Rabia

Rabia, dirigida por Lautaro Perotti y Claudio Tolcachir - e interpretada por este último tras 16 años dirigiendo -, nos cuenta una historia en forma de un monólogo de hora y media.

El actor nos atrapa en su narrativa con un vasto océano de imágenes para contarnos, como quien cuenta un cuento, la historia de José María. La mayor parte del tiempo Tolcachir adopta la figura de narrador, aunque en ocasiones se lanza a ser él mismo los personajes, dándoles vida en unos diálogos que el público agradece.

El espacio sonoro y las luces son elegantes, sutiles y muy sencillos, apoyando a la historia y su contenido teatral sin recalcarla o subestimar la capacidad de entendimiento del espectador.
El  universo generado en ese escenario cumplen su cometido: el cuento se comprende, se mastica y se digiere mientras un maestro de la interpretación nos lleva en el viaje.

La llegada de un nuevo espectáculo de Timbre4 siempre es un evento. Y si a esto le acompaña la vuelta de Claudio Tolcachir como actor después de 16 años, la curiosidad se dispara.

RABIA es una adaptación de la novela de Sergio Bizzio dirigida por el propio Tolcachir junto a Lautaro Perotti. Un monólogo donde en 90 minutos se nos contará la historia de Jose María, un obrero que tras un violento evento, acabará escondiéndose en la buhardilla de la mansión donde trabaja su amada.

Claudio Tolcachir nos lleva de la mano, como si de un "cuentacuentos" se tratara, por la historia de Jose María. A veces como narrador, a veces (Las que menos) como personaje propio de la historia. El trabajo del intérprete, dentro de esos límites, es intachable, guiándonos con soltura y aplomo por todo este viaje.

He de confesar, que a nivel formal, es un estilo que no me apasiona, pero su trabajo actoral, unido a una maravillosa puesta en escena, sobretodo a nivel técnico, con un trabajo de luces y sonido absolutamente sutil e inquietante, hacen que poco a poco me deje llevar por la historia de este misterioso prófugo y su oscuro y silencioso mundo.