En nuestra crónica sentimental están todos los sentidos: aromas y tactos, sabores e imágenes, pero el universo evocador se vuelca en los sonidos que han llenado épocas y corazones. El Teatro Fígaro, continuando su línea editorial, nos presenta este musical con unas docenas de canciones que han vestido las paredes más privadas de nuestros recuerdos. Con el ejemplo y el formato cercano de “Moulin Rouge“, “La La Land” o “Elepé”, se nos narra la historia temporalmente invertida de un amor que reverdece según se acerca a sus orígenes.
Con la pluma y el bastón de mando de Félix Sabroso, esta propuesta lanza al escenario a Bibiana Fernández y Manuel Bandera, una atractiva pareja. Dicen y cantan bien este texto ingenioso con humor y guiños a una complicidad sociológicamente cotidiana en la que el público se identifica con facilidad. Se trata de un montaje cuidado, con diseño de vestuario de David Delfín y una excelente iluminación de David Picazo. La obra suena bien y se desenvuelve por derroteros que, aunque previsibles, son aceptados de buen grado.
Si se busca una función alejada …. Continuar leyendo en Tragycom