El poder del actor Pere Arquillué para interpretar personajes diferentes (hombres, mujeres, adolescentes, niños pequeños) no es ningún descubrimiento, pero en cada obra podríamos decir que lo mejora, que se encuentra más cómodo. Y así se percibe en “El cuerpo más bonito que se habrá encontrado nunca en este lugar”.
Si el actor se encuentra cómodo, el espectador se removerá por dentro, y quizás también en la misma silla. No hay salvación posible para los personajes de un pueblo que viven atrapados por la incomprensión, por el peso de su tormento infantil, por la imposibilidad de salirse de las miradas inquisidoras de unos vecinos que no aceptan la diversidad.
Como buena obra de teatro, genera un debate al espectador. Eran muchos quienes en la salida de la obra expresaban como se sentían por la historia que el actor había interpretado a solas, por el pueblo que había desfilado a través de su voz, con su minimalismo en escenografía y en caracterización (ropa negra, un foco).
Bravo por las obras que nos hacen pensar, que permiten adentrarnos en los comportamientos humanos, y que abogan por el respeto a todas las personas y sobre todo por la importancia de la salud mental.
Por todo ello, la obra recoge todos los requisitos para levantarse del sofá de casa y correr para ir a verla.
