DEL 24 DE NOVIEMBRE AL 17 DE DICIEMBRE

José Sanchis Sinisterra: «Del teatro espero que un espectáculo me haga ver con ojos nuevos algo que yo había leído, conocido o incluso montado»

El autor valenciano llega a La Abadía con ‘El lector por horas’, una obra sobre el poder creador de las palabras, ganadora del Premio Max a Mejor Autor Teatral en el año 2000

Bea López

Sanchis Sinisterra, dramaturgo, director y pedagogo teatral, autor de cincuenta textos y ganador del Premio Max de Honor en 2018.

No cabe duda en afirmar que José Sanchis Sinisterra es un clásico contemporáneo vivo de la historia del teatro en lengua hispana, cuya concepción del suceso escénico y su forma de escritura dramática han marcado un antes y un después en la escena. El lector por horas es solo una gran muestra de ello. Una obra sobre los libros, la lectura, los juegos de poder y la importancia del otro en la forma de afrontar la vida, que regresa a las tablas casi tres décadas después de su creación.

Carles Alfaro dirige una nueva propuesta del texto del dramaturgo valenciano protagonizada por Pep Cruz, Pere Ponce y Mar Ulldemolins. El espectáculo llega a Madrid el 24 de noviembre, dentro de la programación de la 41º edición del Festival de Otoño para después continuar su periodo de exhibición en el Teatro La Abadía hasta el 17 de diciembre.

Desde TeatroMadrid hemos hablado con el dramaturgo, director y pedagogo teatral sobre el proceso de creación y vigencia de El lector por horas, el valor del texto dramático y la tradición literaria y sus inquietudes escénicas.

En tu concepción teatral consideras que el público ha de ser activo, y por tanto se espera del espectador que sea un coautor y cómplice. En la sociedad actual cada vez está más generalizado el consumo instantáneo de la cultura, que busca el entretenimiento puro y duro sin exigencia de esfuerzo por parte del espectador. ¿Cómo consideras que se está viendo afectada la creación teatral por este hecho?

Como ha ocurrido siempre hay una parte de la creación teatral que busca sobre todo el reconocimiento, el éxito y, si es posible, el dinero y el bienestar. Y hay otra parte del universo creativo que piensa que ese no es un objetivo, diríamos entre comillas, lícito, para la creación artística. Que existen otros caminos para llegar, pero la forma es tratando al espectador como alguien capaz de extraer sus propias deducciones, algo que le relativice, que le conflictúe sin expulsarlo del teatro. Para mí, la dificultad está ahí: en cómo no hacer un teatro complaciente sin ahuyentar a los espectadores y espectadoras. Y tiene que ver con el arte, con la estética, con la búsqueda de formas, pero no hay una respuesta. Es una actitud: o quiero el reconocimiento a toda costa o quiero arriesgarme, a veces hasta perder mucho tiempo de tu vida en una tarea que no te reclama y te aplaude.

«Como la luz es onda o es partícula, el teatro es literatura y es espectáculo»

Para ti, el teatro debe ser concebido tanto en su naturaleza literaria como escénica. Esta premisa brilla con especial fuerza en El lector por horas. Considerando que el teatro es un género literario, se puede distinguir entre buenos y malos lectores. ¿Por qué crees que cada vez se lee menos teatro (especialmente fuera del ámbito filológico) y existen más creadores teatrales que consideran que el texto es solo un elemento más del suceso escénico que no tiene sentido completo por sí mismo?

Realmente es una lucha de poder en cierto modo. Desde que, a principios del siglo XX, la figura del director de escena empieza a ganar cuotas de poder en el sistema teatral, con excepciones extraordinarias y muy diversas, hay todo un sector de directores, y de productores también, que considera que el texto es un material, y que el verdadero creador del hecho teatral es el que lo lleva al escenario. Llevo 40 años peleándome con esto. Así como la luz es onda o es partícula, el teatro es literatura y es espectáculo. Y como tal literatura tiene que ser respetada. Sí establezco una diferenciación: cuando se trata de una obra como Las tres hermanas de Chejov, que ya tiene un reconocimiento en el bagaje cultural contemporáneo, yo puedo tomarme libertades advirtiendo antes: Éramos tres hermanas, una obra basada en Las tres hermanas de Chejov. Y hago un trabajo de costura, donde se mantiene lo esencial de la obra, y el espectador va a ver lo que ha hecho Sanchis Sinisterra con Chejov, no va a ver a Chejov. Eso para mí es un principio casi ético.

