Solo quería bailar es una obra de Sergio Martínez Vila a partir de la novela homónima de Greta García. En el Teatro del Barrio.
Sinopsis
¿Cómo acaba una bailarina cumpliendo treinta años de cárcel por acto terrorista?
Pili solo quería bailar, pero jarta de batallar en la precariedad de los que luchan por vivir del arte, un día llega a su límite y decide hacer algo.
Su rabia no va en contra, solamente, de la administración pública y sus trabas burocráticas. No va en contra de su padre castrador, ni tampoco es una venganza hacia sus profesores de baile.
Es un acto kamikaze de amor por parte de alguien que siempre ha carecido de él.
En palabras de Olalla Hernández
¿Por qué cuando leí Solo quería bailar, de Greta García sentí una punzada en el estómago? ¿Por qué me reí tanto y lloré con ella? ¿Por qué se me encogió el corazón de dolor y sentí la rabia que mueve a Pili? Porque la de Pili es, de algún modo, la historia de todos aquellos que un día creímos, soñamos y sentimos vaticinar que en algún momento el arte nos devolvería toda la devoción que en él pusimos. Y para mí, Pili, es una heroína en el sentido menos estricto de la palabra. Es una persona totalmente invalidada por el sistema: por el sistema patriarcal, por el educativo, por el de las administraciones públicas, por el sistema penitenciario, y a pesar de ello, Pili tiene dentro de ella la rabia de un animal que lucha por no extinguirse. Hay en Pili una manera muy cómica de contarnos su tragedia, tiene una manera muy brutal de tocarnos el corazón, de conectarnos con nuestros anhelos. Es la de Pili, una llamada a la acción, una reivindicación de los que estorban en la sociedad, de los que se salen del molde. Y es también una catarsis ante la falta de amor. La historia de Pili se llama Solo quería bailar, porque la protagonista es bailarina, pero bien podría haberse llamado Solo quería una vivienda, Solo quería ganarme la vida dignamente, Solo quería vivir en paz, o Solo necesitaba que me quisieran. Porque en definitiva pertenecemos a un sistema que maneja los hilos de nuestras vidas, que nos lleva a un individualismo y a una desgana que nos paraliza ante la injusticia convirtiéndonos en meros espectadores de cómo nos arrebatan lo que nos pertenece como sociedad.
