José Luis Gómez: Mío Cid

Lección magistral la que imparte José Luis Gómez al recitar/narrar el Cantar de Mio Cid con la esmerada pronunciación del castellano medieval. Pocos son los elementos que necesita este juglar del siglo XXI para hacernos revivir las hazañas de Rodrigo Díaz de Vivar: su enérgica y calmada voz, alguna proyección  y el acertado y elegante acompañamiento musical de Helena Fernández Moreno. En ese español, extraño y lejano para el público actual, viven las abuelas y las bisabuelas de las palabras que empleamos hoy en día. Como ya es sabido (y si no, ya me encargo yo de recordarlo), la obra se estructura en tres cantares: el del destierro, el de las bodas y el de la afrenta de Corpes. Entre cada uno de ellos, José Luis Gómez nos devuelve a la actualidad incluyendo disertaciones donde el actor da buena muestras de su bastísima cultura y su prodigiosa memoria. El Cid es un héroe mesurado que se atiene a la ley cuando ha sido ofendido. Son muchos los años que nos separan de ese siglo XI y, sin embargo, son muchas las lecciones que nos ha legado ese anónimo poeta/juglar, en cuyas palabras yace contenida la semilla de la novela y el teatro tal y como los concebimos hoy.

Como indica el Teatro Abadía, del que José Luis Gómez (La Celestina) fue cofundador, este Mio Cid es un ejercicio de juglaría en el s XXI. Y funciona. El mérito de Gómez, también director, no es que lo escuchemos, sino que lo veamos sin más recursos que la voz, gestos, tonos... No “interpreta” al Cid; nos lo relata respetando escrupulosamente el original, tanto el texto como el castellano del SXIII. Así, es más que recomendable conocer, aunque sea por encima, la obra, las andanzas del Cid para disfrutar enteramente la propuesta. Ni el vocabulario ni la pronunciación son a lo que estamos acostumbrados. Si leído ya provoca dudas, escuchado por primera vez exige una atención constante y asumir que no entenderás todas las palabras. El propio actor, en las transiciones entre actos comenta que para preparar la obra al principio ese castellano medieval eran piedras en las que tropezaba y ahora es un suelo firme por el que puede hasta correr. Los espectadores no hemos tenido ese proceso y cuesta por momentos.

Otra opción es simplemente disfrutar del oficio y arte de Gómez, él solo en el escenario, únicamente acompañado de una silla y la ayuda en la ambientación sonora.

Lo mejor:  Es una oportunidad única.

Lo menos mejor: los efectos sonoros, en directo, como los cascos de caballo, tapan a menudo la voz y nos perdemos algunas frases.