DEL 16 DE FEBRERO AL 20 DE ABRIL

Juan Carlos Pérez de la Fuente: «Carlos Arniches fue una revelación para el teatro que abrió el camino hacia el esperpento»

El director artístico del Fernán Gómez recupera ‘La señorita de Trevélez’, la obra cumbre de Carlos Arniches

Bea López
La señorita de Trevélez

Daniel Albaladejo, Silvia de Pé y Daniel Diges encabezan el reparto de ‘La señorita de Trevélez’.

La señorita de Trevélez vuelve a los escenarios después de varias décadas fuera de la cartelera en un espectáculo dirigido por Juan Carlos Pérez de la Fuente, con una adaptación de Ignacio García May que revitaliza el texto original de Carlos Arniches.

Un reparto de trece actores, formado por María Adamuz, Daniel Albaladejo, Críspulo Cabezas, Silvia de Pé, Juan de Vera, Daniel Diges, Óscar Hernández, José Ramón Iglesias, Edgar López, Noelia Mariló, Juanma Navas, Julia Piera y Natán Segado, protagoniza, en el Teatro Fernán Gómez. Centro Cultural de la Villa, esta crítica mordaz a las injusticias sociales que propone una honda reflexión sobre la dignidad humana.

Carlos Arniches: mucho más que el maestro del sainete

El dramaturgo alicantino Carlos Arniches (1888-1943) contó con una extensa producción que recorre todo un periodo fecundo y brillante del teatro español de la primera mitad del siglo XX. Escribió más de 200 obras, cultivó todos los géneros del teatro cómico y popular de la época y sentó las bases del género chico, en concreto del sainete.

Participó del fenómeno de la superproducción introduciendo elementos críticos dentro del considerado teatro comercial y también mantuvo una relación asidua con el mundo del cine escribiendo guiones. Existen más de sesenta películas inspiradas en sus textos y creó algunas piezas teatrales con notables influencias del lenguaje cinematográfico de Charles Chaplin.

Fue considerado en su tiempo un autor popular de éxito que siempre tuvo un gran instinto para conocer los gustos del público y adaptar sus obras a lo que el vulgo demandaba.

Sin embargo, Arniches ha sufrido a lo largo de los años, especialmente por parte del mundo académico, una serie de prejuicios dirigidos contra los autores cómicos, populares y de éxito que provenía de una asociación de lo vulgar con el género chico y el costumbrismo. También prejuicios ideológicos por un presunto conservadurismo ideológico y estético. «Nos hemos propuesto presentar una mirada absolutamente rigurosa, pero muy novedosa. Con Arniches siempre nos ha pasado que nos parece algo castizo, algo de tipismo, siempre un poco con un olor antiguo. Ha llegado la hora de renovar esta mirada hacia Arniches», declara el director Juan Carlos Pérez de la Fuente.

«Lo que más significo en el teatro de Arniches es la riqueza de nuestro lenguaje»

Daniel Albaladejo

Sus obras se caracterizan por recrear el provincianismo de la época, que permite conocer la mentalidad y modos de vivir de esos tipos de ciudad en un determinado momento histórico. En este sentido, a él corresponde la creación de un lenguaje teatral madrileñista que fue aceptado como madrileño y real por los espectadores y que ha trascendido culturalmente como un rasgo de identidad del casticismo madrileñista. «A mí hay una cosa que me parece fascinante: es un autor que pone la oreja en la calle. Según cuentan sus biógrafos, él paseaba habitualmente por arrabales y daba vueltas por ese Madrid castizo tan peculiar y tan de ese momento, donde había personajes de baja estofa, pero también personajes absolutamente de alta alcurnia. Lo que más significo en su teatro es la riqueza de nuestro lenguaje», afirma el actor Daniel Albaladejo que interpreta a don Gonzalo de Trevélez.

Conocedor de las tendencias más avanzadas del teatro y la literatura, Carlos Arniches no se limitó a cultivar los géneros menores, supo identificar la necesidad de cambio cuando empezó a acusarse en el público un cansancio hacia el sainete, y entonces contribuyó a la renovación escénica con la creación de un género propio que sería la antesala del esperpento creado por Valle Inclán: la tragedia grotesca. «Carlos Arniches fue una revelación para el teatro que abrió el camino hacia el esperpento. No se puede entender a Valle Inclán sin pasar antes por este cruce de caminos que es este nuevo género. Y no nos olvidemos de que Carlos Arniches ya era el maestro del sainete y de la zarzuela», explica Pérez de la Fuente.

