Entre los icónicos títulos de esta temporada ha destacado, sin ninguna duda, la prometedora versión musical de Matilda, en el Teatro Nuevo Alcalá de Madrid, avalada por cerca de un centenar de galardones a nivel internacional. Y ahora, solo nos quedan poco menos de 2 semanas para seguir disfrutándola.
El musical de la Royal Shakespeare Company, que cuenta con libreto de Dennis Kelly, basado en la novela de Roald Dahl y música y letras de Tim Minchin, se estrenó en 2010 en Londres y llegó para quedarse; doce años después, sigue en cartel. Un año más tarde, aterrizaba en el West End, donde también sigue programado.
La producción española no es, como en otros casos, una réplica exacta de la británica, aunque sí mantiene algunos de los elementos más significativos. David Serrano adapta y dirige esta superproducción de SOM Produce, que repite con el equipo creativo Billy Elliot.
Si bien el musical aterrizaba por primera vez en nuestro país, allá por 1996 en plena campaña de Navidad se estrenaba la versión cinematográfica de la que fue una de las últimas novelas de Roald Dahl. El conocido actor Danny DeVito daba un giro a su carrera con la dirección de esta película que, aunque fracasó en taquilla, se ha convertido en un icono pop para los niños y niñas criados en los 90. Los fans y las fans de Matilda están por todas partes y TeatroMadrid ha hablado con algunos de ellos para tratar de comprender el éxito de este personaje. «El libro me encantó, pero la peli la vimos mil veces sin exagerar», cuenta Paz, de 36 años, responsable de Atención al Cliente en una empresa de Informática.
Si eres de los que todavía no la ha visto, aquí tienes 7 motivos de por qué no deberías perdértela y, si ya has disfrutado del montaje, no te pierdas estas anécdotas que pueden hacer que la veas con nuevos ojos.
1. El mejor título de Roald Dahl
Son bien conocidas las múltiples mezquindades del autor británico y su compleja biografía, sin embargo resulta casi innegable que Roald Dahl es unos de los mejores narradores de literatura infantil y juvenil de nuestro tiempo. Las brujas, James y el melocotón gigante o Charlie y la fábrica de chocolate son algunos de los títulos que nos dejó el polémico escritor.
Resulta natural preguntarse cómo tras una infancia traumática el autor fue capaz de crear un personaje luminoso y divertido como Matilda. En este sentido, Tessa Dahl, hija del autor, parecía dar con la clave en un artículo publicado en los años ochenta. Tras su sonado divorcio con la actriz Patricia Neal, su padre se casó con Felicity «Lizzy» Dahl (sí, Lizzy, como la muñeca de la película de DeVito). «Mi padre se había enamorado. Todo cambió cuando se casó con mi madrastra a principios de los 80. Le procuró tanto afecto y lo cuidó con tanta devoción, que su corazón rompió a cantar» y añadía «Es a ella (a Lizzy) a quien debemos agradecerle Matilda. Matilda es fantástica. Matilda es lo mejor del Roald Dahl íntimo». Así pues, ¡cómo no iba a enamorarnos un personaje nacido del amor!
2. Un icono feminista
Entre princesa torpe y princesa tonta, las niñas de los 90 la encontramos a ella: Matilda, una auténtica heroína, una niña carismática y sensible que vive en una familia con la que no encaja. La pequeña enfrenta, gracias a sus poderes y su inteligencia, los cánones machistas que le impone su madre –una mujer florero en toda regla–, el camino de la estafa y el engaño que le propone su padre –un delincuente de poca monta–, y la desidia más absoluta de su hermano adolescente. Los tres conforman una familia grotesca y consumista en la que escasea, sobre todo, el amor.
Hablamos con algunas de esas personas que en plenos años 90 soñaron con cantar aquel Little Bitty Pretty One sobre la mesa del salón, mientras comían cereales sin usar las manos. Elena, profesora de 36 años, explica que «acostumbrada como estaba a ver películas de princesas frágiles, ver a esa niña sacando fuerzas de sí misma para enfrentarse al mundo de los adultos y hacerse fuerte era muy rompedor». Esther, abogada de 32 años, destaca que «Matilda te enseñaba que no pasa nada por ser diferente y que las redes de amistad fuera del ámbito familiar salvan vidas». Matilda representa el desafío a la familia tradicional, en la que los amigos, e incluso una profesora, pueden conformar ese hogar en el que sentirse seguro. El final de la historia se conforma como una auténtica rebelión de los inadaptados, un acto de justicia de los débiles contra los poderosos, que ejerce su venganza a través del humor y no desde la rabia.
3. Los libros como refugio
«A Matilda le gusta escribir, es una niña diferente, y todos los que nos hemos sentido diferentes podemos empatizar con eso», afirma Celia, guionista de 30 años. «La película me pilló en una época en la que los que somos lectores o nos interesan las humanidades, la danza… nos empezamos a sentir incomprendidos», relata Antonio, periodista y dramaturgo de 39 años. Esther añade que «cuando te gusta leer mucho, ver un personaje con la misma obsesión siempre te hace sentir acompañada y representada. Los libros juveniles suelen tener protagonistas aventureros y muy deportistas; Matilda rompió moldes».
