Oveja perdida ven sobre mis hombros que hoy no sólo tu pastor soy sino tu pasto también

UNA SOCIEDAD SATURADA DENTRO DE OTRA QUE SE OBSERVA

Mientras redacto esta crítica estoy pendiente de preparar la maleta para mañana, voy revisando lo que tengo que llevar, además de buscar convocatorias para enviar mis trabajos, redactar dosieres, mandar currículums, chequear mis emails, comprobar el Calendar para no dejarme nada, revisar el Instagram, preparar mi siguiente proyecto, mover el que ya tengo hecho, mirar Instagram otra vez, colocar el ventilador para poder dormir esta noche calurosa, asegurarme de que tengo bien el Calendar, configurar las 7 alarmas que tengo en el móvil para el despertador, leer las últimas noticias, hablar con mi equipo de trabajo, retomar el contacto con una amiga mía, cenar, revisar que tengo todo en la maleta, ver si han dado algún me gusta en Instagram, tratar de sentirme bien, cumplir con mis compromisos, comer sano, mantener el contacto con mis amigos, constatar que lo estoy haciendo bien y repetir otra vez tratando de hacerlo todo perfectamente.

Soy consciente de que estoy teniendo un ritmo de vida bastante saturado, y conozco a gente que está en las mismas, o incluso peor. Desde el teatro ha habido intentos de replicar esta dinámica vital de “multitasking”, que es reflejo de la sociedad occidental en los últimos años. Resulta toda una sorpresa agradable cuando te encuentras con un proyecto que lo retrata y te sientes identificado. En el caso del espectáculo de Chamán Producciones, OVEJA PERDIDA VEN SOBRE MIS HOMBROS QUE HOY NO SÓLO TU PASTOR SOY SINO TU PASTO TAMBIÉN, encontramos una traducción de este síntoma social dentro del entorno laboral.

La obra, escrita y dirigida por Brai Kobla, fue creada en Argentina en 2016. Tras recibir un premio de dramaturgia, llegó a España en los últimos años, donde se ha mantenido la misma propuesta escénica, pero con otro elenco. Resulta sorprendente que una pieza tan potente apenas haya tenido representaciones, pues contando las funciones en Cuarta Pared habrá sido representada menos de 10 veces en todo el territorio en los últimos 3 años. Es un reflejo de la dinámica que muchos grupos de trabajo se encuentran en sus oficinas, donde prima la obtención de resultados, con jornadas intensivas, donde se desdibujan los límites entre lo laboral y lo íntimo. La premisa consiste en mostrar a un grupo de 4 personas que trabajan para una multinacional desde la oficina que comparten, donde se repiten los mismos pedidos, las mismas conversaciones y los mismos desencuentros, sin romper ese círculo vicioso. Sería interesante que se repusiera sólo para que Yolanda Díaz la viera.

El elenco (Marina Fantini, Jorge Tesone, Luis Sorolla y Esther Sanz) encarna esos cuerpos, los cuales se llaman igual que los intérpretes, encerrados en un cubículo sin paredes. Ellos repiten diálogos, gestos y acciones, como si estuvieran inmersos en un “loop” infinito. El ritmo frenético de la pieza te contagia su ansia, pero no te impide recoger la información, pues las situaciones se repiten y esto te da la oportunidad de leerlas otra vez para enterarte de lo que ocurre. En cada repetición aparecen variaciones, se producen equivocaciones y “glitches”, en los personajes se intercambian parlamentos y tienen una misma voz, como si fueran piezas intercambiables dentro de la misma empresa. El dispositivo escénico de la propuesta es un cubículo que los espectadores podemos rodear en 360 grados, cambiando de perspectiva a nuestra voluntad. Por momentos los intérpretes buscan nuestra mirada cómplice, lo cual nos conecta con este universo tan disparatado como familiar.

El texto es toda una maquinaria que traduce a través del ritmo de las palabras todas esas dinámicas de las sociedades capitalistas, conformando un microclima donde los tiempos se superponen y desdibujan los horarios de la vida y el trabajo. Hay referencias religiosas y antropológicas, se menciona Charlie Kaufman, cuyo trabajo tiene mucho de estructura en abismo, donde uno o varios personajes dentro de una situación están dentro de otra, y así sucesivamente. De la misma manera, en la obra los compañeros de trabajo se sienten atrapados en una realidad de la que no saben cómo escapar y están condenados a repetir, algo que recuerda a Samuel Becket y Georges Perec. Hay toda una serie de estrategias y decisiones inteligentes que traducen fenómenos de nuestra actualidad al lenguaje escénico, siguiendo una conciencia y una filosofía concreta frente a esta realidad.

En cuanto al dispositivo escénico, no hay asientos donde sentarse. Hay opción de irlo rodeando a voluntad o de sentarte en el propio suelo. En este aspecto tenemos la cuestión en accesibilidad, donde no hay garantía de que todas las personas puedan mantenerse de pie o sentarse en el suelo durante casi una hora. Ante este hecho, el director nos contesta que el director dice que mucha gente está bebiendo o comiendo en una barra todo ese tiempo, o más. Pero aun así hay personas con movilidad reducida o de edad avanzada que no podrían aguantar esta dinámica que por otro lado tiene sentido, por todo lo explicado de esa velocidad frenética a la que estamos sometidos, ya sea en el trabajo o a través de las redes. Es un hecho que este sistema no es accesible para muchas de esas personas con limitaciones. A pesar de esta apreciación, esta pieza breve nos lleva a reflexiones que han ocupado el centro de recientes discusiones filosóficas. La compañía habla de los conceptos de Franco Berdardi en cuanto a la precarización laboral. Personalmente me lleva LA SOCIEDAD DEL CANSANCIO de Byung-Chul Han: “La sociedad de rendimiento, como sociedad activa, está convirtiéndose paulatinamente en una sociedad de dopaje.”

OVEJA PERDIDA es todo un hito en el teatro contemporáneo. No me extrañaría que el texto y la puesta en escena se convirtiesen en objeto de estudio para especialistas e investigadores teatrales. Personalmente espero que tenga más repercusión y se le preste más atención dentro del sector, pues se suele desestimar aquello que dura apenas una hora, como si la brevedad fuera un déficit de calidad, lo cual no es el caso.