Luna Paredes ya nos enseñó en su entrevista a Miguel del Arco por La patética que la palabra ‘patético’ viene del término griego pathos, que significa ‘emoción, sentimiento’. La RAE nos muestra dos acepciones, se concibe ‘patético’ como algo que conmueve profundamente pero también algo ridículo. Y Abián Díaz lleva este último significado a su máxima expresión en su Show patético.
No le conocía previamente y reconozco que tengo cierta aversión a los monólogos, me parecen difíciles de defender. Más aún los cómicos. Imagino que estamos tan hiperestimulados que a priori tengo el prejuicio de que me voy a aburrir y, como el humor es uno de los géneros más subjetivos que hay, que tampoco me va a hacer reír. Y qué equivocada estaba en el caso de Díaz.
Agradezco de Abián el ritmo que imprime en escena y que haya sabido explotar el clown que lleva dentro para llevarnos de la mano en su espectáculo. El sentido del ridículo que un buen payaso sabe llevar a su máximo expresión para poder lograr la complicidad con el público, lo domina a la perfección. Valoro también muy positivamente que este ridículo se lo apropie personalmente y no se ensañe con la audiencia. Sé que el formato de CrowdWork donde el público cuenta sus historias y el monologuista interactúa para ponerle en evidencia está muy de moda. A mí, no me acaba de encajar y por eso aprecio que en su espectáculo haya una base mínima de preparación que contenga chistes independientemente del interlocutor. Si bien hay una parte improvisada donde se hace patente también el ingenio de Díaz no es la parte central y es de agradecer que el monologuista no se nutra de los defectos o prejuicios que a priori puede identificar en el interlocutor que aparece.
El show demuestra lo que promete, ¡viva lo patético!