Roald Dahl construyó un personaje que se refugiaba en los libros, un personaje en el que muchos de estos jóvenes lectores se refugiaron a su vez para dejarse arropar por su propia historia de superación. Matilda encuentra en la biblioteca el hogar que no tiene y en los protagonistas de sus libros a esos amigos que todavía no ha hallado. A través de la lectura, la niña descubre mundos lejanos y los enormes tomos de autores como Dickens o Kipling, que prácticamente le ofrecen una educación y le permiten elaborar una mirada propia. En este sentido, el nuevo musical es fiel a este concepto ya que la imponente escenografía incluye, entre otros elementos, más de 300 libros gigantes.
4. Humor antisistema
—¿Crees que todos los libros para niños deben tener pasajes cómicos? —preguntó la señorita Honey.
—Sí —dijo Matilda—. Los niños no son tan serios como las personas mayores y les gusta reírse.
Lo mejor de Matilda es que se enfrenta a los adultos desde la ironía y la complicidad con los espectadores; no hay nada más transgresor que una caricatura mordaz. Dahl ridiculiza con portentosa imaginación a unos adultos exageradamente egoístas y zopencos, algo deformados por la perspectiva infantil. Narrativamente los espectadores se colocan en el lugar de los niños (lo sean o no). Se ponen a la altura de la pequeña, que a pesar de su inteligencia y su extrema sensibilidad, sigue siendo una niña que busca divertirse y encontrar el cariño. Esta historia se construye como una sátira contra los adultos y, en particular, contra los adultos poderosos como pueden ser los padres o la directora del colegio, la terrorífica señora Trunchbull. Contra este sistema en el que el colegio parece una cárcel, y el aula se presenta como un paraíso honesto y sencillo en el que compartir con la profesora y los compañeros.
5. Un toque de oscuridad y muy buen rollito
El musical hereda la estética feel good que ya sugería Danny DeVito en su película, y la eleva un punto más: niños adorables, travesuras, gran colorido, canciones alegres y un final feliz y reconciliador: «Hay lugar para los diferentes, a pesar de todo». Este toque de color y frescura contrasta en la película con algunas imágenes tremendamente oscuras y angustiosas, como el «asfixiadero» o la escena en la que los padres de la pequeña la obligan a ver el repulsivo programa de televisión Pégueme y págueme. «Matilda tiene escenas memorables como la de la tarta o la escena en la que tiran a la niña cogiéndola de las trenzas; creo que esas escenas no podrían salir en una película hoy», comenta Celia. «Ahora somos más sensibles y susceptibles con las películas destinadas a público infantil», añade Elena.
Antonio se acercó a este personaje desde la literatura y recuerda que fue la primera vez que sintió «que leía una novela y no un cuento para niños». Y añade: «Creo que tampoco es un musical para niños; es un musical de adultos que pueden disfrutar los niños«, algo que también ha destacado el director de la propuesta David Serrano en varias ocasiones. Puede que este delicado equilibrio entre lo aterrador del mundo de los adultos y la luminosidad del mundo de Matilda sea también parte del secreto del éxito de este personaje que habla a los niños sin poner voces ridículas ni infravalorarlos.
6. Niños y niñas protagonistas
Ya en la adaptación cinematográfica una jovencísima Mara Wilson conquistó nuestros corazones con su flequillo cortado a tazón y su vestido azul. También Bruce Bogtrotter (el niño del pastel) o Lavender, la primera amiga de Matilda, estaban encarnados por actores tiernos y solventes. Ahora la historia llega a las tablas con nada más y nada menos que 61 niños y niñas para dar vida a esta historia. Un elenco que ha sido seleccionado de entre los 600 pequeños que se presentaron al casting. Superando a Billy Eliot, esta promete ser una de las producciones más complejas en este sentido, aunque los jovencísimos protagonistas llevan más de un año trabajando en la escuela de SOM para ponerse en la piel de los alumnos de Crunchem Hall.
7. Música para alegrar el alma
Aunque la historia de esta niña con poderes telequinéticos comenzó en las páginas de un libro, la música fue uno de los elementos fundamentales de la película, que cuenta con una banda sonora totalmente reconocible. La historia, además, pedía música y no tardó en llegar la adaptación musical, con grandes éxitos como Si eres mayor (When I Grow Up). Ahora, Netflix también ha hecho un remake de la película basada en el musical, con Emma Thompson en el papel de la señorita Trunchbull.
¿Qué es lo más te gusta a ti de esta historia? ¿Ya has disfrutado del musical? ¡Cuéntanoslo en comentarios o visita la ficha del espectáculo y consigue ya tus entradas!