ENTREVISTA

Víctor Palmero: «Johnny es un interrogante en sí mismo, es una pregunta constante»

El actor regresa a Madrid con su exitosa obra 'Johnny Chico', entre el 10 y el 14 de mayo en el Teatro Español

Andrea Garriga

Johnny Chico entraña un monólogo del dramaturgo australiano Stephen House, titulado en su versión original Go by night, que vuelve a Madrid este mes de mayo. Tras su paso por el Teatro Lara y el Teatro Infanta Isabel, además de su gira por el país, Víctor Palmero, dirigido por Eduard Costa, llega al Teatro Español, del 10 al 14 de mayo, dentro del programa Plataforma II.

Rescatamos la entrevista que realizamos a Víctor Palmero la pasada temporada. El actor nos recibió con una amplia sonrisa y con ganas de hablarnos del proyecto que llevaban cocinando a fuego lento él y su equipo. Después de conversar con Palmero sobre la pieza, nos entra la duda de si fue Víctor quien encontró el texto o si fue el texto el que lo encontró a él para así poder llegar a todos nosotros.

Dime, Víctor, ¿dirías que con esta obra estás viviendo un sueño hecho realidad?

Víctor Palmero: Sí. El texto salió de la mente de Stephen House, que es un autor australiano, dramaturgo y poeta que tiene mucho renombre en Australia. Me apetecía mucho hacer un espectáculo que me permitiese mostrar algo distinto a la vertiente en la que se me había visto más hasta ahora, que es la comedia. También buscaba algo que me permitiese jugar en escena haciendo cambios de personaje. Ya lo hago en Clímax, desde la comedia. En Clímax tenemos escenas varias, diferentes personajes y la oportunidad de cambiarnos. En esta obra es prácticamente todo en escena, instantáneo y delante del espectador. Tenía muchas ganas, llevaba muchos años buscando un texto así.

¿Qué fue lo que te hizo decir «este es el texto»?

Ya la primera escena a mí me conquistó, tiene un inicio súper potente. Empieza con dos escenas que hay gente que me ha dicho: «es que nada más comenzaste empecé a llorar». Se nota mucho del autor la poesía; es un texto que pese a ser crudo y duro es muy bonito, muy poético. Tiene palabras mágicas.

El director Eduard Costa fue tu profesor de interpretación, así como Coque Serrano, que es el productor ejecutivo de la obra. ¿Cómo surgió que fuera Eduard quien dirigiera la pieza?

Yo soy de un pueblo de Castellón que se llama Onda, con mucha afición taurina, por el fútbol… Yo era aficionado a ver películas, a ver teatro y me sentía un poco un bicho raro en aquel lugar, evidentemente estoy yéndome a los tópicos y a lo más generalista que se puede ver desde fuera, pero es verdad que me sentía un poco un bicho raro. Me apunté a la escuela de teatro municipal de Onda. El primer día no conseguí pareja para un ejercicio y se puso conmigo el profesor. Fue algo muy guay porque fue un ejercicio sensorial, nos teníamos que mirar a los ojos. Allí nos descubrimos el uno al otro y fue una especie de, yo diría, enamoramiento artístico, porque creo que hay muchas formas de enamorarse. Edu me permitía ser todo lo que yo no había sido o no me dejaba ser. Me hacía sentir que no era un bicho raro, que era válido para este trabajo y me animaba a ello.

Cuando una relación humana empieza de una forma tan especial… Fue como una, entre comillas, tabla de salvación en un lugar en el que te sientes un poco perdido. Edu tiene mucho talento, de un texto crudo, oscuro, ha conseguido sacar magia, que el espectador no pueda aburrirse, que sea un espectáculo muy dinámico, que tenga puntos musicales… Lo ha llenado de muchísima vida. Cuando leí el texto, llegué a plantearme autodirigirlo, pero me parecía una locura; lo más interesante era que lo hiciese él, por el nivel de confianza que tenemos, ya que nos entendemos a la perfección trabajando. Coque Serrano era su compañero y también uno de mis mentores, ambos maestros de teatro y, en parte, de vida.

Me parece muy valiente que hayas decidido afrontar este monólogo, tú solo como intérprete. ¿Crees que es una desventaja no tener compañeros de escena?

No, en este montaje no porque está planteado así y no lo veo necesario. Creo que es una desventaja más bien a la hora de que sí he trabajado en giras teatrales y es mucho más divertido cuando vas con compañeros actores o actrices y, de hecho, en el trabajo uno se siente más acompañado. Pero me siento muy acompañado en esta obra, ya que Edu en ese sentido está conmigo siempre detrás del escenario y creo que este espectáculo está concebido para ser uno solo.

