El favor

El favor es una comedia en la que cuatro amigos, de esos que se cuentan con los dedos de una mano, se reúnen para cenar en casa de uno de ellos, Martin. Lo que no saben es que esa cena tiene por objeto pedirles un “pequeño” favor, tan pequeño que a Martín no le será nada fácil arrancar la conversación y que cambiará su vida para siempre.

Una comedia que te transporta al salón de Martín, tanto que casi puedes oler la cena. Una situación que no es lo normal, pero perfectamente se podría dar en un grupo de amigos. La escena transcurre en un ambiente de buen rollo, cachondeo, recuerdos de situaciones pasadas, etc. como cuando te reúnes con tus amigos, los de verdad. Las risas están aseguradas.

Los actores, brillantes, tanto que casi te olvidas que estás en un teatro y vives la escena formando parte de esa pequeña familia de amigos.

Una comedia con la que te reirás, te sentirás como en un grupo de amigos y se te pasará el tiempo rápido.

Hay amistades diferentes a lo largo de la vida. Las hay de especiales, las que se sienten como familia, las que llevan a asegurar que una persona haría cualquier cosa por la otra. Fuera lo que fuera. ¿Eso es verdad? ¿Hay algún tipo de límite? Seguramente mucha gente diría que no, pero a la hora de la verdad es muy probable que no fuera posible.

En esta obra, Martín aprovecha una cena que ha organizado en su casa con los amigos de toda la vida, los más íntimos, para explicarles que su mujer y él quieren tener un hijo y que, después de muchos años intentándolo, la única solución que han encontrado es una inseminación con sus amigos como donantes. Una información que cae como una bomba y que provocará hablar sin medias tintas de la paternidad y su amistad, con todas las consecuencias que eso puede comportar.

Divertida, ágil e inteligente es una auténtica sorpresa para la espectadora, que descubre un texto, firmado por Susanna Garachana, honesto y sin tapujos, que habla directamente y saca a la palestra un tema, la paternidad, que normalmente no se representa de manera tan sincera.

Es un relato de situación que hace reír (hasta llorar) a más de una persona de entre el público que se contagia a medida que avanza el texto, con una escenografía muy adecuada y que deja el espacio necesario para la evolución de la narración.

Xavier Ricart dirige esta obra con un cuidado determinado, hasta llegar a su punto exacto. Podría convertirse en una parodia o en una comedia pasada de vueltas, pero consigue dar confortabilidad al texto y a sus personajes, que se sienten seguros y no tienen miedo de transmitir dudas y preguntas en voz alta.

Los personajes no podrían estar mejor interpretados. Los actores hacen un trabajo de contención y de justa medida que deja asombrada a la espectadora. Esta, de hecho, llega a sufrir por si los actores rompen su personaje y no pueden aguantar la risa ante algunas de las actuaciones memorables -el monólogo de Buch es la prueba definitiva de esta resistencia-. La conexión entre los personajes y su química en el escenario transmite una amistad real y estrecha, ayudando de manera incalculable a dar verosimilitud al texto.

Hacer reí al público no es nada fácil, este acostumbra a ser más exigente con los textos cómicos que con los dramáticos. Se pide llegar al humor sin pasarse de la raya, pero consiguiendo el punto justo para provocar risas en el patio de butacas. En esta ocasión, no hay momento que no sea hilarante, en mayor o menor medida, con un nivel constante de intensidad y diversión. Hacia mucho tiempo que se demandaba una comedia que, sin acoger tópicos, diese al público risas y un muy buen rato.

"El favor” es una comedia de Susanna Garachana que nos sitúa en el salón de la casa de Martín. Ha quedado con sus mejores amigos para pedirles un “pequeño” favor.

Un texto irónico, con mucho cachondeo y que plantea, en una comedia que podría parecer corriente, muchas reflexiones sobre la amistad. Una comedia sobre la amistad y hasta qué punto pedir un favor te hace plantear la amistad, la familia y la confianza con tu círculo más íntimo.

Hay una gran complicidad entre los cuatro actores, y se nota en cada diálogo y momento a escena. Ves que se lo pasan a las mil maravillas y tú haces el mismo.

