«Hotel Mónaco» es el chaleco salvavidas que esta propuesta escénica lanza a un edificio mítico instalado en el barrio de Chueca.
Yo no sabía nada de sus existencia, de su importancia y mucho menos de las personas e historias que han recorrido sus habitaciones. El arte en forma de teatro ha venido al rescate para que la desmemoria no arrase tan rápido.
Cuando sales de la sala es inevitable pararse frente a este lugar que ha ocupado tu última hora desde la butaca, y que llega vigilando la calle Barbieri desde hace décadas. Te mira, le miras, y ahora, después de lo que has escuchado y visto en la función, pasas por delante de su puerta con otra mirada.
Defiendo el valor social del arte, y en este caso «Hotel Mónaco» rescata de entre la vorágine madrileña un lugar con todos los fantasmas (vivos y muertos) que han dejado su sello en forma de trama, y nos obliga a pararnos, mirar y pensar en la cantidad de historias que puede esconder un edificio abandonado.