El viaje, el musical

Lo que comienza como una comedia ligera actual, va transformándose en un relato vital a través de una cuidada selección musical de éxitos de los 80, desde Michael Jackson hasta Queen, pasando por algunos de los grandes clásicos como Purple Rain de Prince. Cada canción es una oleada de nostalgia, que te transporta a una época dorada llena de recuerdos.

Uno de los grandes descubrimientos de El Viaje es, sin duda, Lúa Míguez. Su voz, potente y llena de matices, se impone en el escenario desde el primer instante, capaz de transmitir con fuerza y ternura a la vez.

Destacar también la interpretación de Ricky Mata, es un show en sí mismo. Tiene ese don natural para la comedia que hace reír sin esfuerzo, pero lo más sorprendente es que también emociona cuando canta. Su capacidad de transitar del humor al drama en un solo gesto demuestra una versatilidad que sostiene con talento todo el viaje.

La escenografía es otro de los aciertos: una combinación de pantallas, proyecciones y elementos físicos que, sin robar protagonismo, envuelven al espectador en un universo futurista o no tan futurista. La presencia de una IA como eje narrativo es inquietantemente cercana, y el juego entre lo digital y lo humano se refleja en la puesta en escena, que es inmersiva, dinámica y muy actual.

Sin embargo, como suele ocurrir en los estrenos, algunos detalles técnicos no estaban del todo afinados. El sonido, en ciertos momentos, se vio afectado por el caos del directo, un pequeño tropiezo que, sin embargo, no desvió la atención de lo que realmente importa: la historia y las emociones que despierta. El elenco supo reconducir la situación con una soltura admirable, manteniendo intacta la conexión con el público.

En este viaje nos encontramos también con Jaime Bayo, que aporta un toque fresco y genuino al elenco. Su personaje, que comienza con una presencia discreta, evoluciona a lo largo de la obra, ganándose la simpatía del público. Su habilidad para adaptarse y crecer en escena es evidente, dejando claro que posee un gran potencial como intérprete.

Y no por ser el último es menos importante, pues Naim Thomas brilla con una trayectoria que le precede y que se nota en cada uno de sus gestos. Su experiencia en el escenario le permite destacar de manera natural, sin pretensiones, guiando al público a través del tiempo en este viaje.

El Viaje es una experiencia sensorial y lo que puedo asegurar es que salí con el corazón lleno de sentimientos nostálgicos, los ojos brillantes y una sonrisa en la cara... y probablemente tarareando alguna de sus canciones durante el resto del día.