El silencio de Elvis comienza con un primer acto de comedia en que la angustia vital del protagonista y su entorno familiar nos llevan de lo cómico a lo esperpéntico y de ahí a la tragedia, dejándonos con la sonrisa congelada, como una mueca nerviosa que presagia otra de desesperación: la desesperación de una familia poco a poco sobrepasada por las circunstancias vitales de uno de sus miembros, que no encuentra consuelo, ni ayuda, ni recursos, ni comprensión en las instituciones ni en el sistema para afrontar una situación límite. Ojalá se pudiera silenciar a Elvis, ojalá la peregrinación del padre y la hermana del protagonista de institución en institución ( soberbios Pepe Viyuela y Sandra Ferrús con momentos brillantes […]
Luigi Tuiteatrero
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