María Luisa, ¿cómo estás? Oye, que no me coges el teléfono. Imagino que estarás dando una vuelta por el barrio. Te llamo porque hoy he ido a dejarte una carta en el buzón para intentar que no te sientas tan sola. No he subido, discúlpame, pero Paco Ochoa me ha dejado pasar, tan amable como siempre y tan detallista en su personaje de portero. Tenía prisa; la vida me arrastra en una vorágine de quehaceres laborales y personales que muchas veces me impide pensar en otras realidades presentes, como la tuya. De lo que sí me he dado cuenta es del poderío de imaginación que atesoras; desde la calle, he visto a esos tres hombres que dices viven contigo y […]