La Tuerta
Tragicomedia

La Tuerta

La Tuerta es una obra con la que Jorge Usón se estrena como autor y director. Se trata de una tragicomedia sobre la imposibilidad de amar y de perdonar, servida con humor, y en donde todo se asienta en la interpretación de una actriz en un espacio vacío.

Sinopsis

Una doncella del siglo XVI queda tuerta de un ojo en su primer encuentro amoroso. Llena de rencor jura vengarse del amor lanzando un maleficio cuyos efectos veremos en la época actual sobre una joven bailarina llamada Lucía.

La obra rinde tributo al teatro mismo y al poder del perdón como elemento revolucionario y transformador.

Sobra 'La Tuerta'

Anne Sexton dejó este verso: “Vive o muere, pero no lo envenenes todo”. Este fue el punto de partida que inspiró La Tuerta, ópera prima del actor Jorge Usón como autor y director teatral.

“Si yo no amo, nadie lo hará”, maldice esta protagonista al principio del cuento. Ella es María Jáimez, actriz y bailarina. Encarna a múltiples personajes sin ningún objeto en la escena más que una venda y un lienzo blanco. Una llamada directa a la imaginación del espectador que le permita ver lo que ven los personajes. O, dicho de otro modo: dejemos de ver lo que queremos ver para empezar a ver.

La Tuerta rinde tributo al teatro mismo y al poder del perdón como elemento revolucionario y transformador. Dice el autor: “Si vivimos pensado que la vida nos debe algo, cuando el amor nos haga señas no las veremos. Tengamos un ojo, o los dos”.

Notas del director

María y yo buscábamos una forma y un lenguaje y el teatro nos trajo La Tuerta. El texto se transcribió durante los ensayos y la puesta en escena se pensó como una obra pictórica donde la luz y el lienzo pudieran expandir la acción como únicos elementos escenográficos, sin atrezzo ni objetos. Nuestras referencias en pintura fueron Goya, Velázquez, Warhol, Patinir y Caravaggio entre otros. En música Chopin, Falla, La Niña de los Peines, Schuman… En cine Roy Andersson, Buñuel, Fellini, James Whale… En teatro Kantor, Donelland, Bob Wilson, Pina Bausch o La Zaranda.

Ante nosotros aparece una actriz en medio de un lino blanco. A través de ella, veremos mucho más. Veremos, por ejemplo, un gusano que sale de una manzana o las profundidades de un río turbulento azotado por una tormenta eléctrica. En cada representación, damos fe de que el público “ve” lo que el personaje “ve”. Y esto se produce de forma directa, bella, imprevista y epifánica para todos.

El primer día de ensayos nos adentramos en una habitación oscura y en un momento muy oportuno un personaje nos encendió un fósforo y nos mostró el camino. El camino de baldosas amarillas. A partir del nuevo sendero la poesía se fue haciendo visible con cada paso y el teatro en su vaivén sorprendente impulsaba la acción versoa verso.

Duración:
Sinopsis

Una doncella del siglo XVI queda tuerta de un ojo en su primer encuentro amoroso. Llena de rencor jura vengarse del amor lanzando un maleficio cuyos efectos veremos en la época actual sobre una joven bailarina llamada Lucía.

La obra rinde tributo al teatro mismo y al poder del perdón como elemento revolucionario y transformador.

Sobra 'La Tuerta'

Anne Sexton dejó este verso: “Vive o muere, pero no lo envenenes todo”. Este fue el punto de partida que inspiró La Tuerta, ópera prima del actor Jorge Usón como autor y director teatral.

“Si yo no amo, nadie lo hará”, maldice esta protagonista al principio del cuento. Ella es María Jáimez, actriz y bailarina. Encarna a múltiples personajes sin ningún objeto en la escena más que una venda y un lienzo blanco. Una llamada directa a la imaginación del espectador que le permita ver lo que ven los personajes. O, dicho de otro modo: dejemos de ver lo que queremos ver para empezar a ver.

La Tuerta rinde tributo al teatro mismo y al poder del perdón como elemento revolucionario y transformador. Dice el autor: “Si vivimos pensado que la vida nos debe algo, cuando el amor nos haga señas no las veremos. Tengamos un ojo, o los dos”.

Notas del director

María y yo buscábamos una forma y un lenguaje y el teatro nos trajo La Tuerta. El texto se transcribió durante los ensayos y la puesta en escena se pensó como una obra pictórica donde la luz y el lienzo pudieran expandir la acción como únicos elementos escenográficos, sin atrezzo ni objetos. Nuestras referencias en pintura fueron Goya, Velázquez, Warhol, Patinir y Caravaggio entre otros. En música Chopin, Falla, La Niña de los Peines, Schuman… En cine Roy Andersson, Buñuel, Fellini, James Whale… En teatro Kantor, Donelland, Bob Wilson, Pina Bausch o La Zaranda.

Ante nosotros aparece una actriz en medio de un lino blanco. A través de ella, veremos mucho más. Veremos, por ejemplo, un gusano que sale de una manzana o las profundidades de un río turbulento azotado por una tormenta eléctrica. En cada representación, damos fe de que el público “ve” lo que el personaje “ve”. Y esto se produce de forma directa, bella, imprevista y epifánica para todos.

El primer día de ensayos nos adentramos en una habitación oscura y en un momento muy oportuno un personaje nos encendió un fósforo y nos mostró el camino. El camino de baldosas amarillas. A partir del nuevo sendero la poesía se fue haciendo visible con cada paso y el teatro en su vaivén sorprendente impulsaba la acción versoa verso.

Ficha artística
Ver ficha entera
Fotos y vídeos
Artículos relacionados
¡Enlace copiado!