En la obra no solo interpretas a Johnny Chico sino también a otros personajes que interactúan con él. ¿Cómo ha sido ese proceso?

Para mí, mi principal reto era conseguir que además estuviesen diferenciados unos de otros porque no los he contado, debería ponerme a hacerlo, pero son como unos diez personajes. Es cierto que algunos son pequeñas pinceladas, a lo mejor son dos frases; hay otros que tienen más peso, pero, por ejemplo, son hombres, no mujeres, y hay diferentes tipos y es complicado de uno mismo sacar tantos y conseguir que se diferencien, es un gran reto. También es cierto que me pone mucho la idea de estar en un escenario y cambiar de un momento a otro de registro y de alguna manera poder demostrar esa versatilidad actoral, que creo que ya se ha visto a lo mejor en televisión, pero que en vivo yo creo que gana.

Johnny tiene un conflicto de identidad sexual y personal. Me aventuraría a decir que todo el mundo lleva algo dentro que no se atreve o no se atrevió en algún momento a sacar. Es difícil alinearse con uno/a mismo/a… ¿Quién crees que va a sentirse indentificado/a con el personaje?

Qué pregunta más bonita… Pues sinceramente tú misma lo acabas de decir. Creo que hay muchas veces que no nos atrevemos a contar cosas de nosotros mismos, creo que incluso bromeando en alguna ocasión nos hemos preguntado cómo seríamos nosotros si estuviéramos en el lado contrario, ¿no? Johnny Chico no solo habla de identidad sexual, sino de búsqueda afectiva, de búsqueda de amor, que creo que es algo que nos toca a todos. En ese aspecto creo que cualquier espectador que venga va a empatizar. Pero sí es verdad que hay muchas personas a lo largo de estos años que intentan investigar dónde están los límites entre lo que es ser «él» o ser «ella» o incluso borrarlos, que a mí me parece muy interesante porque hay mucha pelea de género.

Johnny Chico lo intentamos enfocar desde el punto de vista de qué pasa si dejaran de existir las palabras «él» y «ella» y, aunque suene un poco utópico o naif, habláramos de personas, de lo que habita bajo la piel. Y es lo que pretendemos. Johnny es un chico pero no sabe si quiere ser una chica. Lo que me gusta es que no es un personaje que se define transgénero, Johnny es un interrogante en sí mismo. Es una pregunta constante: «qué es él», «qué quiere ser» y, quizá, una respuesta: «qué más da lo que se sea».

Hice una entrevista muy guay en Valencia que sacó una frase que me gustó mucho, que era: «es una obra que no es oportunista, sino oportuna». Es verdad que parece que como está muy de moda este tema hemos querido hablar de esto. Sin embargo, yo este texto lo descubrí en 2017 una noche en Nueva York; me había ido con una amiga, ella se había acostado y yo estaba aburrido y me puse a buscar. Es algo que llevamos ya años queriendo contar. Lo más heavy es que es un texto de los años 90 y que sigue siendo actual. Y se nota mucho en la gente que viene a verla. Es precioso. Nadie sale igual que como ha entrado.

¿Por qué crees que es una obra necesaria? ¿Por qué tenemos que ir a verla?

El planteamiento superficial sería que la obra ha funcionado muchísimo, que hemos tenido pocos días flojos, que el boca-oreja ha sido brutal y que hemos acabado agotando entradas allá donde hemos ido y que gusta, engancha, funciona y eso ya es una razón para venir a verla. Pero es que además sí considero que es muy necesaria, nosotros decimos que es una oda «fuckgender» pero también es una lucha contra la LGTBIQ+fobia; lamentablemente es triste que a día de hoy tengamos que seguir luchando con esto, pero pasa. De hecho, hay un momento en la función en el que proyectamos titulares de agresiones homófobas y a mí se me ponía la piel de gallina… Creo que, pese a ser un texto de los 90, es muy actual. Es un mensaje que cala, que sana y que a día de hoy sigue siendo lamentablemente necesario.

Teniendo en cuenta la experiencia que estás viviendo en este viaje que no ha hecho nada más que comenzar, dime: ¿Crees que es posible hacer coincidir lo que eres por fuera con lo que eres por dentro? ¿Has resuelto la pregunta?

Pues te diría que el personaje la resuelve en escena, pero diría también que a día de hoy yo sigo dándole vueltas a esa pregunta. Y no sé si he encontrado la respuesta todavía…

Tendremos que ir a ver la obra para ver si encontramos nuestra propia respuesta.

Escrito por

Graduada en Arte Dramático. Creadora de contenidos editoriales y redactora de la Revista de TeatroMadrid.

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