Carlos Arniches y la creación de un nuevo género: la tragedia grotesca

La primera tragedia grotesca considerada como tal por Carlos Arniches fue ¡Que viene mi marido!, obra estrenada en 1918. Pero la crítica posterior señalaría el estreno en 1916 de La señorita de Trevélez como el origen y nacimiento de este nuevo género teatral.

La tragedia grotesca supone una regeneración en el teatro español y en la producción de Carlos Arniches quien da el salto al considerado teatro mayor con la creación de un nuevo género que está en consonancia con tendencias europeas. Para entender el concepto de la tragedia grotesca, también llamada tragicomedia grotesca o farsa grotesca, hay que situar sus antecedentes en el teatro grotesco italiano de autores como Antonelli, Chiarelli, Martín y Risso de San Secondo.

Lo grotesco llega a Europa tras un proceso de desrealización provocado por movimientos estéticos como el simbolismo, el modernismo y el expresionismo, a las que se unen nuevas formas de pensamiento como las doctrinas de los filósofos Freud y Bergson. Lo cómico y lo serio se funden para originar lo grotesco, que expresa el conflicto entre la situación social grave, la apariencia física, la situación económica encubierta, la actitud disimulada, frente a la verdadera realidad interior del personaje, su ridícula figura; en definitiva, su triste realidad. Lo primero es la máscara, la risa, lo segundo es la cara, el llanto; el contraste simultáneo de ambos es lo grotesco.

Por otro lado, resulta importante señalar que parte del teatro arnichesco bucea dentro de la comedia de bulevar y del vodevil francés. Autores como Labiche, Scribe y Feydeau, que escriben durante la primera mitad del siglo XIX, se enfrentan al apogeo romántico, introduciendo en sus obras a personajes como la ingenua, el viejo diplomático, el joven brillante, todo ellos dentro de un ambiente burgués. «Él está cogiendo una figura muy especial en estos personajes que son a veces, nunca mejor dicho, la figura del figurón que ya se cultivaba en el Siglo de Oro. Él se los va llevando hacia el costumbrismo, pero es un costumbrismo que tiene una psicología del personaje», explica Albaladejo.

La señorita de Trevélez: una apuesta por la renovación escénica

La señorita de Trevélez fue estrenada en el Teatro Lara de Madrid la noche del 14 de diciembre de 1916 con el objetivo de garantizar una respuesta masiva del público durante las fechas navideñas. El éxito del estreno se prolongó hasta finales de marzo de 1917, con reposiciones en octubre y noviembre del mismo año, así como en mayo y diciembre de 1918.

«Sin repertorio, los españoles podemos andar como vacas sin cencerro con respecto a nuestro teatro, que es nuestra identidad»

Juan Carlos Pérez de la Fuente

La obra también conocida como la farsa cómica de Villanea ha trascendido más allá de su tiempo hasta convertirse en un clásico de la tragedia grotesca y del teatro del siglo XX. «Dentro de esta obligación que me he impuesto a mí mismo de recuperar el teatro que se nos ha ido quedando por las esquinas, ya sabes, el repertorio, pensé que esta obra se había quedado un poco en el olvido. Nos pasa mucho, España y el olvido, España y la memoria, pues a veces no se llevan demasiado bien», declara Pérez de la Fuente.

En el cine, Edgar Neville, que manifestó en repetidas ocasiones su admiración por el alicantino, salvó del olvido esta tragedia al estrenar en 1935 una adaptación cinematográfica de la obra. «La palabra olvido tenemos que hacerla desaparecer de este metafórico diccionario de nuestra vida en el teatro, sobre todo, en el teatro público», afirma Pérez de la Fuente. Varias décadas después, en 1984, fue adaptada a la televisión por Radio Televisión Española bajo la dirección de Gabriel Ibáñez.

