Cirque du soleil: Alegría "Bajo Una Nueva Luz"

Cirque du Soleil es uno de esos regalos que te tienes que hacer al menos una vez en la vida. Y si te lo hacen, mucho mejor porque barato no es. ¡Aunque tampoco lo es el hotelazo con buffet del verano y a veces ahorramos durante todo el año para poder disfrutar de la experiencia! El Circo del Sol es un capricho que merece, al menos, una pensada. Porque no es un gasto, es una inversión. Por varios motivos. Cuando una tiene hijos empieza a salir más bien poco (o nada) así que todo lo que sea "rascar" tiempo para una misma o para un plan en pareja o con amigos, es más que bienvenido. Y si además el plan reúne el talento de los mejores artistas de circo, la emoción de un show que te dejará con la boca abierta y una banda sonora increíble... ¡Es un plan redondo que no te va a decepcionar! Lo más parecido a una gran fiesta si tú tampoco sales mucho.

Alegría de Cirque du Soleil regresa, 25 años después de su estreno, renovada "Bajo una nueva Luz" y os puedo decir que es un auténtico regalo para los sentidos. Su puesta en escena, su vestuario, los personajes, sus impresionantes y elegantes números de circo... Barras acrobáticas, el Hombre Rueda, trapecio, telas aéreas, equilibrios y contorsión... ¡Y la música y canciones en vivo! Porque sí es verdad que quien haya visto mucho circo, quizás no descubra en Alegría nuevos e innovadores números circenses pero los que se representan, se vuelven ÚNICOS acompañados de esa banda sonora tan especial interpretada en directo y las voces (blanca y negra) de Sarah Manesse y Cassia Raquel... ¡Pura magia! 

Sobra decir que en Cirque du Soleil podemos ver a los mejores artistas circenses llegados de todos los puntos del planeta (EEUU, Rusia, China, Ucrania, Canadá, Dinamarca, Brasil...) Y siempre hace ilusión ver representantes españoles entre el elenco de una compañía como El Circo del Sol. ¡Bravo por Pablo Bermejo y Pablo Gomis, esos payasos maravillosos y cariñosos que nos dejan los momentos más tiernos y emocionantes de Alegría! y un olé también para Sara Formoso, acordeonista, que forma parte de la agrupación musical que convierte la función de circo en un auténtico sueño.

Si no tenías un gran plan para esta Navidad, ya sabes, ¡¡vete de fiesta al Circo del Sol!!

Alegría.

No puede tener mejor título este espectáculo. Alegría.

Ir a ver circo es emocionante: hay riesgo, hay adrenalina, hay belleza, hay un sentimiento de facilidad constante. Todo lo que ves parece fácil de hacer. Y, sin embargo, tras esos cuerpos ágiles que parece que no pesan hay horas y horas de entrenamiento, de trabajo, de caídas, de vuelta a empezar. Pero, cuando el público aparece, solo hay sonrisas tras esas contorsiones imposibles o esas volteretas en el aire, colgados a varios metros del suelo. Cuando el público aparece, hay alegría tras el sudor.

El Cirque du Soleil es belleza, es facilidad, es carcajada, es inocencia, es circo... Pero es mucho más que circo. Hay una historia contada sin palabras: la de una persona que cree que será feliz si tiene el poder, pero entiende que la felicidad es estar en compañía de otros. Jugar con otros. Eso es el Cirque du Soleil: juego constante. Y eso es lo que se lleva el público cuando las luces se apagan: juego.

Ver Alegría es reconectar con tu peque interior. Dejarte llevar por esos números increíbles en los que los acróbatas hacen castillos humanos y caen sobre palos; en los que una rueda gigante hace girar a un hombre (¿o es al revés?); en los que dos amantes vuelan y se abrazan; en los que el fuego se controla; en los que el suelo se convierte en una cama elástica; en los que dos hombres son capaces de sujetar a varias personas mientras se columpian. Alegría son dos mujeres que cantan como los ángeles y un montón de músicos que emocionan. Alegría son dos payasos que nos enseñan que lo único importante es quererse y respetarse. Alegría es sentir que todas las personas que están ahí arriesgan y se sostienen y confían las unas en las otras, para que todo lo que parece imposible se haga realidad.

