Sueños y visiones de Rodrigo Rato

He visto esta obra tres veces. Bien podría verla una cuarta vez. Rodrigo Rato es un personaje controvertido que no deja de dar titulares en la actualidad. Por eso esta obra, que ha brillado el año pasado en el teatro Pavón Kamikaze, ahora se reestrena en la sala grande (en tiempos de pandemia, un espacio que favorece y genera seguridad).

Un libreto muy vigente. Con una bestial investigación periodística de la mano de los artífices del texto: Pablo Remón y Roberto Martín Maiztegui. Por ejemplo, el hecho de que el ex banquero haya sido absuelto por la salida a Bolsa de Bankia hace menos de un mes, también está incluido.

La obra cobró forma. Ha crecido. Por eso ha sido retocada. Pero no se encorseta únicamente en la realidad, en la “verdad, verdad”, sino que como existen puntos ciegos… también hay un viaje por la ficción y la fantasía. Lo cierto es que hay viajes surrealistas… como cuando Rato y Aznar conversan en un telesilla y hablan de la futura presidencia del Gobierno.

Dos actores como Juan Ceacero y Javier Lara que interpretan a sus personajes de mil maravillas (sin ser spoiler, sepan que han sido aplaudidos de pie al final de la obra durante varios minutos). Y con la dirección de una promesa del teatro como es Raquel Alarcón, que potencia en el escenario esta radiografía sociológica. No desconectas nunca de lo que sucede en escena.

No es fácil… porque logran contar una historia que mezcla tragedia, ambición y bronca; y le dan un toque de gracia. Y esa gracia quiero destacarla. Es que no puedo olvidar al abuelo que tenía a tres butacas de la mía, que se llevaba las manos a la cabeza, que se reía a carcajadas, que se sorprendía y que se indignaba. Eso ha logrado esa obra. Me quedo con la reacción del público, que en medio de un año tan delirante… necesita esto: desconectar, revivir y disfrutar.

No hay dato sobre Rato que no esté en este relato. De presumir ser el artífice del milagro español, el ilustre vecino de la cárcel de Soto del Real, hoy con lo único que puede fantasear es con la libertad. Quizás pagaría por ver la obra que se inspira en su vida política. La resaca de la crisis generada en España en las dos últimas décadas se revive sobre el escenario madrileño.

Y esta obra no se encorseta únicamente en lo documental, sino que además viaja por la ficción para rellenar los puntos ciegos que existen sobre esta historia. Realidad y fantasía. Verdad, verdad. Y ficción. Desde la detención de su padre en 1996 por evasión fiscal, su época hippie, los consejos de Manuel Fraga, a los encuentros con José María Aznar. Hay escenas surrealistas. Hilarantes. Como cuando Rato y Aznar viajan en un telesilla y hablan de la futura presidencia del Gobierno. Aznar quería a Rato como sucesor, pero el político rechaza la propuesta. Cómo. Qué le dice. La respuesta, en escena.

Los dos actores, Juan Ceacero y Javier Lara, le dan el tono justo a esta tragicomedia. Lo hacen con una infinita gracia. Porque no es fácil interpretar la desmedida ambición personal de quien fuera exvicepresidente del Gobierno, exministro de Economía, expresidente del FMI y de Bankia. Y ambos logran la reacción del público, desde la sorpresa, la risa o la indignación. Seriedad y cinismo. Raquel Alarcón dirige esta radiografía sociológica y política escrita por Roberto Martín Maiztegui y Pablo Remón. 

Y como si esto fuera poco... la música se planta firme en esta obra en la que Chimo Bayo es uno de los personajes que conecta con Rato y lo deja al descubierto. Por qué. Yo si fuera ustedes, compro los tickets y lo desvelo antes de que alguien les vaya con el cuento.

Pocos días antes del reestreno de este espectáculo, Rodrigo Rato era absuelto por el “caso Bankia”, dejando sin responsables al mayor rescate financiero de España. Miguel del Arco (director artístico del Pavón Kamizake) presentaba el espectáculo bromeando sobre ello: “Hemos hablado con los jueces para que lo absuelvan y así poder reestrenar el espectáculo, somos gente de poder.” Lo cierto es que casi parece que Pablo Remon y Roberto Martín Maiztegui han escogido el mejor momento para retratar la vida del conocido economista.

El espectáculo, a medio camino entre el documental y la fantasía, relata los episodios más importantes de la vida de Rato, desde la relación con su padre, la época de Ministro con Aznar, hasta su propia detención. Dirección trepidante por parte de Raquel Alarcón, que pasa de una situación a otra sin dejarte respirar, sin darte tiempo a considerar qué es realidad y qué es ficción. No importa, todo resulta hilarante y está brillantemente contado por los dos actores.

Juan Ceacero y Javier Lara se reparten todos los personajes y están simplemente maravillosos. Con la ayuda de unas gafas y una corbata son capaces de transformarse en cualquiera. Nunca pensaba que disfrutaría tanto viendo a Aznar, y negaré que he escrito esto.

Estarán hasta el 19 de noviembre, ¡espectáculo imprescindible en Madrid!

Roberto Martín Maiztegui y Pablo Remón enmarcan la historia vital del ex banquero en un relato que se basa en la verdad-verdad, verdad-mentira y mentira-mentira. El desparrame de una época de derroche económico y moral, en la que las mentiras se hacían pasar por verdades y las verdades parecían ensoñaciones. Todo por el dramatismo escénico al que el espectador no quiere renunciar.

Javier Lara, en el papel del quasi presidenciable, en cada una de las escenas interpreta con maestría el advenimiento de sus propias acciones, con la oportuna réplica que le aporta Juan Ceacero. Los acontecimientos, marcados por una iluminación maravillosa de Paloma Parra y Juanan Morales - que pasa del azul-marca-PP a unos tonos más cálidos en las visiones de Rodrigo -, se suceden de forma que, en fin, se fusionan en un mismo alud hacia el descenso a los infiernos de Rodrigo de Rato y Figueroa, del que aún hoy percibimos breves destellos.

La dirección de Raquel Alarcón impregna en el dúo actoral un ritmo estremecedor inundado por sonrisas, aunque en ocasiones decae por el triunfo de la palabra sobre la teatralidad a la que nos tiene acostumbrados.

A ritmo de referentes tan dispares como Julio Iglesias o Ximo Bayo, la historia del rinoceronte blanco del Partido Popular se torna en carnavalesca y (aparentemente) verdad-mentira. De esas que queremos creer.