El insigne comediógrafo francés Jean-Baptiste Poquelin, más conocido como Molière, se convierte en el protagonista absoluto de Vive Molière, el espectáculo de Ay Teatro que regresa a la cartelera y podrá disfrutarse en el Teatro Infanta Isabel. Esta obra escrita por Álvaro Tato y dirigida por Yayo Cáceres, muestra una visión delirante, desenfadada e iconoclasta del autor galo, de su ámbito teatral y de su siglo.
En el cielo, la diosa Fama anuncia su intención de casarse con un genio del teatro. Sus criados Dato, Mito y Chisme, la llevan a París para conocer a un tal Molière y seguir su azarosa vida y sus hilarantes obras. Vive Molière es una historia de amores, desamores, celos, encuentros, desencuentros, duelos, canciones, y una selección de las escenas más divertidas, irónicas y sarcásticas del genio de la comedia. Un auténtico homenaje a uno de los nombres más importantes de la historia del teatro universal.
TeatroMadrid ha charlado con el dramaturgo y poeta Álvaro Tato sobre el incomparable genio parisino, el proceso de creación del espectáculo y el lenguaje universal de los clásicos.
TeatroMadrid. Esta es la primera vez que creas una obra propia que no nace del repertorio literario español. Más allá de la celebración del 400 aniversario del nacimiento de Molière, ¿por qué Molière y por qué en este momento?
Álvaro Tato. En realidad Molière era una deuda cordial para Yayo y para mí. En el contexto de Ay Teatro y de Ron Lalá había aparecido a veces la propuesta. La gran pregunta era: ¿Cuál? ¿Qué Moliere abordar? ¿Cuál de los aspectos? Una de las grandezas de Molière es lo poliédrico de su humor. Coincidió que estábamos en el final de gira de Malvivir y que se cumplían los 400 años. Y dijimos: este es el momento, contamos a Molière, lo contamos con un elenco joven, con nuestro código, pero intentamos contar a todos los Molières. El reparto se enfrenta al gran desafío de interpretar entre solo cinco actores a más de 40 personajes, y ese mismo desafío el espectador lo vive como un reto imaginativo.
P. ¿Cómo surge la idea del título Vive Molière, que plantea un juego léxico entre el español y el francés?
R. En realidad, el espectáculo se llamaba de otra manera, que era también muy divertida. Se llamaba No se qué de Molière, pero fue una observación de Juan Mayorga. Cuando entramos en la negociación final con el Teatro de la Abadía (donde se estrenó el espectáculo en diciembre de 2022), él nos dijo que no terminaba de ver el título; creo que con toda la razón, porque aunque era muy divertido, le parecía que podía dar lugar a confusión. Vive Molière funciona mejor porque es bilingüe y es polisemántico. Para nosotros es un símbolo, es el poema del espectáculo. El montaje es una celebración, queremos celebrar lo graciosísimo, lo intenso y lo profundo que es Molière.
«El montaje es la vida de Molière como una obra tejida a través de las escenas»
P. El espectáculo cuenta con un total de nueve obras de la producción molieresca. ¿Cómo fue la selección de los textos, fragmentos y escenas escogidos para el montaje?
R. La selección fue mía, pero me ayudó muchísimo Yayo. Pusimos un panorama de todos los Molières posibles y fuimos eligiendo una escena de cada uno para que esa selección de fragmentos nos ayudase al mismo tiempo a contar la vida de Molière. El Molière joven, más palaciego, más retorcido de la comedia-ballet; el enamorado de Madeleine Béjart, la gran colaboradora de L’Illustre Théâtre, lo contamos a través de su relación con ella y con el mundo teatral, y también a partir de una de las escenas de amor de El burgués gentilhombre.
El Molière farsesco, del slapstick, del golpe, del error, el de las giras, lo contamos a través de una escena de comediantes y de una canción, pero también a través de una escena de La escuela de los maridos, que es una farsa de las que se representaban en esa época; ese teatro más de plaza de pueblo, digamos.
