La piedra oscura

"La Piedra Oscura" ficciona los últimos días de Rafael Rodríguez Rapún, quien fuera pareja de Federico García Lorca. Herido y prisionero se ve obligado a pasar sus últimas horas junto a su guardián, Sebastián, un muchacho que sin quererlo se convertirá en la memoria de los ausentes. Una noche, una celda y la desesperación de lo inminente serán motivo para que estos dos hombres, atrapados por el momento histórico que les tocó vivir, abran sus corazones y desemboquen en la urgencia por recuperar un legado más grande que la propia vida.

Se ha hablado tanto sobre "La Piedra Oscura" que parece que lo que se diga ya es redundar sobre este texto de Alberto Conejero que está llamado a ser un clásico contemporáneo; pero nunca es suficiente, y menos si aún existe la posibilidad de desplegarla ante los ojos de un nuevo espectador que pueda entregarse a esta magnífica puesta en escena dirigida por Pablo Messiez que cuenta con las sublimes interpretaciones de Daniel Grao y Nacho Sánchez. Un canto a la libertad y a la memoria que desborda el alma con su poesía.

Lo único que se puede añadir a todo lo dicho sobre esta función: ¡Ni se les ocurra dejar pasar este pedacito de historia viva de nuestro teatro!

Más información sobre "La Piedra Oscura" en En Un Entreacto

Esta obra está inspirada libremente en la figura de Rafael Rodríguez Rapún, estudiante de minas, secretario del teatro universitario La Barraca y compañero de Federico García Lorca en los últimos años de sus vidas. Rodríguez Rapún murió un 18 de agosto de 1937, con 25 años.
Somos testigos del encuentro de dos personas que encarnan dos visiones diferentes: uno es guardián del otro, lleva una cruz en el cuello y un fusil. A medida que van poniendo palabras a sus culpas, van acercándose, se comunican y se acaban necesitando despacio hasta acabar fundidos en un gran abrazo.
Una vibrante y emotiva propuesta que continúa planteando interrogantes sobre nuestro pasado más reciente y el destino de los olvidados. Los dos actores, Daniel Grao y Nacho Sánchez han sido nominados a los Premios de la Unión de Actores y Actrices 2016, por este espectáculo. Han sido unas interpretaciones muy convincentes que nos han emocionado hasta la lágrima.

Este es el enlace de nuestra crónica entera (en catalán): http://wp.me/p19ahz-gt8

Alberto Conejero crea un texto invadido de lirismo sobre el encuentro ficticio entre el último amor de Lorca y el carcelero encargado de custodiarle en su última noche. Pablo Messiez lo pone en escena demostrando de nuevo que nadie como él escarba en los sentimientos más íntimos. Nacho Sánchez y Daniel Grao dan vida y cuerpo a esta historia de muerte, memoria, olvido, trascendencia, memoria histórica, cunetas, amor y heridas. Una obra maestra absoluta en un espacio escénico sublime creado por Elisa Sanz e iluminado por Paloma Parra.

Puedes pinchar AQUÍ para leer lo que escribí en mi blog, "desde el patio" el día que lo vi.

La figura de Federico García Lorca es, casi con total seguridad, la más influyente de la historia reciente de nuestro teatro. No sólo por su obra, magnífica y perdurable, sino también por el trágico final de su vida y lo que su muerte significó para el recuerdo de nuestro pasado vergonzoso. La piedra oscura es un texto sólido que muestra una cara poco conocida de los hechos, tratados con ciertas licencias pero mucha sensibilidad y respeto. A través de la figura de Rafael Rodríguez Rapún, compañero sentimental de Lorca que fue asesinado un año después que el poeta, el dramaturgo Alberto Conejero crea una pieza de talante clásico, a ratos muy emotiva pero, básicamente, estremecedora. La tristeza que impregna la trama difícilmente se puede esquivar. Pero tanto el autor como su director, Pablo Messiez, tienen la habilidad de caminar con cuidado sobre las heridas del alma que ponen ante nuestros ojos: con paso firme pero sin ninguna prisa. Por otro lado, los dos actores hacen una composición de personaje valiente y llena de entereza donde, sobre todo, Daniel Grao destaca por su serenidad. Se trata, no obstante, no nos engañamos, de un montaje pequeño que pretende servir de homenaje a la memoria y de denuncia de las injusticias que todavía arrastramos. En este sentido, resulta tan contundente, necesario y efectivo como, a su manera, complaciente.

Hacía tiempo que había leído el texto de Alberto Conejero y pude beber de cada palabra la esencia de su genialidad, el dolor de la injusticia, la reivindicación de una verdad oculta y, sobre todo, el amor hacía otro artista cuyos versos fueron heridos de muerte pero sobrevivieron. Creo que el fenómeno más notable alrededor de "La Piedra Oscura" no es el éxito de crítica y público sino el inmenso ejercicio de investigación de su autor al  acercar la figura de Rafael Rodríguez Rapún al público y arrancarle un ápice de verdad, de sinceridad. Ni siquiera se trata ya de abrir tumbas sino de hacernos entender la estupidez de cualquier guerra. Por si todo esto fuera poco, resulta que se ha elegido a Pablo Messiez como director, todo un mago creador de sutiles atmósferas a la hora de encajar y envolver textos, actores y espacio. Sabe perfectamente cómo alimentarnos de teatro a través de un invisible cordón umbilical al que permanecemos unidos irremediablemente durante toda la obra. Y nos abraza, nos embriaga, nos somete y nos sitúa con placidez al borde del precipicio al cual nos quiere arrojar y, sobre todo, nos domina en un ejercicio perfecto de mano que mece la cuna. Me senté lleno de expectativas y con el temor de sentirme defraudado al haber puesto el listón tan alto. Se fueron atenuando las luces, el público empezó a enmudecer y la fuerza de la presencia de los actores en el escenario fue apoderándose del recinto. Sebastián comienza hablando y hablando por boca de Nacho Sánchez sin abrir los ojos pero arreando la primera bofetada de realidad con tal intensidad que podía percibirse la atención absoluta de todos los presentes. Y entonces abrió los ojos. Aquella mirada repleta de miedo, angustia, desorden y fragilidad nos atrajo como dos faros en medio de una tormenta y hasta allí nos dirigimos sin oponer el menor atisbo de resistencia. En ningún momento bajó el nivel de su interpretación y su fragilidad nos hizo sucumbir... Continuar leyendo en Tragycom