«Especialmente desde los teatros públicos tenemos que dejar muy claro y decir quiénes fueron los autores que nos han precedido, los que han dejado huella, los que son, no los que han sido. ¿Por qué existe el teatro público? Porque no podemos pedirles a los privados que hagan este repertorio. A los públicos sí. El repertorio no es ni de derechas ni de izquierdas. Sin repertorio, los españoles podemos andar como vacas sin cencerro con respecto a nuestro teatro, que es nuestra identidad», confiesa Pérez de la Fuente.

La señorita de Trevélez

La obra es una crítica mordaz a las injusticias sociales con una honda reflexión sobre la dignidad humana.

Este título supuso una renovación, ya que seguía buscando entretener al espectador al mismo tiempo que posibilitaba una lectura más profunda que las obras del género chico. Esto lo consigue gracias a la introducción del elemento dramático que va a permitir una convivencia entre lo cómico y lo trágico, dado que aborda un tema dramático de la vida cotidiana. «Esta obra nos habla del mundo de los distintos, de aquellos que son motivo de burla o de risa. Y de eso la sociedad española, la de antes y la de ahora, sabe mucho. Aquí somos capaces, por divertirnos, de destruirlo todo. Incluso la vida de un ser humano», expone Pérez de la Fuente.

Arniches supo trasladar al juego escénico el humor como salvavidas para satirizar las preocupaciones más serias y dolientes. Para Pérez de la Fuente el por qué es claro: «Jardiel Poncela dijo una frase que la he tenido como santo y seña: “El humor nace del dolor”. Esa risa cruel española, negra como el hollín, esa materia grasa y negra que se forma por el humo, eso que Goya supo reflejar también en sus famosas pinturas negras, empieza aquí en esta obra absolutamente cruelísima, y cuidado, divertidísima. Y ahí es donde comienza la gran paradoja».

«Este espectáculo es lo más complejo que he hecho en mi vida»

Juan Carlos Pérez de la Fuente

El texto pone en evidencia el fracaso de la farsa que es trágica cuando se traslada a la realidad, puesto que la farsa por la farsa solo conduce a la tragedia. «El latido de la obra es trágico y cómico a la vez. Y, de verdad, este espectáculo es lo más complejo que he hecho en mi vida», confiesa Pérez de la Fuente.

En La señorita de Trevélez Arniches hace una defensa de los personajes desfavorecidos que se ven oprimidos, puesto que el propósito de la obra es revitalizar la sensibilidad moral y combatir la perniciosa ociosidad. El propio Arniches dijo sobre su creación lo siguiente: «He procurado combatir ese afán tan agudizado actualmente en España de hacer gracia aun a costa de los sentimientos más íntimos y respetados».

La señorita de Trevélez: una sátira contra el acoso

La historia transcurre en una capital provinciana llamada Villanea, donde un grupo de jóvenes forman el Guasa Club, en el que se dedican a gastar bromas y a divertirse a costa de hacer daño a los demás. Una de esas bromas consiste en burlarse de la señorita Flora de Trevélez, vecina de edad madura, haciéndole creer que Numeriano Galán está enamorado de ella.

«Quiero destacar lo actual que es el texto por las situaciones que ocurren. Esta cosa de que se llame el Guasa Club, donde un grupo de jóvenes arramblan con una broma porque es un sentimiento patrio; es patriótico hacer bromas, así lo dice el personaje de Tito Guiloya. Es muy curioso como también hoy interpela al espectador a que reflexione sobre estas circunstancias», explica Daniel Albaladejo.

En nuestra era digital dominada por las redes sociales la vigencia de la obra sigue enfrentándonos en el espejo a nuestras miserias humanas. «Fíjate cómo dialoga la obra con el presente que ya nuestros antepasados, y no remotos, sino contemporáneos, tuvieron el mismo problema. Porque la base de este problema se llama España. España en su ociosidad. Por eso siempre defenderé que un teatro público tiene que dialogar con el presente. Yo soy de los que quiere que el teatro siempre se escriba en presente», afirma Pérez de la Fuente.

