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Aitana Sanchez-Gijón: «Tenemos incrustados muchos machismos»

Aitana Sanchez-Gijón protagoniza 'La Madre', una obra dirigida por Juan Carlos Fisher

Emma Álvarez

Dicen que los ojos son el espejo del alma. En el cartel de La Madre vemos los ojos de Aitana enmarcados en un espejo roto. Sin embargo, ella nos concede una mirada sin fisuras para hablarnos de Ana, la protagonista de esta obra, y de la maternidad, del cuidado a los otros y a una misma. Recordamos sus primeros pasos con la compañía La Barraca junto a Alicia Hermida antes de que se convirtiera en una chica Almodóvar porque ella es mucho más que una chica de. Ella es Aitana Sánchez-Gijón.

La Madre  es una obra de Florian Zeller, el dramaturgo francés vivo más representado fuera de su país.

No solo vivo, además jovencísimo. Tiene unos 40 años y cuando escribió la madre tenía solo 30, más o menos.

¿Qué te atrajo de esta obra? 

El rol de madre. Hemos colocado históricamente a las madres en ese lugar de cuidados, de abnegación, de entrega, de dejar todo por y para los hijos, la familia, la pareja. Esas madres que quizás forman parte más de una generación anterior a la nuestra, que somos mujeres más emancipadas, que trabajamos, que conciliamos o intentamos conciliar vida familiar y vida laboral. Estas madres cuyo único objetivo y propósito en la vida fue criar hijos y sostener una familia. Esta madre en concreto, Ana, sufre una depresión profunda en el momento en que el barco va siendo abandonado por todos esos integrantes de la familia. Una depresión que a veces se traduce con iracundia, con agresividad, con rabia y a veces con una tristeza insoportable que le impide vivir. Lo peculiar de Zeller es que él deconstruye la realidad y se coloca dentro de la cabeza, en este caso de la madre.

Zeller es autor también de El Padre, obra que está protagonizando Josep María Pou en el teatro Bellas Artes por lo que los espectadores pueden disfrutar de una especie de ciclo de este gran dramaturgo en Madrid. Tu personaje, Ana, ¿Ha cuidado más a los demás que a sí misma?

Sin ninguna duda, de sí misma no ha cuidado nada y por eso está en la situación en la que está. Es una mujer con un vacío existencial brutal que ha perdido las ganas de vivir, que reclama que no la abandonen, que se siente absolutamente sola y traicionada por todos, que se aferra como un clavo ardiendo a una relación de pareja totalmente agotada, que necesita tener a su hijo para sentir que está viva, para recuperar las ganas de vivir, con todo el peso que eso supone también para los demás ¿no? Y esto es consecuencia también de estos roles asignados a través de los tiempos que hemos ido heredando, que hemos ido perpetuando y que afortunadamente están empezando a cambiar. Pero bueno, a costa también de un doble esfuerzo, nos incorporamos al mercado laboral pero seguimos sintiendo en el ADN que tenemos que ser las principales cuidadoras y los centros de estas familias, las sostenedoras, entonces yo creo que esta mujer peta por todo eso y que es absolutamente reconocible el personaje.

Uno de los temas que se tratan actualmente en educación es la sobreprotección de los hijos, no ha sido tu caso, empezaste desde muy pequeñita con la compañía La Barraca con Alicia Hermida ¿qué crees que te ha beneficiado a ti tener esa independencia, esa autonomía y poder trabajar también como mujer de una forma conciliadora?

Bueno, pues en el momento en que todos han empezado a volar de casa, ya tengo un hijo fuera, una hija con un pie dentro y fuera y bueno… hay que pasar por esos dolores pero yo siempre he propiciado que cada uno haga su camino. Y lo vivo también como una emancipación o sea se emancipan ellos pero también nosotras nos emancipamos y recuperamos el tiempo. Y es que criar hijos es una tarea muy dura, es realmente una tarea titánica, entonces, de repente, cuando ves que ya vuelan solos y que tienen sus vidas es un momento fantástico para recuperar el terreno perdido.

Imagen de 'La madre' de Florian Zeller

Aitana Sánchez-Gijón junto a Álex Villazán, que interpreta a su hijo en ‘La Madre’

¿Qué aprendizaje te han dado tus hijos?