Un texto que da risa de lo lindo, cosa que cada vez me cuesta más. Y el público asistente ríe sin parar, lo que hace que te contagies y acabe toda la platea riendo sin parar.

Tres amigos acuden a la invitación para cenar de Martín, el cuarto miembro de un grupo de 5 amigos. Lo que no sospechan es que esa invitación encierra una gran sorpresa, Martín les convoca para pedirles un favor muy especial, que sean donantes de semen para que él y su mujer puedan ser padres.

A Martín no le será tan fácil anunciar sus intenciones a sus amigos, que irrumpen en su casa con esa confianza que sólo dan muchos años de amistad y que transmiten de manera genial estos actores. Realmente consiguen que te sientas dentro de ese salón en el que, como suele pasar en las reuniones de amigos, entre cervezas y vinos bromean los unos sobre los otros, recuerdan anécdotas del pasado y, finalmente, llegan al verdadero motivo de la invitación. Tendrás que recordarte que estás en el teatro y aguantarte las ganas de intervenir en las conversaciones.

Nos encantaron los 4 actores: César Camino y Paco Déniz, por su vis cómica, Antonio Hortelano por la ternura de su personaje y Jorge Kent por su genial papel de "cuñado" (todos tenemos a alguien así en nuestra vida).

En definitiva, una obra muy divertida, con muchos típicos tópicos de la amistad entre hombres, sin caer tampoco en los chistes fáciles, que te hará pasar un rato genial en la butaca.

Si eres de los que ama una buena comedia, de esas que plantean situaciones que te hacen darle al coco, no puedes perderte El Favor, que llega a Madrid, después de arrasar en Barcelona.

La trama se desarrolla en una cena entre amigos, en casa de uno de ellos, Iván. Hasta aquí todo muy normal, si no fuera porque el anfitrión pide a sus amigos un favor muy particular, tras confesarles que su mujer y él llevan tiempo queriendo tener un hijo y pueden. A partir de ese momento, la amistad que los une se pone a prueba e importantes reflexiones, confesiones y dilemas morales salen a la luz.

El Favor es una obra en la que drama y humor se dan la mano con un resultado magnífico. Nos hizo reír, emocionarnos y hasta identificarnos con alguna que otra escena. ¿No es eso lo que debe hacer una buena obra de teatro? En mi opinión, después de arrasar en Barcelona, también lo hará en Madrid. Muy recomendable.

Las comedias de bulevar y todo el que se ha derivado de ellas en los últimos años obedecen a menudo a una fórmula concreta y también a un tipo de interpretación estereotipada para que el público sepa a qué va y no se lleve ninguna sorpresa. Es un género, o subgénero, que no admite demasiadas innovaciones ni demasiados cambios. Es por eso que El favor se erige como una pequeña excepción. A pesar de seguir de pe a pa una premisa sobre la que gira todo el espectáculo (aquí se plantea incluso antes de que empiecen a aparecer todos los personajes), la comedia se centra en las personalidades de los cuatro amigos y los trata como personas que podemos reconocer en nuestro alrededor y no como simples arquetipos. Aquí tiene mucho que ver la dirección de actores, que intenta naturalizar todo lo posible –en una comedia de situación tiene que haber concesiones, naturalmente- las reacciones y las consecuencias de todo. La experiencia y el talento de los actores consiguen un conjunto homogéneo, que sabe cómo afrontar las partes más divertidas pero también las que conducen a cierto conflicto. El hecho que el texto esté escrito por una actriz (Susanna Garachana) y dirigido por un actor (Xavier Ricart) quizás también ha tenido algo a ver…

La obra fluye desde el principio, pero hay que admitir que hacia la parte final se alarga un poco innecesariamente (el discurso de las aletas) y lo cierra todo con un poco de precipitación. Quizás hubiera agradecido algún punto de conflicto más alto, pero no descarto que quizás se habría cargado la naturalidad de la que alardea el montaje… En este sentido, solo hay que aplaudir una propuesta que puede llegar a ser muy comercial, pero sin sacrificar calidad ni coherencia.