Un público

Un público es una creación contemporánea escrita por Álvaro Revuelta junto al equipo de la compañía teatral Kurasana, con la dirección conjunta de Gabriela Burgos y del propio autor. Una obra teatral que bebe del concepto del theatrum mundi, donde además tiene un estilo que recuerda al teatro del absurdo. La obra plantea la siguiente pregunta: "¿Nos juntamos para poder hacer teatro, o hacemos teatro para poder estar juntos?"

 

Todo comienza con uno de los actores hablando directamente al espectador. En medio del escenario hay un círculo con diferentes tipos de sillas, donde los asistentes tomarán la decisión de en qué lugar sentarse, además de las propias butacas de la sala teatral. A medida que comience la obra, irán apareciendo nuevos actores que aproximadamente durante una hora propondrán situaciones en las que el espectador se verá envuelto. Lo que más cabe destacar es la propuesta vanguardista donde se sitúa al espectador dentro de la propia acción. Esta decisión, en mi opinión, es siempre arriesgada, pero en este caso ha sabido adecuarse al objetivo de escenificación que tiene la obra.

 

El lenguaje puede parecer coloquial, pero dentro de sí mismo encierra aspectos simbólicos y surrealistas. Tiene una gran carga expresiva y mediante el texto los actores se encargan de mostrarle al público que en realidad, ellos son los verdaderos protagonistas. El arte teatral existe gracias a que el público decide creer en las propuestas que les plantean los actores en escena. Así, mediante los actores, se consigue que el público vea en escena un elefante o que sientan que una silla pueda parecer un arma destructiva. La conciencia colectiva del espectador permite que estas creencias dramáticas sean reales al menos en los instantes de la representación.

 

En cuanto al resto de aspectos, destacar la sencillez con la que está hecha la propuesta. El vestuario que llevan puesto los intérpretes es informal. Tal vez, lo que más carga expresiva tiene es la iluminación, como permite que veamos las acciones que proponen los actores, creando ambientes y lenguajes del hecho escénico.

 

Es una obra que recomendaría a cualquier persona. Un público es la demostración de que el teatro no necesita de grandilocuencias para poder llegar al espectador. Necesita de juego, de propuestas, de actores/actrices y de lo que es más importante: de un público. El teatro sólo existe cuando hay alguien que lo contempla. Un público termina con un final acabado, pero que deja una sensación de apertura. Esa propuesta final es la guinda para dejar ver que la propuesta creativa ha querido llegar hasta sus límites. El público de la representación, como de costumbre, aplaude, pero ¿a quién? ¿A los actores, que han dejado el espacio antes de que acabe la representación? ¿A sí mismos? ¿O a la experiencia inefable e irrepetible que han vivido?

 

Por último, me parece fundamental mencionar el hecho de que la compañía Kurasana, está mayoritariamente integrada por hombres y mujeres que se dedican a la medicina y a la salud. Algo que me parece curioso porque a pesar de que puedan parecer disciplinas muy diferentes, siempre he sentido, que cada una a su manera, opera desde la transparencia y con la intención de mejorar la calidad de vida de sus asistentes. Un ejemplo más de que el teatro alberga todo aquello que quiera ser representado. El teatro como universo sin límites. Eso sí, para que pueda considerarse teatro, como propone la compañía, debe incorporar la relación entre actor (alguien que actúe) y espectador (alguien que observe).