Pues cada día, los grandes maestros son ellos. Te podría decir miles de aprendizajes desde que nacieron porque es un aprendizaje continuo pero sobre todo el de confiar. Me han hecho practicar la confianza, la confianza en ellos, soltar la sobreprotección que es un instinto también que surge de manera natural. Cada vez que he tenido esa tentación, decir no, suelta y confía, confía en ellos. Y además que se equivoquen, que tropiecen, que aprendan, que se curtan, que sean personas con sus propios recursos y eso es algo que vas aprendiendo con ellos día a día.

Y dentro de la educación, sé que tú eres una lectora empedernida pero cada vez hay más madres y padres que ponen las pantallas delante de los niños.

Totalmente, en los restaurantes, ves a estas familias sentadas y al niño con su pantallita ahí para que no moleste… Bueno, de hecho ya está teniendo consecuencias toda esta exposición digital, está creando una dificultad también en la comunicación el hecho de que la lectura haya pasado también a un segundo lugar, el cerebro se desarrolla de otra manera, yo creo que se pierden capacidades y habilidades.

Y en cuanto a comunicación ¿cuán importante crees que es la comunicación en la familia de cara a tener una familia sana?

Pues básica, es que es el centro de todo. Buena comunicación y confianza, las dos cosas.

Hace ocho años representabas a otra madre, un personaje totalmente diferente: Medea ¿qué puntos de conexión podrías encontrar entre estas dos formas de enfocar una madre?

La sensación de estafa, de abuso, de haberlo entregado todo por en el caso de Medea por Jasón, ese hombre por el que lo da todo que hasta mata a su propio hermano. Y en este caso, Ana es una mujer más normal que reconocemos en la vida cotidiana porque claro, Medea es un personaje mitológico pero tienen puntos en común. Esa rabia, esa ira manifestada de formas diferentes: Medea mata a sus hijos, Ana está a punto de morir ella. También creo que tiene mucho que ver la Ana de La Madre con la Nora de Casa de muñecas, yo creo que es una Nora que no da el portazo. ¿Qué pasaría con Nora si no hubiera dado el portazo? ¿Qué pasaría 20 años después de sufrir esa crisis y decidir que no da el portazo y no se va de esa casa? Pues nos encontraríamos con Ana.

Hemos hablado de los hijos pero también la pareja en ambas son clave ¿cuál es tu relación como Ana con ese marido y cómo crees que le afecta a la relación?

Pues es una relación agotada desde hace mucho tiempo. Hay una dualidad entre el rencor que le produce una relación que le vendió él pero que en realidad fue ese ideal romántico, esa cosa del príncipe azul que llega y con el que voy a formar una familia y lo voy a dar todo por nuestros hijos y que pasa el tiempo y ves que eso es insostenible.

Imagen de 'La madre' de Florian Zeller

Juan Carlos Vellido interpreta el papel del marido de Aitana Sánchez-Gijón en ‘La Madre’

Hace poco publicamos un reportaje sobre machos que no son alfa ¿crees que necesitamos más machos que no sean alfa?

Bueno, yo creo que evidentemente los hombres se tienen que estar repensando bastante. Y afortunadamente cada vez encontramos más hombres que ya están en un lugar muy distinto o que por lo menos tienen una mirada crítica y abierta. Y no sólo ellos, nosotras también tenemos incrustados muchos machismos hasta las más feministas. Yo misma he perpetuado también roles en mi propia vida siendo mujer emancipada y, sin embargo, he sentido que la responsabilidad de la unión familiar, del sostén familiar era mía. Por eso veo este tipo de personajes y tengo este impulso de interpretarlos porque hay algo como de entenderme a mí misma, de por qué yo también he caído siendo tan consciente, teniéndolo tan claro. Y es que realmente nos faltan todavía unas cuantas generaciones para superar todo esto.

Sí, hemos heredado durante generaciones ese rol de la mujer cuidadora y con falta de autocuidado.

A mí me parece muy bien cuidar, de hecho me parece una gran virtud cuidar a los demás y dejar que te cuiden pero no cuando cuando eso implica una falta de cuidado hacia ti misma. Yo creo que la cosa pasaría por encontrar en el lado masculino también un poco esas ganas y ese placer del cuidado por parte de ellos.

