No parece en la escena inicial que Cabezas de cartel vaya a ser el disfrute que es, el espectáculo tan vivo que ofrece una conversación rapidísima que por momentos no es que parezca improvisada, sino que parece directamente real. Constantemente los dos actores, dueños y únicos miembros de la compañia de teatro que está escribiendo su próxima función, se hacen preguntas que los taladran por dentro: por qué hacemos teatro, para qué, si queremos priorizar nuestros principios -la cultura en la trinchera, la pasión- o el dinero, para poder vivir mejor, para poder simplemente vivir de esto, para poder seguir haciendo teatro, o si en realidad lo único que queremos hacer cosas de calidad, sea lo que sea eso, a […]