerlo en concreto con este espectáculo?

JRG: Fue bastante difícil porque era un momento muy incierto en el que los teatros estaban esperando que las compañías se hicieran cargo de toda la responsabilidad, de todos los imprevistos que pudieran surgir. Por lo demás, fue precioso reencontrarse con el público con Gran Bolero que es justo una danza sobre la resistencia, sobre el poder del cuerpo y la mente para seguir adelante aún cuando parezca que ya no merece la pena.

TM: Después del rotundo éxito de Gran Bolero, regresas con un nuevo espectáculo Acciones sencillas, que se estrena ahora en junio de 2021, pero comenzaste a gestarlo desde hace tiempo atrás. ¿Cómo y cuándo surgió la idea de este nuevo proyecto artístico?

JRG: Tengo la sensación de que, en este nuevo proyecto, he conseguido materializar varias intuiciones que he venido teniendo en los últimos años. Es un trabajo de síntesis en el que he logrado poner en la escena algunas perspectivas sobre el cuerpo que son importantes para mí a la hora de concebir la danza. Hay un equilibrio bonito entre la composición grupal y la individualidad de los bailarines, y creo que el material coreográfico se ha llenado de matices que hablan por sí mismos, sin necesidad de explicarlos en la escena. Es un trabajo que siento como una regresión, como una búsqueda hacia detrás, como un intento de relacionarse con algo del origen. En este sentido, siento que Acciones sencillas es la pieza que llevo queriendo hacer durante los último diez años, y ahora me satisface mucho que finalmente se vaya a desplegar aquí, ante mis ojos y los del público.

TM: Con ‘Acciones sencillas’ quieres ir aún más allá del planteamiento que exploraste con ‘Gran Bolero’ de centrarte solamente en el cuerpo y hablar a partir y a través de él de todo lo esencial. Una exaltación de la complejidad desde la simpleza. Con esta premisa, ¿cuál es la idea de fuerza de partida del espectáculo?

JRG: Para mí, la fuerza de esta pieza es que confirma toda la complejidad a la que podemos llegar usando solo el cuerpo. Propone un viaje a una danza que se produce en la energía, en las emanaciones, en lo que se exhala, en lo que escapa del cuerpo a través del cuerpo.

TM: En este espectáculo al cuerpo de bailarines los acompaña la música en directo con cantantes y una revisión de distintas canciones populares. ¿Cómo has abordado la fusión de la danza con la música y la decisión de que la parte musical fuera en vivo?

JRG: La música en directo es una de las manifestaciones más evidentes que encuentro de cómo hay algo que emana desde el cuerpo, que se desprende, y que adquiere una vida más allá, se produce, se deja salir y se comparte. En la danza, por supuesto, también ocurre pero a veces es menos evidente. En esta pieza, las tres cantantes que nos acompañan (Blanca Paloma, Paz de Manuel y Desiré Paredes) evidencian esta alquimia. Junto al compositor José Pablo Polo he ido tejiendo un paisaje hecho de palmas, jaleos y revisiones de canciones populares. De nuevo, se trata de mirar atrás y apropiarse de códigos, de ritmos, para ponerlos al servicio de lo que podamos sentir que somos ahora.

TM: Aunque este nuevo espectáculo llega después del gran impacto y reconocimiento a tu trabajo con tu anterior montaje, tu producción cuenta ya con más de diez creaciones. ¿Qué significado tiene en tu trayectoria este montaje, Acciones sencillas?

JRG: En esta pieza he conseguido cristalizar varios de los intentos que habían estado presentes en mis trabajos anteriores. Estoy especialmente contento con esta forma en la que las acciones con las que he compuesto la coreografía dejan espacio a los bailarines para que vayan vertiendo diferentes intenciones, una diversidad de razones por las que entregarse a la danza que van aflorando con la repetición de los materiales de movimiento. Acciones sencillas, más que ninguna otra pieza anterior, consigue plasmar en la escena la diversidad de lo que puede propulsar a un cuerpo hacia el baile. Estoy absolutamente enamorado de la manera en la que los cinco bailarines que me acompañan (Clara Pampyn, Natalia Fernandes, Olaia Valle, Raúl Pulido y Diego Pazó) van descubriendo nuevas formas de desplegarse en cada uno de los ensayos que tenemos.

TM: El espectáculo se estrena en Madrid y en julio viaja a Barcelona al Festival Grec. Estas dos citas son el punto de partida del viaje de Acciones sencillas. ¿Habrá oportunidad de poder ver el espectáculo en gira?

JRG: Estamos muy contentos de poder tener este punto de partida. Después de esto iremos viendo. La pieza también es coproducción del Festival Romaeuropa en Italia y en otoño de 2022 podrá verse allí. Ojalá pueda tener larga vida y vayamos a muchos otros lugares.

Escrito por

Periodista y filóloga hispánica que ha hecho de su pasión por la cultura y las artes escénicas su forma de vida. Creadora de contenidos editoriales de TeatroMadrid y redactora de la Revista TM.

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