El acoso, la crítica y la humillación en todas sus manifestaciones, y muy concretamente a través del anonimato con la sensación de impunidad que se puede llegar a sentir y el distanciamiento que nos ofrecen las redes sociales, son a día de hoy de los mayores y más graves problemas humanos que afrontamos como sociedad a cualquier edad. «La obra trata del bullying, ya que un grupo de chavales decide pues que ahora te toca a ti y te voy a amargar la vida», declara Albadalejo. A lo que añade Juan Carlos Pérez de la Fuente que en esta obra «estamos hablando de cosas muy serias, estamos hablando de la broma cruel, de la libertad, dónde empieza y dónde acaba tu libertad. El anonimato es lo más cruel de todo. Yo me escondo y hago la gran trastada. Yo estoy ahí agazapado, detrás de la tecnología, yo no digo quién soy, pero eso sí, meto unos rejonazos».

Actualmente cada vez más personas, y especialmente personajes públicos, se plantean el dilema de mantener abiertos sus perfiles de redes sociales para evitar linchamientos. «Las redes son espacios de libertad de expresión, pero hay que ser valiente para ser uno mismo. Y ser uno mismo es ser uno mismo en la vida y ser uno mismo en la red social. No tienes que ocultarte. Si te ocultas es porque vas a hacer algo malo, eso es así. Vas a insultar, vas a generar odio, vas a engañar a la gente. Cuando uno va con la verdad por delante y es como es, no tiene que engañar a nadie. En el caso de la obra, los hermanos de Trevélez son como son. Y lo único que pretenden es ser felices, pero hay alguien que no les deja», denuncia Albaladejo.

Un final optimista meramente teatral: la tragedia de los hermanos de Trevélez

Los recursos cómicos que Arniches supo manejar a lo largo de su trayectoria quedan presentes en esta obra, pero a medida que va avanzando el humor va dejando paso a la crítica que permanecía escondida. El autor apela al sentido común para denunciar la crueldad de la broma sufrida por Flora de Trevélez y la ociosidad de unos jóvenes que no se preocupan más que de divertirse.

«Qué desgracia porque muchas veces esto pasa en la vida, de hecho, sigue pasando. Cuando un grupo de gente decide machacar a alguien simplemente por ser diferente»

Silvia de Pé

Florita experimentará un viaje emocional marcado por la frustración y el dolor, ya que de forma gratuita le crearán unas falsas esperanzas respecto a una vida a la que ella desde hacía tiempo había aceptado renunciar. «Como actriz es un viaje muy complicado, pero muy interesante porque paso por todos los estados emocionales que alguien puede pasar. Desde la ilusión del amor que casi da ganas de llorar de la felicidad que tienes hasta esa decepción, la desesperación y, bueno, pues el roce de la locura y la soledad. Es una experiencia muy enriquecedora como actriz y también personalmente», confiesa la actriz Silvia de Pé.

Al tiempo que se desarrolla el día a día en esta pequeña ciudad, se descubren los entresijos de una sociedad cada vez más superficial y frívola. El punto de vista de Florita, plagado de ensoñaciones y fantasías, contrasta cual Quijote con el del resto de los habitantes. Florita es una mujer de esa época que lee, que es culta, que toca el piano, que le gusta la moda y el arte; ella es diferente. «He tenido que quitarme, despojarme de todas esas capas que utilizamos en la vida para no ser ridículos. He intentado trabajar desde esa pureza que yo le veo a Flora de Trevélez. He intentado trabajar con muchísima honestidad y absolutamente entregada», comenta de Pé.

En el conflicto que plantea la obra hay siempre una implícita defensa de los personajes débiles que se ven a menudo oprimidos por la insensibilidad de los demás. Florita de Trevélez sufrirá las consecuencias de un código de valores machista donde la burla hacia una mujer se muestra aún más descarnada. «Qué desgracia porque muchas veces esto pasa en la vida, de hecho, sigue pasando. Cuando un grupo de gente decide machacar a alguien simplemente por ser diferente», afirma de Pé.

La caricatura que presenta Arniches nunca deshumaniza a los personajes como sí sucederá en el esperpento. En la tragedia grotesca la acción encarna una seriedad y una hondura internas complementando el humor de la cara superficial.

«Esta es una función donde los personajes se van quitando las máscaras»

Daniel Albaladejo

De este modo, la sonrisa del espectador siempre acaba helándose; el drama subyace bajo el aspecto cómico o humorístico. «Ignacio García May en su versión muestra mucha compasión por el personaje de Florita y por su hermano Gonzalo también, porque los dos sufren mucho», explica de Pé.

