Rabia, dirigida por Lautaro Perotti y Claudio Tolcachir – e interpretada por este último tras 16 años dirigiendo -, nos cuenta una historia en forma de un monólogo de hora y media.
El actor nos atrapa en su narrativa con un vasto océano de imágenes para contarnos, como quien cuenta un cuento, la historia de José María. La mayor parte del tiempo Tolcachir adopta la figura de narrador, aunque en ocasiones se lanza a ser él mismo los personajes, dándoles vida en unos diálogos que el público agradece.
El espacio sonoro y las luces son elegantes, sutiles y muy sencillos, apoyando a la historia y su contenido teatral sin recalcarla o subestimar la capacidad de entendimiento del espectador.
El universo generado en ese escenario cumplen su cometido: el cuento se comprende, se mastica y se digiere mientras un maestro de la interpretación nos lleva en el viaje.
