DEL 1 AL 31 DE MARZO

Marta Poveda: «Todavía hoy si las mujeres no cumplimos con el canon de maternidad parece que perdemos parte de nuestra identidad»

La actriz dirige y protagoniza 'La francesa Laura', el primer montaje de la comedia inédita de Lope de Vega en el Corral Cervantes

Bea López

Marta Poveda dirige y protagoniza ‘La francesa Laura’, el primer montaje de la obra inédita de Lope de Vega.

En enero de 2023 un fuerte seísmo agitó la literatura y filología españolas. Después de 400 años en los fondos de la Biblioteca Nacional de España, la novela hasta la fecha anónima La francesa Laura ha pasado a ser considerada una obra escrita por Lope de Vega en sus últimos años de vida. Este hallazgo sin precedentes, que ha sido conseguido por el catedrático Germán Vega García-Luengos, de la Universidad de Valladolid, y el investigador especializado en literatura del Siglo de Oro, Álvaro Cuellar González, de la Universidad de Viena, ha sido posible gracias a la intervención determinante de la Inteligencia Artificial.

Tras el éxito de su estreno en noviembre del año pasado en los Teatros del Canal, el espectáculo La francesa Laura vuelve, esta vez al Corral Cervantes, sede de la Fundación Siglo de Oro, con Marta Poveda como protagonista.

Desde Teatro Madrid hemos hablado con la actriz y directora madrileña sobre el reto de abordar un texto inédito, su regreso al teatro clásico y todo lo que sigue significando ser mujer en nuestros días.

¿Cómo llega a ti este texto inédito de Lope y cómo surge la oportunidad de dirigirlo?

Más o menos a principios de junio del año pasado me llamó Rodrigo (de Fundación Siglo de Oro) para decirme que ellos iban a estrenar este texto y les parecía muy interesante que lo dirigiese una cabeza femenina. Habíamos tenido un amago de trabajar juntos. Hace cinco años estuve a punto de dirigir con ellos Valor, agravio y mujer, de Ana Caro, y al final no pudimos por fechas. Así que cuando me llamó y me dijo: «¿quieres dirigir un Lope inédito?» Imagínate, cómo puedes decir que no a algo así.

«La obra no deja de hablar de una mujer que es acosada y a la que acaban intentando matar por lo que ahora se llamaría violencia de género»

Viendo con algo de distancia el estreno en noviembre de 2023 en los Teatros del Canal. ¿Cómo has vivido tu debut como directora?

Todavía incluso necesitaré más tiempo para seguir sacando conclusiones y seguir saboreando el aprendizaje. Pero de momento te puedo decir que estoy bastante orgullosa, porque la verdad que la recepción fue muy positiva. He perdido el síndrome del estafador, del impostor, que tenía mucho. Y para mí lo más importante como directora era atravesar lo suficientemente el texto como para que no necesitara más inspiración que la propia palabra de Lope; que ese fuera el motor creativo, sumado a un elenco, por supuesto. Y, efectivamente, he comprobado que la palabra de Lope es suficiente si lo haces con honestidad e intentando comprenderlo.

Además, trata un tema que es tremendamente extrapolable al siglo XXI. Había comentarios de personas que decían, sobre todo y por desgracia mujeres: «madre mía, no hemos cambiado nada». La obra no deja de hablar de una mujer que es acosada y a la que acaban intentando matar por lo que ahora se llamaría violencia de género.

Sí, la obra habla del amor tóxico como lo entendemos hoy. En los tiempos de Lope no, porque ellos tenían otras convenciones sociales donde algunas cosas eran aceptadas por la sociedad de una forma que hoy es inadmisible.

Sí, justamente era aceptado matar a la mujer, en este caso matar a Laura por preservar el honor como hombre. Venía pensando en estos días cómo a lo largo de la historia a los hombres se les ha enseñado a matar por la patria, por Dios o por su honor. Y a las mujeres se nos ha enseñado a morir por la patria, por Dios o por el honor de los hombres. De verdad, son conceptos de afrontar la verdad, en realidad, los dos terroríficos, pero quien acaba siempre sometida y nunca luchando por sí misma es la mujer.

