A estas alturas de la historia nadie pone en cuestión la gran capacidad cómica de Carles Sans. Tras 40 años de comedia gestual sin abrir la boca en Tricicle, junto a Joan Gràcia y Paco Mir, el cómico debuta en solitario con “Por fin solo». Pero además de su aparición en solitario, Sans sorprende por su cambio de registro, ya que decide dar un giro de 360 grados para sustituir una de las características más reconocidas de su carrera hasta el momento, el humor mudo, por el monólogo hablado.
Nada más comenzar el espectáculo lanza una advertencia; no piensa hacer mimo, lleva toda la vida deseando hablar y ahora, por fin, lo va a hacer. Tras un breve e irónico número de mimo destinado a todos aquellos nostálgicos que venían buscando reminiscencias de Tricicle, el cómico comienza a relatar distintas anécdotas de la reconocida compañía.
Su carisma y su trayectoria lo abalan, tiene al público en el bolsillo y nadie puede negar que sus gags están funcionando en la sala. Desde su gira en Japón hasta la forma en la que compagina su carrera profesional con su relación amorosa, Carles Sans nos invita a reírnos de su vida, tanto personal como profesional. Un cocktail servido a buen ritmo, ideal para la generación que vivió el auge de Tricicle y que recuerda con nostalgia números tan eternos como la isla o los bebés.
Puede que algunos echen de menos una exhibición de su enorme capacidad gestual o que incluso consideren sus gags hablados una serie de lugares comunes que no destacan por su originalidad. Pero, en cualquier caso, Carles Sans ya nos lo ha advertido, esta obra está dirigida a los seguidores de la trayectoria de Tricicle, y no a los nostálgicos de su comedia gestual.
