La Jaula de las Locas. El Musical

Hace unas semanas fui a ver La Jaula de las Locas y ya hice un reseña al respecto (ver La jaula de la que no querría salir). En ella ya hablaba del espectáculo en general y del elenco en particular, el maravilloso elenco de covers (los sustitutos) que tuve ocasión de disfrutar. No obstante, teníamos ganas de ver a Àngel Llácer y nos volvimos a enjaular.

No sólo Llàcer está espectacular como Alvin (actúa bien, canta bien, tiene carisma...), Iván Labanda está sobresaliente como Georges. El resto de actores que no habíamos visto son de quitarse los tres sombreros de copa de Miguel Mihura.

Sin embargo, permítanme volver a alabar el trabajo de Ricky Mata como Jacob (el equivalente a Ágador Espartacus en la película Una Jaula de Grillos). Prometo que ni es familiar ni le conozco pero es que te lo llevarías a casa. Àngel Llàcer se puso soltar morcillas (lo que viene a ser improvisar) y a Mata le tocó hacer varias improvisaciones de una saeta, una muñeira, una sardana y una jota, bailes regionales incluidos. El público se tiraba por los suelos. Y es que, cuando hay talento...

¿Quién no ha disfrutado de la película "Una jaula de guillos" protagonizada por Robin Williams y Nathan Lane? Basada a su vez en la francesa "La cage aux folles", se convirtió en una de mis favoritas en cuanto la vi.

La versión musical llegó a Broadway a principios de los años 80 de la mano de Harvey Fierstein, reconocido guionista y actor de teatro, cine y televisión, además de actor de doblaje, y Jerry Herman (Hello, Dolly!). A España llegó a principios de siglo interpretada por Andrés Pajares y Joaquín Kremel. Esta nueva versión, que llega a Madrid avalada por un gran éxito en Barcelona, promete ser uno de los grandes éxitos de la temporada.

El argumento, simple. Una pareja de hombres homosexuales, Albin y Georges, regentan un cabaret de drag queens. Ambos han criado al hijo de uno de ellos, un desliz de juventud, en un ambiente de lo más, digamos, "rosa". El hijo les quiere presentar a su prometida, hija a su vez de un político a la derecha de la derecha. Sin embargo, para aparentar ante su suegro una vida sobria debe hacer desaparecer la parte "rosa" de su vida. ¿Cómo reaccionarán sus padres?¿Y el mayordomo?¿Y las drags del local? Diálogos ácidos y perspicaces acompañan una partitura de donde destaca la gran "Yo soy lo que soy" (I am what I am) que ha sido interpretada, entre otras, por Gloria Gaynor.

En Madrid, Àngel Llàcer da vida a Alvin, la parte más femenina de la pareja. Cuando se levantó el telón y vi que ese día no estaba él, lo sentí mucho. Me tocó un día en el que actuaban toooodos los covers, los sustitutos. 20 minutos después me sentí muy afortunado de poder disfrutar del gran elenco que me había tocado. Geniales. Superlativos. Quisiera destacar a Ricky Mata en el papel de Jacob, el mayordomo. No se puede ser más maravilloso.

Si se pudiese incluir un audio en una recomendación…sin duda sería el tarareo infinito de sus canciones, y es que La Jaula de las Locas, en el Teatro Rialto, no solo no te dejará indiferente, si no que de alguna manera, y casi sin que te des cuenta, se hará un huequito en tu corazón para quedarse.

Las letras de sus canciones son un canto a la vida, a la libertad, a la igualdad, a vivir el momento y a ser felices…querrás salir gritando a los cuatro vientos eh! Que ¡soy como soy! ¡El mejor momento es hoy! Porque además en esta gran fiesta de reivindicación con lentejuelas…¡la música es en directo! con una orquesta visible durante toda la obra, una delicia.