Preparando esta entrevista he reflexionado sobre la forma de relacionarse y de construir vínculos que tienen las nuevas generaciones. Especialmente las chicas, desde muy jovencitas, llegan a obsesionarse, debido a este control que ejercen hoy las redes sociales, por las consecuencias de las interacciones con otros iguales. ¿No hemos aprendido nada como sociedad?

Efectivamente, no hemos aprendido nada. Y por eso, desgraciadamente sigue impactando tanto una función como esta. Hay algo terrible en nuestra educación que es que nos han enseñado a que el sentir que nos quieren poseer nos haga sentir bien. Esos celos provocados por el no poder controlar lo que nosotras hacemos a veces nos han enseñado que es la manera lógica de amar.

Y de validarnos a nosotras mismas.

Así es, y es terrible. Y no ha cambiado absolutamente nada la estructura porque el concepto de pareja tampoco ha cambiado nada. Es casi como un estatus el tener pareja, no tiene tanto que ver con el proceso de conocer a una persona y de cómo construyes un equipo con la persona de la que te has enamorado.

Imagen de Lope de Vega/Fundación siglo de oro: La francesa Laura

La Fundación Siglo de Oro acoge en su sede el reestreno de esta comedia lopesca que es, en realidad, un drama con final feliz.

Las mujeres vivimos a lo largo de la vida distintas etapas de presión social: primero, cuando te echas novio. Después, cuando os vais a vivir juntos y cuando os vais a casar. Por último, cuando vas a tener hijos. Es una demanda constante de cómo debe ser nuestra vida. Y si te sales un poquito de la línea, en cualquiera de las partes, vas a ser señalada.

Totalmente. Es como lo único que te da identidad. Yo que estoy en esa etapa en la que definitivamente decido que no quiero tener hijos me doy mucha cuenta de ello. Realmente nunca quise tener hijos precisamente porque el camino vital que quería tomar no tenía que ver con la maternidad, e incluso, y esto es algo muy personal, por la responsabilidad que siento por el mundo. La maternidad no nos hace falta realmente para ser seres completos; al menos, yo no me quedo con la sensación de que me haya hecho falta para completarme, que es lo que todavía escucho decir a muchas mujeres. Creer que eso te da una identidad.

Además, el ser cuidadora no significa que especialmente tenga que ser a través de un hijo; yo puedo cuidar el mundo de otra manera. Pero todavía nos inculcan que esa transformación de traer vida al mundo, que al final es lo más normal del planeta porque todos los mamíferos paren continuamente, es un milagro. Y no lo es. Realmente el milagro sería conseguir que el mundo funcionara bien. Todavía hoy si las mujeres no cumplimos con el canon de maternidad parece que perdemos parte de nuestra identidad.

Sí, esto de hecho evidencia una realidad social que existe y es muy preocupante en un doble sentido. Hay mujeres cuyo sueño vital es ser madre y si no pudieran lograrlo sienten que su vida no tiene sentido, no sirve para nada. Pero va más allá. La biología no es una ciencia infalible y hay veces que la maternidad no es posible. Hay mujeres que viven truncadas por no lograrlo. Es una vivencia real, muy dura y que se vive en silencio.

Absolutamente, lo viven como si hubiera sido un fracaso vital para ellas. Cuando, además, si lo miras objetivamente, traer un ser humano al mundo puede ser, en realidad, contraproducente. Primero, porque hay exceso de natalidad y, segundo, porque si traes un nuevo ciudadano al mundo como mínimo tienes que intentar que no colabore para destruir el mundo más. Y eso es muy difícil, porque todos, queramos o no, lo estamos destruyendo porque estamos ya dentro de una rueda de la que es prácticamente imposible salir.

«Laura también es una víctima no solo de un universo machista, sino de cómo ese universo ha creado su propia moral»

Y llevando todo esto a la obra, en el caso de Laura todos la tratan como si fuera imbécil y ella todo el rato les tiene que demostrar que no lo es, pero al final no deja de estar sometida a un engranaje del que es muy difícil salir. Ella también tiene unos celos tóxicos, va a defender que no la quiten a su hombre y va cargar la culpa contra la otra mujer. Ella también es una víctima no solo de un universo machista, sino de cómo ese universo ha creado su propia moral. Nos pasa a todas todavía desgraciadamente; cómo nos da vergüenza identificarnos como mujer soltera sin hijos.

El reestreno llega con una magnífica sorpresa: tu incorporación al reparto como Laura. ¿Cuándo decides no solo dirigir, sino también protagonizar la obra?

