No me gusta leer los pormenores de una obra ANTES de ir a verla, para no arruinarme las posibles sorpresas ni predisponerme a nada. En este caso no hice ninguna excepción, por lo que la palabra que definiría lo que me hizo sentir este trabajo fue precisamente ésa: SORPRESA. Sorpresa de qué poco sé sobre las discapacidades, sorpresa de cómo se puede contar algo tan complejo y técnico de una manera tan poética y dramáticamente interesante, sorpresa de cómo, con tan pocos elementos, se puede construir un universo capaz de transmitir una emoción tan clara, sorpresa de cómo alguien puede ser tan valiente de exponer su parte más vulnerable con el objetivo de instruir al público en una realidad desconocida.
Me parece, por encima de todo, un espectáculo honesto y claro, valiente y muy bien escrito. Un acto generoso, que intuyo ha sido creado desde el amor y el dolor al mismo tiempo.
A nivel técnico, existen aún algunas cosas que pulir (en algunos momentos la música estaba demasiado alta y se perdían los textos, algunos actores se pisaron en sus réplicas,…) pero nada que no sea solucionable con el rodaje de la obra en sí.
Me fui a mi casa sintiendo y pensando. ¿Qué más se le puede pedir al teatro?
La recomiendo para quien necesite reír, emocionarse y aprender. Todo a la vez al mismo tiempo.