Para los que no sepáis quiénes están dentro de La Cage aux Folles os cuento un poco…Albin y Georges son una pareja adorable, propietaria de un local de alterne en Saint-Tropez, y su vida se podrá patas arriba cuando Jean-Michel, hijo de Georges, les dice que quiere casarse con Anne, hija de un diputado ultraconservador. El encuentro de ambas familias, tan opuestas en valores, se convertirá en un Cocktail – Molotov de situaciones alocadas, divertidas, absurdas y extravagantes donde no podéis perder de vista al mayordomo-doncella.

Y es que en este Cabaret de coreografías hipnóticas y música pegadiza, el elenco de actores y bailarines polifacéticos es fantástico, enérgico, poderoso sobre las tablas, con voces intensas, que te van seduciendo y atrapando a medida que avanza la obra.

Ojalá musicales así llegasen a ojos, oídos y corazón de todos.

¿Por qué, a veces, nos cuesta tanto mostrarnos ante los demás tal y como somos? ¿Por miedo? ¿Vergüenza, tal vez?

Es una de las tantas reflexiones que a uno le vienen a la cabeza cuando entra en La jaula de las locas, ese lugar del que jamás deberíamos salir.

“La Cage aux Folles”, el club nocturno más divertido de Saint Tropez, es el escenario donde sucede todo, pero también, la metáfora perfecta de la libertad, tanto individual como colectiva; el lugar donde todo aquello que soñamos y todo lo que queremos ser es posible. Porque si existe alguna forma de disfrutar de la vida plenamente, esa es, sin duda, apostar por el optimismo, por el sentido del humor y, por encima de todo, por el orgullo de ser como somos.

Todo parece ir bien en el cabaré hasta que Jean Michel, el hijo de los dos protagonistas, Albin y Georges, decide casarse. ¿El problema? Que su futura esposa es la hija de un diputado ultraconservador, acérrimo defensor de los valores tradicionales y que entre sus planes más inmediatos está cerrar todos aquellos lugares que atentan contra sus ideales. Y “La Cage aux Folles” está en esa lista.

Es entones cuando comienza toda una treta para intentar ocultar lo que ocurre dentro de “La jaula de las locas”, lo que llevará a los personajes a fingir aquello que no son y que les alejará de lo que les representa y les hace felices.

La jaula de las locas convierte al Teatro Rialto en una auténtica fiesta. Lo avala su éxito por todo el mundo: en Broadway, Nueva York; en el West End, Londres… Te hace entrar en el espectáculo desde el primer segundo. Además, este detalle es literal, porque el público, en un momento determinado de la función, forma parte de lo que sucede en “La Cage aux Folles”. Es, probablemente, una de las partes más divertidas de todo este gran espectáculo.

Destacan los números de baile, el vestuario cuidado al detalle, los juegos de luces y la recreación de los distintos escenarios. Además, Manu Guix firma una dirección musical impecable en la que brilla la banda en directo.

La jaula de las locas está protagonizada por Àngel Llácer, en el papel de Albin y “Zaza”, la gran estrella del cabaré, e Iván Labanda, que interpreta a Georges. Sin embargo, una de las grandes sorpresas de este musical es lo camaleónicos que son los profesionales que lo integran. Los covers que suplen a los actores principales hacen un trabajo impecable y consiguen que no eches de menos a nadie.

Es el caso del actor Oriol Burés, que interpreta de forma magistral uno de los papeles principales: Albin/“Zaza”.

La jaula de las locas es un musical divertido, en el que la ironía y la sátira sacuden todo aquello que la moral se empeña en decir que es “lo normal”. Es una celebración de la alegría, de la igualdad, del optimismo, de la libertad; una celebración de la vida. Esa que, como se escucha una y otra vez sobre las tablas, no se puede dejar nunca de disfrutar y hay vivirla como a uno le apetece.

.¡Cuidado! La Jaula de las Locas. El musical tiene efectos secundarios.

