You say tomato

En toda buena historia de amor, solemos ver el inicio y el despegue de una pareja, seguramente para que la conexión con esas dos personas sea más directa y su relación nos conquiste de inmediato. En You say tomato, nos perdemos ese típico comienzo de “Chica conoce a chico en una boda y se enamoran” y eso la hace aún mejor, dado su desarrollo.

Bajo la cotidianeidad de un bolo y un espectáculo de canciones románticas a punto de comenzar en un pueblo perdido, aparecen Noelia y Santi. Mientras se preparan, una chispa enciende sus preguntas sobre aquellos sueños que tuvieron al enamorarse y al empezar una vida juntos, a nivel personal y musical, ahora que el número de los 40 queda más cerca de lo que habían pensado. Bajo la dirección de Joan Maria Segura Bernadas y el texto de Joan Yago, repasan esos años y desembocan en un momento presente lleno de vivencias con las que llego a creer que hay magia en el escenario.

No es Ryan Gosling, pero tampoco lo necesitamos. Joan Negrié explora un personaje con el que rendirse a la emoción. Su compañera de viaje, Anna Moliner, está inmensa y regala un buen hacer escénico digno de enmarcar. Con esta pareja nos emocionamos, nos reímos y lo hacemos con una intensidad gradual que nos permite ir acomodándonos a la historia que cuentan, viajando hacia el pasado y el futuro en variadas ocasiones.

Reseña completa en Proyecto Duas

Vaya por delante que You say tomato es una de las obras de mi vida y que he visto más veces de las que uno está dispuesto a admitir en público. De las poquísimas, 3 o 4, que recomiendo abiertamente a todo el mundo y siempre me lo han agradecido.

Asistimos a la preparación de un bolo, no muy motivador, de una pareja de artistas que aspiraban a mucho más que a acabar interpretando duetos románticos en las fiestas de pueblo. En esos minutos previos a su función se desarrolla un “dramedy” impecable.

Un texto magnífico, escrito pensando específicamente en estos dos magníficos intérpretes, que barnizado con comedia de la buena, buenísima e inteligente, trata temas muy duros (relaciones de parejas, la cobardía de afrontar una vida que no nos gusta, la zona de confort, los sueños no realizados). Y la tremenda habilidad de acabar muy, muy arriba,con un tono alegre que te arranca sonrisas, tal como empieza, cuando en realidad hemos asistido a una conversación durísima. y que da para horas y horas de reflexiones vitales.

Soberbias interpretaciones y registros de Joan Negrié (de malencarado a un punto desvalido), y Anna Moliner, comicidad y cercanía que pasa al drama más frío en un segundo.

En resumen: Una obra que conecta con todos quienes la han visto y eso que si no fuera por el delicioso final, nos dejaría tocados a pesar de hacernos reír tanto y tanto. Una maravilla que brilla aún más si repites. Un texto que llega al tuétano de las relaciones, una dirección que hace que todo vaya como un reloj y unas interpretaciones sublimes, que consiguen emocionarme cada día. 

 

Anna Moliner y Joan Negrié son la pareja protagonista de esta comedia que Joan Yago, un joven dramaturgo galardonado con el Premio Quim Masó, ha escrito expresamente para ellos. Estamos ante una obra divertida y dramática al mismo tiempo, que trata sobre el mundo de la pareja, el amor y las esperanzas perdidas cuando dejamos de ser jóvenes.

Es de aquellas obras que te dan risa y a la vez te hacen reflexionar sobre los sueños del pasado, cuando la juventud empieza a desaparecer y empezamos a replantearnos lo que ha sido nuestra vida, los obstáculos que hemos tenido que superar y si realmente ha merecido la pena. Esta es la historia de Santi y Rosó, pareja sentimental y profesional. Lo han dado todo para conseguir su sueño, pero se han dado cuenta que la vida que habían soñado no tiene nada que ver con la que tienen. Es el momento de valorar a la persona que tenemos a nuestro lado por quien es, no por lo que nos aporta. Frustraciones, sueños incumplidos, diferencias irreconciliables y reproches. ¿Quién dijo que el mundo de la pareja era fácil?

Como espacio escénico un teatro de pueblo en tiempo de verbenas de verano. Una pareja de artistas en plena crisis de los cuarenta. Secretos y reproches detrás el telón y la sonrisa ante el público. Teatro dentro del teatro.