Imagen de 'El lector por horas' de Carles Alfaro

José Sanchis Sinisterra recibió el Premio Max a Mejor Autor Teatral en el año 2000 por esta obra.

Hay también una cosa malentendida: muchos directores y directoras consideran que el texto dramático es un material para su creatividad, pero que lo que ellos hacen con ese texto es su lectura. Pero no, no es tu lectura, es tu escritura. Tú estás escribiendo encima de mi texto y, por lo tanto, lo estás emborronando porque ya ni es tuyo ni es mío. Pero es una batalla perdida con la que sé que me iré a la tumba.

La obra El lector por horas fue escrita en 1996. Se estrenó el 21 de enero de 1999 en el Teatre Nacional de Catalunya, en una coproducción con el Centro Dramático Nacional. ¿Cómo te sientes al reencontrarte con ella 27 años después, cómo ves la obra?

Suicida. Cuando la escribí, primero, existía una cosa llamada entreacto. Para mí es una decisión dramatúrgica. Si pongo entreacto en una obra, entre una situación y otra, es porque quiero que en ese intervalo el receptor tenga la posibilidad de posicionarse, bien aclararse o al contrario. Y ahora el entreacto está prohibido y, por tanto, las obras como El lector por horas me imagino que para el público habitual resultan eternas.

A Carles Alfaro, que dirige esta nueva propuesta, lo respeto mucho, porque es de los autores que quiere que el autor les diga su visión. Él siempre quiere oír la voz del autor y que el autor le dé lo que él tenía en la cabeza y en las manos cuando escribió la obra.

El lector por horas muestra una teatralización del acto de la lectura con una selección fragmentaria de referentes literarios. El espectador es cómplice del juego dramático que nos presenta la obra, de la gran influencia de la lectura en nuestras vidas y del poder ejercido en todas las esferas de la vida humana. ¿Cuáles fueron tus mayores motivaciones para escribir este texto?

Hubo un factor desencadenante y era que, puesto que una parte muy importante y amplia de mi trabajo como dramaturgo había sido introducir la literatura narrativa dentro del teatro, quería coger fragmentos literarios y ver si son sustancia dramática de una trama, que tiene que ser muy leve, y que además no tiene por qué ser demasiado explícita. Pero después pasaron más cosas. La elección de fragmentos fue bastante al azar: estando en mi casa de Barcelona iba a la sección de narrativa de mi biblioteca, cogía un libro, lo hojeaba y entonces ponía un fragmento en donde hubiera alguna pista, para que un lector semiculto pudiera identificarlo. Pero luego pasó una cosa muy curiosa: inevitablemente, aunque el azar había sido el impulso que me llevaba a meter ese fragmento, eso segregaba algo que afectaba a la propia acción dramática. Hubo una elección arbitraria, pero luego la arbitrariedad encontraba el modo de hacerse un sitio semánticamente interesante, al menos para mí, en la obra.

Imagen de 'El lector por horas' de Carles Alfaro

Pep Cruz, Pere Ponce y Mar Ulldemolins protagonizan la nueva versión del director Carles Alfaro de ‘El lector por horas’.

La otra dimensión importante fue lo que llamo mi plagio de Pinter. Lo había descubierto hace poco, y me interesaba mucho esa dimensión de lo sumergido, lo no dicho, lo implícito y el hecho de que fuera el espectador el que rellenara los huecos del texto.

Lorena, Celso e Ismael son los tres protagonistas (junto con los libros de la biblioteca). Han pasado casi tres décadas desde que les diste vida y aún su historia nos sigue interpelando. ¿Dónde reside para ti la clave de su vigencia?

Hay dos aspectos: uno es esa especie de relación con la literatura. Hay una parte de la población que ama los libros y que piensa que los libros forman parte de la vida. Esas personas pueden sentirse más o menos identificadas y atraídas por una problemática que se instala en el corazón de los personajes. En una mirada menos literal, hay un problema clarísimo de lucha de clases, y también de guerra dentro de la familia. Un conflicto que nunca llega a estallar, pero que está ahí latente y que, de alguna manera, me parece que sigue siendo el pan nuestro de cada día. Los que tienen el poder en cuanto pueden abusan de él, y en cuanto el de abajo empieza a crear problemas hacen lo posible por neutralizarlo. Y los de abajo, en este caso Ismael, en el momento en el que pierde lo que se llama en términos marxistas el principio de necesidad, tiene la posibilidad de acceder a una cierta libertad.