Cuando salgas del Teatro Rialto, cantarás las canciones del musical, rememorarás sus coreografías, intentarás acordarte de los geniales diálogos, hablarás de cuál es tu personaje favorito y la recomendarás a todo el mundo.
La escenografía es una fantasía, es un recuerdo de que menos es más. El decorado y los cambios de La Jaula de las Locas. El musical son una delicia. Están muy cuidados, son elegantes y están llenos de detalles.

El elenco al completo a nivel interpretativo es como una bandada de pájaros, que vuelan al mismo tiempo y de la misma forma. Brillante la ejecución en todos los aspectos. Me ha deslumbrado y también el gran trabajo que hay por detrás.

La Jaula de las Locas. El musical es alocada, disparatada, está llena de momentos irreverentes y, aunque no me reía a carcajada limpia en algunos momentos, una sonrisa bobalicona se quedó en mi cara durante toda la noche.

Este musical es de esos que te hace sentir bien, de los que te hacen emocionarte y reír de corazón. Te transmite una cantidad de buena energía que es contagiosa al resto de personas a tu alrededor.

Llevaría a ver este musical a todo el mundo e incluso a los que como el personaje de Monsieur Dindon, son un tanto cuadriculados a la hora de ver el amor entre dos personas del mismo sexo. Creo que en algunos casos La Jaula de las Locas. El musical abrirá ojos y lo que es más importante corazones.

Entras en La Cage aux Folles y te dejas seducir e hipnotizar totalmente y cuando sales de este musical, tu chip ha cambiado.

El tándem creativo que forman Àngel Llàcer y Manu Guix se reafirma como una garantía de éxito y calidad. Proyecto que ponen en marcha juntos, proyecto que te deja boquiabierto bajo una intensa lluvia de confeti. La nueva producción de la clásica comedia musical La Cage Aux Folles de Broadway sigue la tendencia creciente de importar musicales de éxito (Miserables, Cabaret, Rey León, Priscilla, Dirty Dancing, Billy Elliot, WestSide Story…), a la que tenemos que agradecer que haya subido el nivel de los actores y bailarines a cotas impensables hace pocos años.

La factura que presenta La Jaula de las Locas es impecable. La música de Jerry Herman suena de fábula conducida por Andreu Gallén, y la sonoridad está tan muy trabajada que sientes la orquesta a tu lado. La escenografía elegante y minimalista da lugar a las hilarantes escenas con decenas de gags memorables, números coreográficos espectaculares y el lucimiento de los actores. Merecen mención especial el siempre estupendo Ivan labanda, el mayordomo-donzella (que protagoniza algunos de los momentos más cómicos del show) y el cover de Àngel Llàcer: Oriol Burés. Lo habéis podido ver a los últimos montajes de La Cubana, y que no os sepa mal si engancháis una función sin Àngel. Es una bestia escénica y me dejó absolutamente fascinado.

Ahora bien, La Jaula no es sólo una gran fiesta apoteósica de lentejuelas, pluma y brilli-brilli. Como buen cabaret esconde la mirada crítica y contundente que, detrás el rímel de las vedettes, reparte estopa con la mejor de las sonrisas al ultra conservadurismo político. Ahora vivimos un momento salvaje donde los fascismos crecen como setas y los discursos xenófobos y homófobos disfrutan de una peligrosa impunidad, que mal gestionado nos puede hacer retroceder pronto a los momentos más oscuros de la historia. Si el libreto de Harvey Fierstein fuese algo más a fondo con los conflictos que plantea y los personajes de los suegros no estuvieran tan caricaturizados, empatitzaríamos más con los protas, el drama se haría mucho más patente y ayudaría a crear más escenas emocionantes que ahora pasan desapercibidas entre tanto divertimento.

Yo no me lo pensaría ni un solo segundo. La Jaula de las Locas es un espectáculo imprescindible donde saldrás impregnado de optimismo, emocionado, feliz y cantando el mantra: ¡LA VIDA EMPIEZA HOY!