Muy buena dirección de Joan Mª Segura con un texto fantástico. La interpretación de ambos actores es extraordinaria, medida, sutil y de alta calidad. Se puede notar la buena conexión que hay entre ambos actores, haciendo del todo creíble sus personajes.

El número final es espectacular, un aire fresco y necesario para poder relajarnos de toda la tensión acumulada en los últimos minutos. Que Anna Moliner canta bien ya lo sabíamos, la gran sorpresa ha sido Joan Negrié. Los dos forman un buen equipo. ¡¡Felicidades!!

El texto de Joan Yago nos explica la historia de unos músicos que van de bolos por pueblos en las verbenas de verano y todo lo que los pasa durante los minutos previos de un bolo. Pero esta historia que podría dar mucho de jugo no acaba aquí. Como una cebolla vamos quitando capas y más capas. De una historia de dos músicos pasamos a la historia de una pareja, de una comedia vamos a un melodrama, y así en cada una de las capas que vamos quitando de un lado a otro sin darnos cuenta.

Entre Anna Moliner y Joan Negrié hay química. Y en el escenario se ve, se siente y se transmite al espectador. Además de estar geniales, podemos disfrutar la suave voz de Anna Moliner y la potencia de Joan Negrié en el sus solos.

Las diferentes transiciones que nos presenta la obra se ayuda con una iluminación que va de unos colores cálidos a otros más fríos. Lo mejor de todo es que sucede sin darte cuenta. La selección de las canciones de este viaje es perfecta. Nos transporta a diferentes décadas, además de un cambio vestuario por cada década. Pero no penséis que es un musical.

You say tomato reúne las relaciones de pareja y «el teatro dentro del teatro», y construye una comedia romántica con pequeños toques dramáticos y de reflexión. Joan Yago ha conseguido, precisamente, que nos creamos a esta pareja de cantantes que recorren las fiestas y verbenas de verano con insatisfacción y con la desesperanza de que nunca saldrán de allá donde están. La situación personal se mezcla con la profesional, y por el escenario desfilan una ristra de reproches y sueños incompletos que acabarán con el número musical que la pareja ha venido a representar. «The show must go on«, sin ningún tipo de duda.

El espectáculo resulta a ratos encantador y desprende la magia del teatro visto desde dentro. El texto está bien escrito y la dirección es ágil, pero la química entre Joan Negrié y Anna Moliner aguanta el show de principio a fin. Reímos con ellos y nos entristecemos con ellos, sobre todo en los dos monólogos donde cada cual argumenta cómo han sido los más de diez años de vida en común. Una pequeña joya que, en su sencillez, acaba siendo más que efectiva.

Cualquiera que, alguna vez, haya subido a un escenario y haya disfrutado de la experiencia, estará de acuerdo en que el sentimiento de felicidad que produce es inigualable. Esta euforia adictiva casi sólo se podría comparar con la adrenalina del comienzo de una relación amorosa. You say tomato juega, en cierto modo, con este paralelismo para hablar de la crisis de pareja, la generacional y la artística en una comedia dolorosa, con mala leche y muy honesta. Las dudas, la insatisfacción, la frustración o la negación son algunas de las emociones plasmadas por el dramaturgo Joan Yago en esta obra incisiva que sabe plasmar, en cierto modo, las decepciones que nos puede traer la vida y las dificultades para afrontar los sentimientos y la realidad tal como es.

Divertida y realista pero también, en cierta medida, pesimista, resulta un excelente ejercicio de catarsis colectiva para cualquier espectador que haya tenido aspiraciones artísticas o que eche de menos la chispa en alguno de sus proyectos vitales o amorosos. Los dos actores protagonistas, Anna Moliner y Joan Negrié, tienen mucha química, mucho carisma y equilibran perfectamente humor y drama, patetismo y dignidad. También la cuidadosa dirección de Joan Maria Segura Bernadas es importante para encontrar el tono adecuado y hacer que el engranaje contrarreloj funcione sin descompensaciones o altibajos. En definitiva, un montaje casi redondo que llega lejos con una idea sencilla y que, en fragmentos concretos como el de la pizarra, resulta brillante.