En TeatroMadrid vemos muchas creaciones que se muestran en las diversas y abundantes salas de la capital, pero no siempre es frecuente encontrarse con textos y montajes que sorprendan por su originalidad y contemporaneidad. Teatro Cinco y Eslinga Producciones, compañía y productora de larga trayectoria, cumplen con todas esas condiciones con sus montajes y estrenan nuevo espectáculo en Nave 73: Whitehorse, Canadá.
Entrevistamos al autor y director de la obra, Juan Jiménez Estepa, conocido también por Los años elásticos, Los hombres tristes, La medida exacta del universo o Cuando sea mayor, textos que reflexionan sobre aquellos conflictos que atraviesan las personas que en la actualidad rondan entre los cuarenta y los cincuenta años. En su última creación, el escritor se ha introducido en ese deseo repentino e, incluso, fugaz de cambiar radicalmente nuestra vida.
¿Cómo surgió en ti la idea de escribir sobre el deseo de cambiar radicalmente de vida?
Es difícil saberlo, pero creo que es algo que ha pasado por la mente de todos en algún momento de nuestra vida. Cambiar de vida, intentar empezar de cero en otro lugar… Es algo que se asocia a los veinte años o a la juventud pero a mí me interesaba mostrarlo en una persona ya de cuarenta años, alguien que ya ha tenido su vida y sus decepciones.
Justo iba a preguntártelo, ¿consideras entonces que ese deseo es universal?
Pues mira, no lo tenía claro cuando la escribí, pero cuando cuento el argumento de la obra o alguien la ha leído, me confiesa que muchas veces ha tenido las ganas de decir que lo deja todo y que va a empezar de nuevo; por lo que puede que sea más universal de lo que parece. También creo que es algo que no solemos comentar con la gente cercana, no solemos verbalizarlo. No es fácil decirle a tus seres queridos que quieres alejarte.
«No solemos comentarle este deseo a la gente más cercana»
En mi caso, cuando lo he sentido, ha sido una emoción muy fugaz; nunca he llegado a llevarlo a cabo y me planteo si realmente existe ese deseo real de concretarlo.
Yo creo que, muchas veces, lo que hace difícil que se concrete es el apego que tienes a las personas que quieres o que te quieren. Luego también está el miedo: a una vida nueva, a empezar de cero, a construirte de nuevo.
Y, después de crear esta obra, ¿habéis averiguado de dónde puede salir esa emoción repentina de dejarlo todo?
Sí, yo creo que sí. Está muy ligada con la insatisfacción, la frustración, el no querer conformarse con lo que tienes en tu vida actual.
¿Qué puntos en común consideras que tienen los montajes que has realizado hasta la fecha?
El punto principal en común, por lo menos con La medida exacta del universo, Cuando sea mayor y ahora Whitehorse, Canadá, es la edad de los protagonistas ya que rondan siempre los 40 y están viviendo una crisis, un deseo de cambio en sus vidas o de querer recuperar algo del pasado.
¿Qué conflictos está atravesando la generación que a día de hoy está cumpliendo cuarenta años? ¿Son diferentes a los que vivieron sus padres y abuelos?
En mi obra Los hombres tristes, por ejemplo, el conflicto principal es cómo hacer para cuidar a tus padres cuando son mayores. Antes no se producía ese conflicto porque normalmente la persona mayor se quedaba en la unidad familiar y en la vivienda. También, ahora están más presentes los conflictos relacionados con la vocación y el trabajo. A día de hoy nos planteamos el trabajo como una realización personal cuando, quizá, antes era un medio para ganar dinero más que para realizarte personalmente. Hay excepciones, por ejemplo, pero si pienso en mis abuelos y en mis padres, no tenían esos planteamientos ni esas dudas.
Creo además que en esta generación hay más soledad. Personajes que se sienten más solos y esto provoca conflictos diferentes.
¿Qué descubrimientos te ha aportado el proceso creativo de la escritura de este texto?
Ha sido un proceso largo e interesante porque al principio tenía ganas de hacer una obra muy luminosa y optimista y, aunque algo de eso ha quedado, me di cuenta que dejarlo todo y, sobre todo, dejar los apegos sentimentales que tienes, es más difícil de lo que pensaba. La comedia se iba tiñendo de elementos dramáticos y conflictos que no me esperaba encontrar. Ha sido enriquecedora y la obra que más ha cambiado del planteamiento al resultado final.
En la mayoría de las puestas de escena de tus obras usas mucho la imaginación del espectador. ¿También es este el planteamiento en la dirección de Whitehorse, Canadá?
Sí, también. Quería que se mostrara en el escenario el lugar hacia donde quiere partir el personaje de una manera simbólica. A partir de allí, se crean los distintos espacios jugando con la imaginación del público. Me gusta que los espacios tengan ese toque simbólico y que sea lo más importante del montaje para el personaje.
«La escritura es muy solitaria y el teatro enriquece aquello que quiero contar».
¿Por qué el teatro para contar tus historias?
Creo que porque es un espacio de cocreación como no hay otro como escritor. Aunque haya escrito relatos y poesía, nunca es algo que me haya atraído tanto como el teatro. En este último creas, pruebas, colaboras con otras personas que te ayudan a dar perspectiva respecto a lo que quieres contar. Se forma un espacio de trabajo vital muy bonito y muy hermoso. La escritura es muy solitaria y el teatro enriquece aquello que quiero contar.
No es la primera vez que vais a estar en Nave 73 con una de vuestras producciones. ¿Qué supone para vosotros esta sala?
Es una sala donde nos sentimos como en casa, es como un hogar. Cuanto más cómodo y querido te encuentras en un espacio, los resultados también son mejores. En Nave 73 siempre hemos sido muy bien acogidos, todos los que llevan la sala son personas muy cariñosas y receptivas y es un gran placer estar allí. Y también un privilegio, pues no es fácil conseguir salas donde mostrar las producciones.
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