‘La Jaula de las Locas’ llega a Madrid pisando muy fuerte. Realmente me ha sorprendido: acudí al teatro en Barcelona con unos prejuicios de otros musicales de la misma temática había visto en temporadas anteriores y me he encontré en una fiesta que me ha hizo reír, pensar y me emocionó .

Se agradece mucho que artistas como Ángel Llàcer, con el equipo de Nostromo Live, tenga tan claro esta concepción del espectáculo tan completa. Gracias por ser valientes y llevar a escena este montaje y hacerlo bien, no debe ser fácil.
Si te animas ir a verla encontrará todo lo que esperar de un espectáculo de estas características. Os encontraréis con una historia comprometida con los derechos y la visibilidad LGTB que, a pesar de no ser muy actual, está muy llevada a escena (no carrincloneja) y sensibiliza. Encontrará humor, hay momentos en el que reído muy a gusto con unos gags muy bien afilados. Usted se sorprenderá: este grupo sabe como sorprender y saben cómo utilizar toda la infraestructura escenográfica y lumínica para hacerlo. Encontrará una partitura musical muy agradecida, muy bien ejecutada y con grandes hits. Pero lo que encontrará, especialmente, es talento y emoción!

Y hablando de talento: el del Ángel Llàcer. Creo que muchos lo recordaremos en este papel durante mucho tiempo: cuando un artista cree y siente lo que hace, transmite y hace que los sentimientos lleguen como un cohete del escenario en el sillón (y esto es lo que hace). Un artista completo, un showman con un papel que parece diseñado para él y que parece que sienta como Evidentemente todo esto no sería posible sin la complicidad con el resto del equipo y en especial con el Ivan Labanda: creo que uno de los mejores actores de musical de nuestra casa y que tenía un reto que para mí ha superado con creces: desmarcarse del mítico maestro ceremonias de Cabaret.

Os animo a ir a la fiesta de ‘La cage aux folles’: un canto a la libertad, a que cada uno sea lo que es y quiera como quiera.

El montaje de Angel Llacer de este musical llega a Madrid prometiendo muchas risas y color y no decepciona.

Pocos serán los que no conocen esta comedia de enredo, al mas puro sainete de los Álvarez Quintero, pero con transformistas y en Francia.

Una pareja homosexual, Albin y Georges, que llevan juntos toda la vida, regenta el mas famoso cabaret de la Costa Azul. Albin, es, además, su gran Vedette y diva "ZAZA". Junto a Georges han criado al hijo de este último, Jean-Michel, que decide casarse, ni mas ni menos, que con la hija de un político ultraconservador. Antes de la boda los padres deben conocerse y el amaneramiento de Albin es un problema. Albin intenta comportarse de forma mas masculina, pero no puede y ahí empieza el enredo, ya que decide vestirse de mujer e intentar engañar a la familia de la chica.

Canciones conocidas e incluso icónicas como el "I am what I am", vestuario colorido, hombres musculosos travestidos y, al mas puro estilo cabaret clasico, participación del público en un concurso picarón y un poco "de modé", que avergonzó un poco, pero con cariño, a unos pobres incautos seleccionados.

Yo no pude ver a Angel Llacer en el personaje de Albin, pero el trabajo de Oriol Burés hizo que no lo lamentase. Creó un personaje con una enorme sensibilidad que te gana por momentos y que brilla en la comedia, en el drama y como cantante. Jose Luis Mosquera como Georges también hace un muy buen trabajo

Si te gusta la pluma en el más amplio sentido de la palabra, este es tu musical.

