El grito

La obra de teatro El Grito, escrita por Itziar Pascual y Amaranta Osorio bajo la dirección de Adriana Roffi y representada en el teatro Fernán Gómez Centro Cultural de la Villa, nos muestra una historia basada en hechos reales de una mujer llamada Ayna que lucha por la verdad durante ocho largos años.

Ayna es una mujer normal que tras una serie de acontecimientos que suceden de improviso en su vida, pasa de la felicidad suprema en la que se encuentra al estar enamorada y con la ilusión de formar una familia con el hombre al que ama, a vivir una situación crítica en la que todo se vuelve en su contra. Ayna, se ve obligada a perder el trabajo coaccionada por su pareja -hombre celoso, inseguro y con problemas mentales- para hacer frente a la maternidad. La persona a la que ama, Rubén, empieza a mostrar su verdadera cara con el tiempo y termina dejándola con dos hijos, sin trabajo y sola ante una sociedad que en vez de apoyarla y ayudarla, la desprecia, poniendo en tela de juicio la verdad por ser una mujer que seguro tenía otras pretensiones y que es capaz de mentir para conseguirlas. A todo ello se suma la negligencia de una clínica privada de renombre que hará todo lo posible porque su error no salga a la luz.

Gracias a mujeres como Patricia, la abogada de oficio que le es asignada y le apoya hasta el final, a su madre, con la cual además lucha contra el Alzheimer, y a ella misma y a su gran fortaleza, logra gritar la verdad a todo aquel que se la negaba, probando que eran otros los que se habían equivocado y no querían admitir su error y la verdad.

Esta obra muestra una vez más, historias reales de grandes mujeres que contra viento y marea han luchado por sus derechos, por la verdad y por la justicia que se les ha negado de primeras al encontrarse en desigualdad.

 

La necesidad del teatro, del arte, de la cultura, de toda expresión bella que abriga y acoge grandes discursos de fondo y superficie es lo que, finalmente, ayuda a la sociedad a drenar sus procesos, perdonar sus errores, seguir adelante, evolucionar. Es por eso que la obra El Grito, de Itziar Pascual y Amaranta Osorio, estrenada en el Teatro Fernán Gómez, se convierte en imprescindible. Basada en hechos reales, esta función encajada sin esfuerzo en las fechas conmemorativas del 8M, recoge los hechos de una mujer que soñó con tener una familia y, por esa sucesión demoniaca de casualidades, ese sueño se concreta en una pesadilla que le deja a la deriva, sola, luchando sin descanso en una batalla judicial eterna que, y como moraleja y a modo de espóiler, acaba venciendo. No es así la victoria lo que cuenta esta producción, sino esa fortaleza que te mantiene en pie durante años para sacar adelante tus ideales, proteger a tu familia, pero sobre todo para hacer justicia para los que vienen detrás. A pesar de una escenografía floja y de un electo actoral no brillante, el relato tan actual y espinoso encaja, envuelve, captura. Bravo a todas esas mujeres que cada día se enfrentan al sistema para darle la vuelta y encarrilarlo a hacia una propuesta más justa de lo que queremos ser.

Esta historia basada en hechos reales, nos narra la historia de Ayna,  dejando en el espíritu del espectador un sabor sumamente dulce entremezclado con una profunda reflexión acerca de esta nuestra sociedad y de los obstáculos que, la misma, interpone cada día a muchas mujeres.

En mi opinión, un texto bien llevado a cada punto vital para la comprensión y desenlace de la representación con unos tiempos y unos cambios que evocan una sorpresa y una atención constante por parte del público, impulsados por la presencia actoral, la cual, me pareció de admirar en determinados puntos álgidos de la historia; realizando un paso en el tiempo y en la trama en escasos segundos, denotando gran profesionalidad, un manejo de recursos interpretativos bastante buenos y una gran dirección. Una historia en la que se ensalza la verdad por encima de todo y la presión por demostrarla. Una puesta en escena simple (pues no se requiere una gran escenografía para contar una gran historia) con un juego de luces que arropa en todo momento la situación de escena y sus cambios.

Destacar al personaje de Patricia , el cual, me pareció la viva imagen de la fortaleza en tercera persona, el valor por perseguir una causa que muchos hubieran dado por perdida y los principios de su persona por encima de todo, actuación impecable. Y por otro lado, a la madre de la protagonista, destacando una actuación sobresaliente con un manejo corporal desde el inicio de la obra impecable que, la actriz, va modificando en pequeñas dosis, que aún así son sumamente notables, dando un desarrollo y una evolución al personaje digno de aplaudir sobre todo de cara al final.

En términos generales, una representación dirigida por Adriana Roffi muy personal, muy íntima y con una fuerza que decaía ligeramente con la aparición del personaje de Rubén. Un acierto la apuesta del Fernán Gómez con esta rompedora historia, en la que hace entrever cuanto camino queda por recorrer de cara al futuro de las mujeres de ayer y de hoy. Pues, el mundo está lleno de Aynas que de un grito liberarían su verdad esperando ser respaldadas y creídas en primera instancia.

BRAVO.

"El tiempo a veces es de acero y a veces de lana..."