El Molière más poético, más tragicómico y desencantado del final, que está ya más amargado por todos sus rivales y en contacto directo y estrecho con Luis XIV, gracias a su cargo de tapicero, lo vamos a contar con una escena entre él y el monarca, pero también a través de El misántropo y el Don Juan. La vida de Molière como una obra tejida a través de las escenas.
P. ¿Cómo has abordado el proceso de dramaturgia a partir de los fragmentos seleccionados y la inclusión de texto de composición propia? ¿Cómo definirías este proceso? ¿Cuáles han sido los mayores retos?
R. Ha sido un proceso fascinante. Lo primero que tuve que hacer fue leer, documentarme a fondo. Me fue muy útil documentarme en toda la tragedia clásica: bucear en Corneille, en Racine, en todo lo que estaba pasando en esa época en Francia. Y también en las biografías de Molière. Esta primera fase de documentación me llevó a la línea dramatúrgica, que fue por dos lados. En primer lugar, traducir varias escenas de Molière y sumergirme en cómo compone él: sus dísticos, su forma de entender la poesía, su teatro en prosa, cómo maneja los ritmos para intentar traducir esas escenas. Y, por otro lado, trenzar una dramaturgia en verso de su vida, para después hilar ambas en una fase posterior.
P. ¿Cuáles han sido los mayores retos en la dramaturgia de creación propia?
R. Respecto a la fase de dramaturgia de su vida me ayudó mucho entender qué ritmo quería utilizar, que fue el ritmo de la redondilla, ya que se prestaba muy bien al juego que ofrecen todos estos mundos retorcidos, más perversos y complejos del universo molieresco. Ya la última fase fue la de trenzar las dos realidades: la biografía arredondillada con la traducción de las escenas, manteniendo la mayor fidelidad posible para intentar captar ese genio chispeante de Molière y su teatralidad profunda.
A esto se añadieron las canciones de Yayo, compuestas por él y arregladas por Marta Estal. Ella es una soprano y pianista que, a través de la textura del canto lírico, eleva toda la parte transcendente que tiene Molière que está también presente en el montaje, así que el espectáculo es también un musical.
P. El hilo conductor del montaje es la propia vida de Molière. Existen contradicciones abismales sobre su biografía. No existen manuscritos, tan solo algunos documentos directos. ¿Cómo has abordado la labor de documentación?
R. Además de la maravillosa película Molière de Ariane Mnouchkine y muchas traducciones de Molière, que la mayoría que he encontrado son literarias, sobre todo en la primera fase de documentación me fue muy útil contrastar las biografías de Molière. Fue divertidísimo porque hay un Molière que es el de Mijail Bulgàkov que pinta un Molière muy romántico, muy aventurero, que lucha contra el poder, que lo cuestiona todo el tiempo, que estuvo en prisión. Pero, a partir de la biografía de Georges Forestier, hay otra visión más cortesana, del Molière palaciego, calculador, que nunca se metió realmente con la aristocracia, salvo un poco en El misántropo.
«Cualquier vida, no solo la de Molière, es un cúmulo de contradicciones»
P. ¿Crees que esta circunstancia juega un papel importante en la dramaturgia del montaje?
R. Sí, y de hecho en el espectáculo están las dos visiones de una forma muy festiva y cómica. Molière está representado por dos personajes que son dos de los criados de la Fama. Por un lado, Dato, criado con los datos objetivos, que dice que Molière fue hasta cierto punto un cómico de corte que rindió pleitesía al rey como tapicero y como cómico. Y, sin embargo, Mito defiende al Molière romántico, desmelenado y libre.
Ese conflicto lo hemos llevado al escenario para que el espectador se divierta y disfrute y para que saque sus conclusiones. Cualquier vida, no solo la de Moliere, es un cúmulo de contradicciones.
P. ¿Consideras que la propia vida de Molière tiene gran importancia en su obra?
R. Por supuesto, Molière es un mito. La figura más comparable en nuestra tradición sería Lope. Tiene ese componente de encumbrado como le patron, ya desde su tiempo. Hay una labor propagandística alrededor de él y también hay una labor anti propagandística. Hay un montón de incógnitas y de elementos literarios en la vida de Molière.