El estreno del musical La cage aux folles se produjo en Nueva York en 1983. La obra de teatro en la que se basa se había estrenado diez años antes, y en este tiempo ya se habían hecho dos películas y se estaba gestando una tercera. El fenómeno había nacido en Europa, concretamente en Francia, pero los productores de Broadway vieron la oportunidad de aprovechar una comedia que funcionaba, un ambiente colorido y vistoso que aún no habían explotado suficientemente -el de los transformistas- y una partitura que remitía al cabaret y en las melodías francesas que tan bien habían funcionado en otras épocas. El resultado fueron varios premios Tony, una canción que trascendió al propio musical (I am what I am) y varias producciones y reposiciones, tanto en Estados Unidos como en otros países. En España, sin embargo, sólo se recuerda una poco afortunada versión con Andrés Pajares y Joaquín Kremel, que no llegó a convencer ni a crítica ni a público.

El montaje que nos traen ahora Manu Guix y Ángel Llàcer quiere reivindicar este musical de la vieja escuela. La producción no es tan grandilocuente como la del 1983, pero apuesta por potenciar la comedia y resolver los números musicales con gusto y buena ejecución. De hecho, cuesta encontrar nada que desentone, ni por parte de los cantantes ni de los bailarines o los actores. La dirección escénica es efectiva y el trabajo de iluminación ayuda a completar el espléndido look que tiene toda la pieza. Pero no sería justo terminar el comentario sin destacar la divertida composición de Ricky Mata en el papel del criado, la correcta creación del siempre eficaz Ivan Labanda y, especialmente, el magnífico trabajo de Llàcer en el papel de Albin. Creo que hacía tiempo que el papel la estaba esperando, y ahora ya nadie podrá decir que no era el más adecuado para representarlo. Desde el comienzo consigue acercarnos este personaje tan especial, y lo hace sin excesos ni exageraciones. Quizás en el segundo acto, donde se explotan más los recursos cómicos, la cosa podría terminar descarrilando en algún momento … pero el conocido actor y presentador se aferra con uñas y dientes a lo que seguramente será el papel más recordado de su carrera.

El exceso al que a veces se entrega Llàcer, perfecto para el papel, puede saturar (a mí me gusta sobrio como en Retrato de un náufrago), ahora bien, es una bestia escénica. Compone a Zaza como exagerada que no estrambótica, humana, con ligero miedo a dejar de ser una vedette por quien todos suspiran y al mismo tiempo, una fuerza arrolladora, que nos contagia su optimismo, divismo y seguridad.  A su lado, Iván Labanda, entregado cariñosamente al divismo de Zaza y Ricky Mata que con su sirvienta hilarante (ese andar sin tacones!) se mete al público en el bolsillo.

La primera parte se me hizo algo larga, quizá por argumento conocido o porque en realidad no hay mucho camino entre la premisa inicial y el final: una pareja de homosexuales ante el trance de hacerse pasar por pareja heterosexual ante la visita de los consuegros, homófobo él. ¿Debe y puede Zaza pasar por lo que no es? Equívocos y enredos asegurados.
Cuando la Jaula nació como musical, en los ’80, era una apuesta arriesgada, por suerte ya no. Ahora, como entonces, es una fiesta que debe entrar por los ojos. Y lo cierto es que yo esperaba más espectáculo grandioso, lentejuelas, más fiesta.

Lo mejor: el “Soy lo que soy” (“I am what I am”), un himno reivindicativo, que nos quieran y acepten como somos. Y el arma infalible de la sonrisa, a mansalva en “La vida empieza hoy” que el público sale tarareando, tras ovación en pie. También la música de Jerry Herman (Hello, Dolly) bajo la dirección musical de Manu Guix y  Andreu Gallén, acompañada de magnífico sonido (no es tan habitual) y cuidadas letras.
Lo menos mejor: Coreografías a las que falta fuerza y algún ajuste y la escenografía es menos espectacular, o simplemente grande, de lo que uno espera en un teatro de estas dimensiones.

En resumen; una comedia “divina” con algo menos brilli brilli del que yo esperaba pero que hace las delicias de todos.