
Andrés Picazo
Licenciado en Pedagogía, se forma como actor en el Estudio Juan Codina (2017-2020) y como músico en el Conservatorio Profesional de Música en la especialidad de guitarra, completando su formación en interpretación ante la cámara (Central de Cine), teatro musical (Coral Antón), clown (Antón Valen) y creación escénica (Nao Albet y Marcel Borrás). Durante su formación, participa en Atlántida o cómo desaparecer de Alberto Conejero, ¿Quién dijo que el domingo era día de descanso? de Juan Codina y Una bolsa de hielo sobre un corazón vacío de Vanessa Espín y con dirección de Eduardo Mayo. En 2021 interpreta a Polpoj en Marat- Sade de Peter Weiss, con dirección de Luis Luque en Naves del Español en Matadero. Se encarga de la dirección musical de Peer Gynt de Henrik Ibsen con versión de Juan Vinuesa y dirección de Fernando Soto en Teatro de La Abadía. También en 2021 da vida a Simón Lasarte en la serie Amar es para siempre (Antena 3) y participa en Edipo a través de las llamas de Paco Bezerra, con dirección de Luis Luque en el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida y en el Teatro Español. En 2022 estrena en el Festival de Málaga la película Lugares a los que nunca hemos ido de Roberto Pérez Toledo, premiada como mejor película española de la sección Zonazine. Ese mismo año se encarga de la dirección musical de Quievra, escrita y dirigida por Juan Codina en Teatro de La Abadía y participa en 400 días sin luz de Vanessa Espín con dirección de Raquel Alarcón en el Teatro Valle Inclán.
Murmullo versa sobre la muerte, sobre la pérdida; pero, sobre todo, se pregunta: ¿a qué nos aferramos para seguir viviendo?
Precisamente, un antiguo cuento persa, El lenguaje de los pájaros, inspira la respuesta a esta pregunta.
Se trata de una obra vitalista, bella y divertida sobre la superación de una pérdida; y sobre cómo el otro, a veces, nos ayuda a sobrevivir; como la alegría y el estar juntos es una vía para volar más lejos.
Murmullo también habla de cómo necesitamos el relato para vivir: buscamos los relatos para mantener vivas las relaciones con quienes ya no están. Un relato siempre es una relación. De hecho, relato significa ‘relación’. Por eso, siempre queremos que nos cuenten; para estar en contacto con lo que no podemos ver, con el otro lado de las cosas, con lo que no podemos comprender.
En la función conviven aparentemente dos mundos, el mundo de los pájaros y el mundo de la sobremesa; hasta que se funden en uno sólo y donde los personajes nos hacen dudar de qué es lo real y qué lo imaginario.
Contar es hacer aparecer el monte Khaf, es comenzar el vuelo.
Decidir contar es decidir comenzar el viaje… En la Sala Cuarta Pared.
Sensación térmica nos habla de la amistad femenina y de la violencia íntima, esa que se esconde disfrazada de amor y que explota a puerta cerrada en una casa cualquiera. Una violencia que repta y acecha en las letras de las canciones, en las leyendas y en los cuentos infantiles. Una obra de Mayte López con versión y dirección Adolfo Fernández.
Sensación térmica es una obra llena de música, pero, también, de ruido, de disonancia; un espejo de lo que permitimos y justificamos en nombre del amor. O, mejor dicho, de lo que confundimos con amor porque llevamos la vida entera escuchando –o cantando– que así es.



























































































