Alegría es un chute de amor, de belleza, de magia, de felicidad. Es un espectáculo que hay que ver para sacudirnos la tristeza y las prisas. Para recuperar la confianza en los demás. Para recordar que juntos somos capaces de hacer cosas asombrosas. Para reconciliarte con el mundo. Nada más. Y nada menos.

El Cirque du Soleil nunca decepciona, cada uno de sus espectáculos es un regalo para los sentidos, pero Alegría tiene algo muy especial: es una revisión de un espectáculo mítico de la compañía en la que, modernizando algunas cosas, han sabido guardar la esencia y la belleza, aderezando la representación con una banda sonora que es exquisita, para mí, la mejor de sus propuestas que se han podido ver en nuestro país.

Alegría tiene todos los elementos para que se pueda disfrutar de 0 a 99 años: los números, todos excelentes, son muy variados, para todos los gustos, saltos de vértigo, juego con fuego, barras acrobáticas, hula hoops infinitos, trapecistas que juegan a volar mientras se cotonean en el cielo de la carpa… y números de columpio y telas preciosos, realmente poéticos, con movimientos que parecen imposibles y que emocionan. Lloré durante el espectáculo de pura emoción por la belleza que mis ojos percibían.

Todo ello va salpicándose con el punto humorístico que ponen los payasos españoles Pablo Gomis y Pablo Bermejo, dos clowns brutales que hacen reír a la vez que crean momentos súper tiernos con todos sus números. Es fácil sentirse de nuevo niña viéndolos actuar, disfrutando de cada uno de sus números, son sublimes.

En definitiva, si solo pudieras ver un espectáculo en esta temporada, ésta sin duda sería la elección que te permitiría viajar a tu niñez a través de una fantasía infinita, llena de poesía, de una ejecución perfecta y acompañada de una música con una fuerza increíble.

El Cirque du Soleil ofrece una versión revisada de su espectáculo paradigmático. Alegría se presentó en sociedad, en Barcelona, hace ya más de veinte años. 14 millones de espectadores, 255 ciudades de 40 países después, observa un giro más hacia el audiovisual que por la poesía, pero la sensación de peligro constante sigue teniendo el principal protagonismo. Barras acrobáticas, juegos de rueda, hula hoops, contorsiones, palos de fuego, camas elásticas o los incomparables trapecistas finales rellenan el escenario de riesgo y emoción estética en grado superlativo. Todo aderezado con la actuación de una pareja de payasos españoles, Pablo Bermejo y Pablo Gomis, que con su clown exquisito recorren toda la función y llenan de ternura los instantes previos a las grandes exhibiciones acrobáticas.

Una oportunidad para revivir, si se revisita, o descubrir, si es la primera vez, emociones a través de imposibles y espectaculares técnicas de circo, todas presentadas con excelente y delicadeza a través de un juego visual que cautiva , cualquiera que sea tu fascinación por este tipo de espectáculos. La puesta en escena no miente. Lo que ves es lo que sucede. Pero si la música, la decoración, el vestuario o el complemento dramático de los artistas acompaña, la experiencia se convierte en mágica, y mujeres por hecho que lo casi imposible ocurre con normalidad.

La pérdida del rey (que para muchos sería esta sí una verdadera alegría) genera un conflicto entre el orden establecido y un nuevo movimiento, joven, creativo y reivindicativo, surgido de las calles, que lucha por la esperanza. Desde la aristocracia se reclama el trueno por la figura de un loco, pero el desafío de la descarada juventud ya no puede detenerse.

Todas las generaciones deberían tener un encuentro con el Cirque du Soleil, aunque fuera uno. La vivencia y el recuerdo se lo merece. Tal vez, sin embargo, más de una chapuza, porque por el cuerpo y por la mente, la sorpresa, repetida, deja de serlo. Y ya es bonito, y ya tiene mérito, y ya es agradable, pero el estilo es tan inconfundible en todos los espectáculos, tan casi industrial, hecho en serie, que ya sabes lo que te va a ofrecer en su conjunto. Sin embargo, si un término nunca falla en su descripción es éste: ¡espectacular! Esto, por sí solo, ya es garantía para cualquier audiencia para soltarse en un rato de felicidad, y contagiarse de su genuina y eterna alegría