Estoy de acuerdo, es un gran mensaje. Dijiste una vez: «volver al teatro para mí es como volver al vientre materno» ¿Qué sientes cuando te subes a un escenario?

Bueno, siento un gran vértigo porque me produce como un terremoto interior cada día que me subo al escenario y luego lo paso de maravilla. Vivo con esa adrenalina a la que estoy enganchada y que sobre todo es esa posibilidad de vivir en el aquí y el ahora. Es como la meditación, el teatro es el presente más absoluto porque en cuanto te vas de ese presente se te va el texto, se te va la inspiración. Entonces te hace estar constantemente en el aquí y el ahora para no perder el hilo. Y luego también tiene ese factor mágico de acuerdo tácito con el espectador en el que todos nos ponemos de acuerdo en que lo que vamos a vivir todos juntos está sucediendo aunque todos sabemos que es mentira. El espectador hace que se cree que yo soy Medea y yo me creo Medea por un rato y entonces vamos a jugar todos juntos a esto. Y vamos a vivir esta fantasía que en el fondo es como una catarsis colectiva a través de la cual ponemos todos nuestros fantasmas, nuestros miedos y nuestros anhelos en el mismo tapete.

¿Y cómo es la relación con los compañeros? Comentabas hace poco que te encontraste con Antonio Banderas después de 20 años y todavía se mantenía ese vínculo que casi es como familiar ¿no?

Sí, bueno es que durante un año mi familia más que mis propios hijos van a ser: Juan Carlos (Vellido -interpreta a su marido, Álex (Villazán-interpreta a su hijo) Julia (Roch-interpreta varios personajes, entre ellos, a su hija). La relación con Juan Carlos Fisher, con Nuria (Cruz Moreno- la productora de Barco Pirata), con todo el equipo que te acompaña durante un período tan largo. Son las personas con las que más tiempo voy a pasar, voy a comer, voy a cenar, voy a sentir nervios, a compartir risas, anécdotas y todo eso aunque luego pasen años sin encontrarnos de nuevo eso ya se queda ahí para siempre. Y cuando te vuelves a encontrar al cabo del tiempo es como volver al mismo punto donde lo dejaste.

¿Alicia Hermida fue tu madre teatral?

Sí, sin duda. Alicia Hermida para quien no la conozca es una actriz que falleció hace poquitos años pero que el público la conoce sobre todo por Cuéntame, era una de las vecinas. Y ella fue una gran maestra de actores. Yo también tuve la suerte de trabajar en La gata sobre el tejado de zinc caliente con ella como actriz. Cuando tenía trece años yo iba a un centro cultural a dar clases de teatro y ella fue mi maestra.

Y sobre las odas a las madres se escribió hace relativamente poco un hit musical que seguramente conocerás: Ay mamá de Rigoberta Bandini

Sí, yo soy de las que tienen caldo en la nevera (risas)

Una de las frases que dice la canción es «tú que podrías acabar con tantas guerras». Ahora mismo que tenemos la guerra de Gaza y Ucrania, imaginemos que tú pudieras ser la madre de estos mandatarios y pudieras parar estas guerras ¿qué les dirías?

Pues en el caso de Netanyahu le diría que el Estado Palestino tiene que existir, que no va a haber paz hasta que no haya un reconocimiento mutuo y del derecho a existir por parte de todos. A Putin le diría que Ucrania también tiene derecho a existir por sí sola que se dejen ya de ser conquistadores y abusadores y respeten el derecho de ser y de existir de los otros.

Me gustaría terminar con el primer poema que recibiste de Rafael Alberti: «nuestro triste hoy será luz mañana» ¿eres una persona optimista?

Tengo una mezcla: pesimista de pensamiento, optimista en la acción. No es mío no sé a quién se lo he copiado pero da igual que pienses que las cosas no van a ir mejor tienes que hacer algo para que no sea así.

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Escrito por
Emma Álvarez

Redactora Jefa de Teatro Madrid. Estudié Ciencias de la Información en la Complutense e interpretación con la técnica Meisner y Lecoq, donde descubrí la importancia de la escucha y el potencial del cuerpo.

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