Si bien la acción es generalmente desarrollada desde un punto de vista optimista, sello del teatro arnichesco, lo significativo de la tragedia grotesca es que esa solución feliz se revela como meramente teatral. El desenlace fija una salida inmediata, resuelve el conflicto teatral, pero nunca el humano. La tragedia de los hermanos continúa terminada la obra. «Quedémonos en el ridículo, no demos paso a la tragedia», dirá Gonzalo de Trevélez descubierta la burla. «¿En dónde quedan los dos hermanos?¿Qué va a decir el pueblo? ¿Qué van a pensar de ellos dos? Han hecho la confesión, la burla los ha llevado a una confesión moral casi, tanto a Flora como a él. Y se han quitado las máscaras. Esta es una función donde los personajes se van quitando las máscaras», expone Albaladejo.

La señorita de Trevélez

En la tragedia grotesca el desenlace resuelve el conflicto teatral, pero nunca el humano.

El personaje de Gonzalo se ve atravesado por todos los conflictos dramáticos y es por ello que está considerado como el héroe trágico de la obra. «Es un tipo absolutamente desprendido que sacrifica toda su vida por la felicidad de su hermana», explica Albaladejo. Tanto es así que Gonzalo se define a sí mismo como el padre, el hermano, el preceptor y el amigo de su hermana. Es alguien que mezcla lo paternal y lo maternal. «A mí lo que me parece fascinante es que es un personaje muy moderno para el momento en que está escrito. En él se puede ver una ambivalencia de género», afirma Albaladejo.

Su viaje psicológico será verdaderamente estremecedor con un punto de inflexión provocado por el momento de descubrimiento de la burla. «Es un personaje que, para mí, como actor, es un regalo. Lo tiene absolutamente todo: pasa de ser el tipo más agresivo en un momento dado a ser la persona más tierna del mundo. Y baja a los infiernos cuando descubre lo que han hecho a su hermana. De repente se hunde el mundo bajo sus pies cuando se da cuenta de todo lo que ha ocurrido», confiesa Albaladejo.

Daniel Albaladejo desde el principio tuvo claros cuáles eran los desafíos interpretativos de dar vida a este personaje: «Sobre todo que el personaje fuera de carne y hueso. Es un personaje que se emociona y que no tiene filtros emocionales. En esta obra los personajes son como son; están construidos desde la respiración. Entonces el aliento es lo que te genera esas sensaciones al interpretarlo».

Una actualización con un giro dramático que mira al siglo XXI

«Estamos en el siglo XXI, esta obra se estrenó hace 110 años. El teatro es un arte contaminado de la vida, eso es fundamental. Las gentes del teatro tenemos que tener hacia nuestro teatro una mirada siempre absolutamente nueva». Con estas palabras Juan Carlos Pérez de la Fuente se reafirma en su deseo de actualizar el texto sin renunciar al rigor y esencia del original.

En una resolución consensuada con el dramaturgo Ignacio García May han decidido modificar para su versión el tercer acto de la obra. «En el último acto, no aparece Florita la protagonista, quizá Arniches tomó esa decisión por miedo. Pero ahora va a aparecer, sutilmente. Su presencia va a sorprender por inesperada y además hace más patética todavía la situación, más dura y más cercana a la tragedia».

En el texto original, Flora de Trevélez no se entera de que todo ha sido una burla, será su hermano Gonzalo quien lo descubra y encare la afrenta por los dos. A este respecto declara Silvia de Pé que «de la obra de Arniches lo que me dejó un poco fría fue el final. El hecho de que no se resolviera cómo quedaba ella al final. Entonces la versión de García May me parece que es maravillosa en ese sentido, porque creo que le da valor al cerrar la historia y mostrarnos cómo queda esta mujer después de un acto tan cruel como el que ella sufre. Nos permite ver un poco las consecuencias de cuando alguien hace este tipo de actos. Considero que esta versión engrandece el original».

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Escrito por

Periodista y filóloga hispánica que ha hecho de su pasión por la cultura y las artes escénicas su forma de vida. Creadora de contenidos editoriales de TeatroMadrid y redactora de la Revista TM.

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