LA HISTORIA DE NEVENKA SE CUENTA DESDE EL TEATRO

Somos Nevenka

Histrión Teatro lleva esta historia real al Corral de Comedias de Alcalá

Luna Paredes

Hoy conocemos de sobra el nombre de Nevenka. Hace veinticinco años, su historia encabezaba las noticias de un país que todavía estaba demasiado anestesiado frente a un machismo impune que se abría paso por sus casas, por sus calles y por sus instituciones.

Hace veinticinco años, una mujer decidió no callarse frente al acoso sexual de un hombre. Y no se calló ante un juez. Y ganó la sentencia. Y, gracias a eso, España comenzó a despertar de ese letargo terrible.

Conocemos de sobra el nombre de Nevenka porque su historia nos ha llegado, en los últimos tiempos, en forma de libro, de serie documental, de película y de obra de teatro. Y, aunque no haya sido en ese orden, en Teatro Madrid nos centramos en esta última. Histrión Teatro montó en 2023 Nevenka, y estará en el Corral de Comedias de Alcalá de Henares el 23 y 24 de mayo.

Imagen de 'Nevenka' de Histrión Teatro

Imagen de ‘Nevenka’ de Histrión Teatro

Nevenka Fernández: un nombre ¿propio?

Nevenka Fernández es una ponferradina nacida en 1975. Economista de formación, fue concejala de Hacienda en su ciudad, entre los años 1999 y 2000. Dos años. Después de ese tiempo, pidió la baja laboral y presentó una denuncia contra el número uno de la lista del Partido Popular en Ponferrada.

Durante el juicio, Nevenka hizo público eso que llevaba aguantando en silencio durante dos años: cómo Ismael Álvarez, el alcalde, la acosó sexualmente (y laboralmente también, ya de paso). Dos años de acosos son muchos meses, muchos días, muchas horas. Y, seguramente, también son muchos miedos, muchas dudas, muchos llantos.

Tras el año en que tardó en resolverse la sentencia, la justicia dio la razón a la joven de 27 años que ya no ejercía su cargo público y que provocó que Álvarez tampoco lo ejerciera… durante un tiempo, al menos. Hay que bucear poco en internet para comprobar que el alcalde volvió a presentarse a las elecciones y a ganar una nada desdeñable cantidad de votos, a pesar de todo. Hay que bucear menos aún para leer que el juez que llevó el caso tuvo la indecencia de decirle que ella no era la empleada de Hipercor «que le tocan el culo y tiene que aguantarse porque es el pan de sus hijos».

Afortunadamente, hoy sabemos que nadie, empleada o desempleada de cualquier sitio, tiene que aguantar que le toquen el culo. Ni ningún tipo de acoso ni abuso. Pero Nevenka no sabía a lo que se enfrentaba al alzar su voz. De hecho, aunque ganara el juicio, su voz dejó de escucharse en nuestro país, porque nunca encontró trabajo: se exilió y hoy vive en Irlanda.

Sin embargo, ella sigue prestándose a contar su historia, tantos años después, a pesar de que la sociedad española no le otorgara la posibilidad real de reparación: aparece en la docuserie, fue al cine a ver el estreno de la película y ha leído la obra de teatro. Gema Matarranz, la actriz que la interpreta en la obra que lleva su nombre, dice: «Ella leyó la obra y sabe perfectamente lo que contamos. Y nos agradece que seamos respetuosas y que lo pongamos en el escenario para que no se olvide».

Nevenka es el nombre eslavo con el que se llama a la caléndula, que es una flor que se ha usado siempre como alivio medicinal para los espasmos, según la RAE. La caléndula también se llama maravilla. No parece causalidad, porque una maravilla es un ‘suceso o cosa extraordinaria que causa admiración’. Y Nevenka es una mujer admirable.

Su nombre es propio, pero lo que le sucedió es, lamentablemente, muy común. Y gracias a su valentía, el dolor de tantas mujeres dejó de ser privado para empezar a ser compartido.

De las noticias a la sala de teatro

«Yo lo recordaba muy bien de cuando pasó en su día», rememora sobre el juicio Gema Matarranz, la cofundadora de Histrión Teatro, una compañía que se caracteriza por contar historias desde la emoción, con verdad y con mucha valentía. Y, en varias ocasiones, con montajes que hablan sin tapujos de mujeres y su situación de desigualdad: Dysphoria o Juana, la reina que no quiso reinar son claros ejemplos de ello. «Hablas con muchas mujeres de mi edad, y un poquito más jóvenes, y recordamos: “A mí me pasó esto, en su día no dije nada, pero no sé por qué me trataban así”», describe Matarranz. Y esa incomodidad y ese no saber fueron los impulsores de que apareciera el texto de Nevenka, que firma María Goiricelaya.

No es la primera obra incómoda en la que se mete la dramaturga bilbaína. Solo hay que recordar cómo Vox quiso censurar su texto Altsasu cuando se representaba en el Teatro de la Abadía. Y tampoco es la primera vez que Goiricelaya pone el foco en la mujer: su adaptación de Yerma enamoró a Matarranz, que cuenta cómo buscaron a esta dramaturga para escribir Nevenka. «Me pareció muy interesante cómo escribía y Nines y yo le propusimos escribir la obra. A ella le gustó hablar sobre este caso y empezamos a trabajar».

El libro de Juan José Millás y la serie documental sirvieron como fuente de documentación para el espectáculo, pero es que « tú pones Nevenka Fernández en Google y te sale todo», expresa Matarranz. Sin embargo, y aunque tengamos los datos, lo cierto es que el teatro tiene un poder único para contar historias. El teatro es siempre aquí y ahora, sin posibilidad de darle al pause. Es un momento en que la atención está focalizada y se hace entre personas. En directo. En presencia. Es un encuentro de cuerpos: los de los espectadores y los actores.