Esta decisión no la tomo yo. Me lo ofrece Rodrigo porque el elenco estable de la Fundación Siglo de Oro sufrió unas bajas, entre ellas la actriz que hacía Laura y me lo propuso. Me pasó una cosa rara: me dio un vuelco al corazón por susto, y a la vez sentí una tremenda excitación de pensar «ahora no solo diriges, sino que encima te vas a meter en la aventura de hacer a la propia Laura».

Imagen de Lope de Vega/Fundación siglo de oro: La francesa Laura

El espectáculo se estrenó en noviembre en los Teatros del Canal con un gran éxito de público y crítica.

Y empecé a pensar en el recorrido que hace la propia Laura y, como bien has señalado, estoy muy acostumbrada a atravesar a mujeres del teatro áureo y todas comparten el vivir una odisea, una gesta tremenda para defenderse del mundo, y muchas veces de sí mismas y desde una manera instintiva. El doble reto me parecía una oportunidad que no podía dejar pasar y estoy con unas ganas locas de subirme de nuevo a un escenario.

Eres una gran actriz, de sólida trayectoria en el repertorio clásico, que logra hacer del verso un verdadero lenguaje natural. Has dado vida a una notable nómina de personajes femeninos del Siglo de Oro: Ángela, Diana, Rosaura, Beatriz, Semíramis, la pícara Elena de Paz son solo algunos de ellos. De entre todas las mujeres clásicas a las que has interpretado: ¿qué tiene Laura que la diferencia de las demás?

Cada una es un planeta diferente. Laura, quizás, se diferencia de las demás en que realmente con el Conde Arnaldo, su marido, todo parece, al principio, que ha sido una experiencia de pareja realmente honesta. Tienen una química y un entendimiento entre ellos que nos hace pensar al público que es verdadero amor. Lo que sucede es que todo lo externo los va contaminando y ellos se intoxican, se van envenenando y van transformando ese amor, que aparentemente es honesto y autentico, en un amor tóxico.

Lo que a Laura la caracteriza es que ella es consciente de la transformación y decide solucionarlo con el diálogo. Se sienta con él y quiere hablar de lo que ha pasado. Esto es algo que no se hace mucho con las parejas de hoy. Esto es transgresor hasta en el siglo XXI. Vivimos en un mundo donde las discusiones de pareja no son cara a cara, se hacen por WhatsApp y la gente se grita poniendo mayúsculas en lugar de hablar. Es tremenda la falta de comunicación.

La obra es muy rítmica y llena de comicidad. El verso es muy bello y lírico, pero no suena igual a otras obras lopescas. ¿Cómo lo habéis trabajado?

Ha sido un gran proceso de análisis de texto porque es un constante conflicto en presente. Es un texto que tiene muchísimos monólogos y en el transcurso de estos los personajes van contando lo que está pasando casi en el propio momento, y van diciendo cómo los hechos les van afectando. Mi trabajo era que el actor consiguiese tener presente el punto de vista de lo que va narrando y eso es lo que, a poco que tengas la técnica de la estructura, hace que el ritmo te empuje. Lope es tan inteligente que te da la estructura: los personajes van hablando de un presente continuo inmediato.

«Me gustaría tener la oportunidad de enfrentarme a algún personaje masculino por encarar otro tipo de conflictos, ya que las oportunidades que tienen los hombres son más amplias»

¿Qué clásico te gustaría interpretar? ¿Y dirigir?

Me gustaría tener la oportunidad de enfrentarme a algún personaje masculino por encarar otro tipo de conflictos, ya que las oportunidades que tienen los hombres son más amplias. Ver qué pasa con esos hombres que tienen tanto poder, y de qué modo yo, desde mi cabeza femenina, gestionaría esos conflictos. En cuanto a dirigir, me fliparía hacer Chéjov, también Pinter y cualquier Calderón, porque me fascina. El médico de su honra, por ejemplo. Y estaría fenomenal poder interpretar el personaje del protagonista para intentar transitar esa toxicidad.

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Escrito por
Bea López TWITTER

Periodista y filóloga hispánica que ha hecho de su pasión por la cultura y las artes escénicas su forma de vida. Creadora de contenidos editoriales de TeatroMadrid y redactora de la Revista TM.

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