El valor de la tradición literaria atraviesa toda tu producción. Hoy se puede afirmar que tú ya eres un referente. Muchos autores contemporáneos te tienen en cuenta en sus creaciones y son muchos los teóricos que te incluyen dentro del estudio y análisis de la historia teatral española. ¿Qué significado tiene para ti?

No es ni modestia ni nada por el estilo, pero me sigue sorprendiendo mucho porque sigo considerando que estoy empezando. No vivo pendiente de esto. Lo que me encanta es cuando en un instituto están estudiando mi obra y me invitan a ir allí a hablar con ellos. Conque uno o dos alumnos de la clase queden atraídos por la literatura me doy por satisfecho. Compartir ese amor por la literatura me apasiona. Hay veces que me sirve para superar los momentos de desaliento, que también los tengo. Con 83 años, con 80 y tantos textos escritos, y que tenga que andar buscando a ver quién me ayuda a crear un espacio para seguir investigando, formando; el hecho de que nadie haya reaccionado me deprime. Cuando me entero de que alguien está haciendo una investigación sobre mi teatro, pues siento que, en otra órbita para algunos locos perdidos, sí que existo. Pero ese no es el oxígeno que necesito. El oxígeno que necesito es tener un grupo de gente con la que pueda de alguna manera fabricar dispositivos creativos.

¿Qué importancia le has concedido al repertorio en tu carrera? ¿Por qué crees que hoy ya no se valora igual?

Prescindir, renunciar o menospreciar a lo escrito por generaciones anteriores es la condición sine qua non de inventar la sopa de ajo. Creer que estás haciendo algo nuevo e innovador. Hay una cosa que dice el director y teórico francés, de principios del siglo XX, Jacques Copeau: «Las artes no progresan como las ciencias por un abandono y olvido de lo que ya ha sido superado o sustituido por la innovación. Las artes progresan por un retorno permanente a los orígenes». Me parece una muestra de miopía, que es lo que caracteriza a gran parte de la cultureta de este país.

Dramaturgo y director escénico, pero también pedagogo teatral. Has sido profesor de enseñanza reglada y llevas muchísimos años impartiendo numerosos talleres y cursos de dramaturgia textual, actoral y de escritura dramática. ¿Qué te ha aportado la enseñanza como autor?

La docencia me ha aportado todo y sobre todo ha sido un estímulo para seguir avanzando, no repetirme. Una de las cosas que más tristeza me producía en la época de la universidad eran esos profesores que llevaban 15 años diciendo lo mismo.

Autor de cincuenta textos entre originales, adaptaciones y traducciones. Creador del Teatro Fronterizo y del Nuevo Teatro Fronterizo, fundador de la sala Beckett de Barcelona y La Corsetería en Madrid. Ganador de dos Premios Max al Mejor Autor Teatral (1998 y 1999), Premio Nacional de Teatro (1990), Premio Nacional de Literatura Dramática (2003) y Premios Max de Honor (2018). Y estos son solo algunos reconocimientos de una lista larguísima. ¿Como creador y pedagogo teatral qué te queda por hacer? Y como espectador: ¿qué te gustaría ver, qué esperas del teatro?

Quiero intentar sistematizar las herramientas que he ido utilizando en el trabajo de dramaturgia del texto narrativo, y quiero poner en marcha nuevos campos de investigación a partir de un grafo que es el pentágono. Quiero investigar triadas que forman parte de una unidad de personajes pentagonal. Es un plan de trabajo que he llamado pentagonista. Quiero ver qué intersecciones se producen entre distintos niveles del individuo dentro de temáticas; si puede servir tanto para la escritura como para la puesta en escena.

Del teatro espero que un espectáculo me haga ver con ojos nuevos algo que yo había leído, conocido o incluso montado y que de pronto se me revele como nuevo.

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Escrito por

Periodista y filóloga hispánica que ha hecho de su pasión por la cultura y las artes escénicas su forma de vida. Creadora de contenidos editoriales de TeatroMadrid y redactora de la Revista TM.

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