En este caso, solo hay tres actores en escena: Gema Matarranz, que da vida a la protagonista, Ales Furundarena, que representa los papeles masculinos (como el alcalde o el padre de Nevenka) y Ana Ibáñez (que entró a sustituir a Marta Megías), que se encarga de encarnar los femeninos (la madre, la hermana, etc.). Solo tres actores para recrear una historia real, aunque ficcionada. Una historia que tuvo muchos personajes, muchas opiniones, muchos gritos, muchos insultos y muchas palabras de aliento… que no siempre estuvieron dirigidas a la víctima (Ana Botella no dejó de alabar al alcalde, aunque la sentencia fuera ya conocida).

Una historia que cuentan tres cuerpos, tres actores, en el escenario que pisen. «¡Los tres llenamos el escenario!», aclama Matarranz. «Gracias a que estamos los tres, se puede entender el mundo de Nevenka a través de ellos. Y se puede entender el mundo de ellos a través de las reacciones de Nevenka», desarrolla la actriz. Y han pisado ya muchas tablas juntos. Nevenka lleva ya más de setenta funciones y no ha notado demasiada censura (a pesar de que en lugares como Madrid capital no se haya programado la obra, ¿curiosamente?). «Quizá al principio en algún municipio, sí hubo censura», recuerda Matarranz, pero la obra suele tener una buena acogida por parte del público.

Imagen de 'Nevenka', de Histrión Teatro

Imagen de ‘Nevenka’, de Histrión Teatro

Nevenka y el público

No hace falta conocer la historia de Nevenka Fernández para entender la propuesta escénica. «Hay sitios donde hay más gente que recuerda el caso. Hay otros que no, pero no importa. No importa. Una vez que has visto la obra, no te importa. Es más, si no conocías el caso Nevenka, al terminar de ver la obra de teatro, lo buscas», explica la actriz. Porque el teatro también sirve para eso: para contar historias de las que queremos saber más. Y de esta queremos saber más.

Queremos saber por qué pasó esto y cómo impedir que siga pasando. Queremos saber cómo lo vivieron las personas que fueron cómplices, cómo lo vivió la víctima, incluso cómo lo vivió el agresor. Cómo detectar agresores y cómo hacerles frente con la valentía con la que lo afrontó aquella joven hace tantos años. Aquella joven que permitió a otras mujeres darse cuenta de que alzar la voz puede terminar en sentencias ganadas. Aquella joven que ayudó a que una generación de mujeres silenciadas dejara de callarse. Aquella joven que era cualquier joven, que sigue siendo cualquier mujer hoy. «Es interpretarnos un poco a todas nosotras, y las sucesivas situaciones que hemos ido viviendo». Destaca Matarranz, y apunta que lo más complicado de su trabajo actoral en esta historia es la vulnerabilidad. «Esa vulnerabilidad que no te permite saltar. Como ella dice: “no me podía mover, no podía contestar”. Esa vulnerabilidad, ese no responder y tragar y hacerte cada vez más pequeña para mí ha sido lo más interesante en el trabajo actoral».

Una vulnerabilidad que permite que en escena se vea a una mujer real, una mujer que sufre y que no sabe cómo gestionar lo que ocurre… como tantas otras. Hasta que lo gestionó. Como tantas otras, por más que las instituciones judiciales todavía tengan mucho que afinar para defender los derechos de las mujeres. De, entre otras, esas mujeres que acuden a ver la función y que hablan con los creadores al acabar. «En cada función, prácticamente siempre hay alguna mujer que dice: «Entiendo esto perfectamente porque yo lo he sentido. A mí me pasaron cosas de estas. Y ahora que lo veo, entiendo muchísimo más que yo no estaba loca, como le decían a Nevenka. No, yo estaba perfectamente bien. Lo que estaba es desquiciada, y me estaban maltratando y me ha pasado factura”. Ese tipo de comentarios es el que más hemos podido oír», cuenta la cofundadora de la compañía granadina.

También añade un dato importante, en pro de la igualdad: «Hay muchos hombres al acabar la función muy agradecidos». Algo está saliendo bien si hay hombres que quieren saber qué pasó, que quieren reparar, que no quieren repetir patrones, que se avergüenzan de que sucediera aquello. Hombres y mujeres, espectadores y espectadoras, acuden a ver Nevenka con ganas de entender, de recolocar y, si es posible, de sanar.

Por un futuro sin acoso

Gema Matarranz no sabe si alguien puede llegar a curarse después de haber pasado por una situación como la que sufrió Nevenka: «Tal vez puede colocarse el dolor en un espacio determinado del corazón, o de las puertas que tenemos en el cerebro, para intentar mitigarlo un poquito. Para que duela un poco menos cada vez».

Ojalá llenemos el futuro de historias menos dolorosas y más esperanzadas. Los datos de acoso son terribles y la deriva de nuestra sociedad no es especialmente alentadora en lo que a igualdad se refiere, pero hay esperanza mientras sigan existiendo mujeres fuertes como Nevenka. Y creadoras valientes como las dos socias de Histrión Teatro, que llevan su historia a todos aquellos lugares donde quieran escucharla.

Ve a ver Nevenka. Aquí tienes tus entradas:

Escrito por

Hablo de teatro porque conozco bien sus tripas. Creadora de contenidos editoriales y redactora de la Revista Teatro Madrid.

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