Ahora, dicho esto, Molière es el gran comediante de la modernidad junto con Cervantes. De eso no me cabe ninguna duda. Calderón es un gran comediógrafo, Shakespeare es un comediógrafo impresionante, cumbre, masivo; pero si tenemos que definir cuáles son los cómicos más panorámicos, más poliédricos, yo sin duda diría Cervantes y Molière, porque abarcan con su humor todas las capas del ser humano y emplean el humor como un camino humanista con razón del ser humano. Es un verdadero camino, un yoga, y alcanza la altura artística que tiene la tragedia en autores como Racine, Calderón o Shakespeare.
P. En la creación de este universo molieresco la música en directo es vehículo del hecho escénico. Toda la puesta en escena cumple un doble principio de funcionalidad y de transformación constante. ¿Cuál es la idea de fuerza del suceso teatral de Vive Molière?
R. Si tuviera que decir solo un punto de conflicto, sería la risa contra el poder y ese contra lo pondría entre interrogantes. Risa ¿contra? poder, esa es la esencia en torno a la que gira el espectáculo en todos los órdenes. Yayo ha planteado un juego escénico muy lúdico, muy festivo. De hecho, lo primero que pidió Yayo en escena fue un tobogán. La esencia de esta obra es un tobogán, pues muestra muy bien este gran conflicto entre el poder y la risa. Simboliza esa diferencia de mundos, ese subir y bajar, ese juego de serpientes y escaleras que fue la propia vida de Molière. Hemos dispuesto todas las piezas de la obra para lograr un teatro poético y un teatro de la esencia.
«Un gran cómico es exactamente igual que un gran trágico: es extremo, te enfrenta a todos tus demonios»
P. Molière es el gran genio del humor y uno de los autores que mejor retrató los vicios humanos. Después de haber trabajado su teatro, ¿te ha cambiado la concepción del humor, has aprendido algo del humor a través de su creación?
R. Después de convivir con Molière estos meses de escritura y de escenario, me atrevo a decir que, no solo yo, sino que todo el equipo estamos transformados por Molière. Cuando un genio es tan humano, tan juvenil, tan poco encumbrado, cuando mira a los ojos a sus personajes de una forma tan profunda con esa mirada panorámica y panóptica sobre el ser humano, cómo no te va a transformar, sales cambiado. Y si no lo hace, es que estás ciego, ciego a esa realidad del genio creador que lejos de admirarlo, tú lo miras y te devuelve la mirada, y en esa mirada están tus cumbres y tus abismos. Un gran cómico es exactamente igual que un gran trágico: es extremo, te enfrenta a todos tus demonios.
P. Acostumbrado al Siglo de Oro español, ¿qué diferencias y similitudes has encontrado al trabajar con los textos de Molière en este caso o también de Shakespeare, de quien has realizado adaptaciones?
R. Teniendo en cuenta que los códigos culturales cambian y Molière es mucho más atrevido y audaz desde el punto de vista intelectual que los comediógrafos españoles de su tiempo, lo que me ha fascinado del trabajo con Molière han sido las similitudes.
P. ¿Qué destacarías de esas semejanzas encontradas?
R. La base de las similitudes es doble porque las grandes tradiciones literarias y escénicas europeas están bañadas del humor humanista que se deriva de la tradición carnavalesca y de la Commedia dell’Arte. Un humor totalmente extremo con situaciones extremas entre personajes extremos, que nos llevan a enfrentarnos con nuestra propia humanidad a una velocidad cómica llena de errores, de parodia, de contrapunto, de ironía, de sarcasmo, pero en el fondo, ¿en qué se diferencia de la tragedia? Me da la impresión de que absolutamente en nada. Tenemos que acoger a Molière en la tradición de la que somos hermanos todos, que es el humanismo.
Compra ya tus entradas: