La Leyenda del Titanic, la exposición inmersiva

¡Chuuuuuu chuuuuuu! Último aviso para los viajeros del Titanic con destino Nueva York. Este gigantesco barco está a punto de zarpar.

No se preocupen si no han conseguido billete en primera clase. En el metaverso hay sitio para todos. Prepárense para disfrutar de un viaje de unos 90 minutos por el fascinante mundo del barco más trágico y famoso de la historia.

En esta exposición podremos disfrutar de representaciones virtuales de los músicos del Titanic, una visión de todo su esplendor y majestuosidad en la sala inmersiva y un precioso paseo por el metaverso de sus camarotes, salones, cubiertas e incluso sala de máquinas. Divertido, impactante y recomendable para todo tipo de públicos.

Domingo por la tarde, previo al inicio del cole. Mi mujer, mi hijo de 7 años y yo decidimos embarcarnos en el Titanic.

Era la primera vez que mi hijo tenía una experiencia con la realidad virtual y ¡salió completamente emocionado! Me parece un planazo para la familia, eso sí, no lo recomiendo para niños más pequeños de esta edad.

El principio es muy interesante. A pesar de que todos conocemos la historia del gran buque, ya sea por el cine o por la historia, la exposición consigue aportar datos desconocidos. Recorres varias salas en las que varios paneles explican todos los detalles sobre los orígenes del barco, rescatan las historias de los españoles que viajaron a bordo y muestras objetos recuperados tras el naufragio. No se hace nada largo ni pesado para los niños y se agradece entrar en contexto.

Lo que más nos gustó fue la sala inmersiva. ¡Sientes de verdad que estás navegando! Hay momentos muy bien conseguidos. Se recrea muy bien el choque con el iceberg pero la proyección no es nada dramática. Verdaderamente me parece un acierto cómo se cuenta una historia tan trágica sin caer el dramatismo.

Pero el plato fuerte es, sin duda, la sala del metaverso. Gracias a unas gafas de realidad virtual, puedes recorrer el fabuloso Titanic desde la cubierta hasta la la sala de máquinas, pasando por los camarotes de tercera, segunda y las salas de lujo de la primera clase.

Tanto si ya has tenido experiencias previas en otras exposiciones, como si es tu primera vez, es muy muy recomendable. Nos encantó.

Nos llevamos una foto de recuerdo (gratuita) de una tarde diferente.

Arranca la temporada de estrenos en Madrid con la exposición de “La leyenda de Titanic”, una experiencia sin escenario, pero con un aire muy teatral.

Si eres de los que disfruta con los detalles, esta es tu exposición: tendrás mucho que ver, algo que leer y, en especial, mucho con lo que emocionarte.

Hay que reconocer el empeño de la empresa por crear una buena ambientación: desde que pones un pie en la nave de Matadero, te sumerges de lleno en el mundo del famoso barco, a través de restos originales y una escenografía, y un diseño de luz y sonido que te hacen entrar en atmósfera rápidamente.

El recorrido comienza con unas pinceladas de historia: unos paneles repletos de anécdotas fácilmente googleables, y bien presentadas. Aprovecho para dar las gracias por facilitar la lectura con párrafos cortos, precisos y letra bien grandota. ¡¡Los que peinamos canas también merecemos disfrutar las expos!!

La primera sala interactiva está dedicada a los músicos que permanecieron tocando hasta casi el final del hundimiento. Es una experiencia sin grandes alardes de diseño, pero resultona. La música nunca falla.

En las siguientes salas la experiencia interactiva se intensifica. No voy a desvelar más. Yo te recomiendo que la disfrutes y aparques el móvil. Más tarde, en segunda vuelta, ya te sacas el selfi de turno, si es que no puedes vivir sin él.

Ten en cuenta que de recuerdo te puedes llevar un retrato al más puro estilo DiCaprio/Winslet en la memorable escena de la proa. Tendrás un superefecto de viento huracanado a lo Beyoncé, que es “lo más”, siempre y cuando lo sepas manejar con gracia. Yo tuve la desgracia de tener una rebelión peluda y, en vez retratarme como una diosa surcando los mares, en la foto más bien parezco Chewbacca a punto de ser lanzado por la borda. Qué se le va a hacer.

 

***

TE VA A GUSTAR

Si quieres una pizca de cultura, pero no como la cuentan en los museos.También te la recomiendo si eres fan de la historia del Titanic, un hecho histórico tan triste, pero a la vez icónico y magnético.

Vivir una experiencia inmersiva con Madrid Artes Digitales siempre merece la pena (tengo muy buen recuerdo de POMPEYA), y hacerlo a bordo del Titanic para redescubrir su historia y vivir en primera persona cómo pudo ser aquel famoso naufragio, desde luego que merece la pena.

En La leyenda del Titanic descubrimos los detalles de uno de los barcos más lujosos construidos hasta la fecha y de su viaje inaugural que terminó en tragedia la noche del 14 de abril de 1912. También conocemos las historias de algunos españoles que vivieron la tragedia, veremos objetos reales del barco (que no fue descubierto hasta el año 85), y, gracias a las tecnologías de realidad virtual, recorremos sus galerías y camarotes -de diferentes clases-, conocemos a algunos de sus pasajeros e incluso al capitán. Seremos testigos del terrible accidente que provocó su hundimiento y su orquesta, tocará para nosotros durante un homenaje virtual que consigue ponernos los vellos de punta. ¡La sala de metaverso, absolutamente genial!

Cualquiera que haya visto la película de Titanic, dirigida por a James Cameron, puede hacerse una idea de la dimensión de aquella tragedia, pero La leyenda del Titanic nos da la oportunidad de sentirnos como un pasajero más de aquel barco histórico. El resto de la experiencia, merece la pena que la descubras en primera persona… ¡Buen viaje!

Esta exposición nos trae de nuevo la fascinante historia y trágico final del Titanic, sus enigmas, sus personajes, sus lujos y miserias.

Durante más de 90 min vas conociendo diferente información sobre los orígenes del barco, pasajeros españoles que iban en él y cual fue su destino, historias sobre su creación, mitos y maldiciones, actos heroicos, etc.

La entrada ya simula el acceso al barco con maletas preparadas para embarcar. Una primera sala te cuenta, a través de paneles, diferentes historias del barco, con recreación de cómo era la sala de embarque y los ascensores que llevaban a las distintas  plantas, así como trajes de la época de los pasajeros de 1ª clase.

En un segundo momento, a través de gafas de realidad virtual, se hace un bonito homenaje a los músicos del Titanic, que no cesaron en su empeño de tocar hasta el último momento. Sin duda, entras a sentirte parte del viaje y conmueve mucho ver como la música rodea un acontecimiento tan dramático.

Posteriormente la sala inmersiva te mete de lleno en el Titanic, no solo navegando en él y sus grandes salones, sino en sus orígenes cuando se estaba construyendo antes de su puesta a flote. Más de 30 proyectores, perfectamente sincronizados, muestran en la gran sala diferentes momentos que te hacen sentir, como auténtica protagonista, lo que allí se debió vivir.

Su punto final es el metaverso, donde, con las gafas de realidad virtual y moviéndote por su  gran sala, puedes ver diferente situaciones. Una primera donde, desde un submarino, observas  el actual Titanic hundido en el fondo marino. Tras ello, te transportas al siglo pasado, a su primer y único viaje en 1912, interactuando con otros pasajeros de realidad virtual, atravesando diferentes espacios, salones, habitaciones de 1ª y 3ª clase, la sala de calderas, la cubierta, etc.

Pese a todas las películas y documentales creados y que todos hemos visto, sin duda, esta exposición te lleva un paso más allá, sintiendo de una manera muy real, lo que se debió vivir esa fatídica noche. Una actividad divertida y diferente para todos los públicos, muy recomendable.

Fue un plan en familia, con mi marido y mis dos hijas de 9 y 12 años, desde que entras todo esta ambientado, como si nos embarcáramos en un barco, en el Titanic. Creo que es importante leer todos los carteles que tienes desde el primer pasillo por donde entras, porque si no te perderás alguna curiosidad o dato que posiblemente no sepas; si vas con peques, y se cansan de leer, hazlo tú por ellos, para que no se pierdan nada de este gigantesco barco para su época, ¿el primero de estas dimensiones? quizás sepas la respuesta y si no fuera así, en la exposición lo descubrirás. Y sobre todas las personas que se embarcaron en él, algunos para para demostrar que podían pagar un carísimo billete de primera clase, y los pasajeros de tercera y segunda clase, que con mucho esfuerzo se pudieron embarcar, persiguiendo un sueño, que pocos de estas 2 clases pudieron alcanzar, por....... no hay una única teoría.

Desde la primera sala podrás sentirte que ya estas dentro del Titanic, dan ganas de subirse a uno de los ascensores (ya lo entenderás). Después tendrás una sala donde te sentaras en una silla y con gafas de realidad virtual, de repente estarás en el mar. Luego viene la gran sala de proyección, donde sientes, sin moverte, que navegas en el Titanic, y como éste gran barco se hunde. Y por último con gafas de realidad virtual podrás caminar por las distintas estancias de este fabuloso y misterioso barco. Para terminar con una foto al estilo Leonardo Dicaprio y Kate Winslet, para que te vayas con un bonito recuerdo.

Mi hija pequeña y yo, habíamos estado en inmersión en Pompeya, y aunque la primera vez que vas, te impresiona más, no deja de hacerlo por ir de nuevo, porque lo estructuran de otra manera, y lo que vas a ver es diferente, yo diría que incluso mi hija lo disfruto más. En cuanto a mi marido y mi hija mayor, que era su primera vez, tengo claro que les sorprendió y volverán.

 

Una tarde de sábado cualquiera se convirtió en una fabulosa experiencia. Esta exposición inmersiva sobre el famoso barco nos acerca a la historia más allá de la conocida película.

La visita, aunque mayormente de entorno digital, comienza con una sala en la que se pueden conocer las historias de los españoles y españolas que formaron parte del fatídico viaje. Este espacio, con objetos y explicaciones, fue uno de los más interesantes, a pesar de ser más "clásico".

Tras este inicio, la sala de realidad virtual nos ofrece la calma de los inquebrantables músicos, que aguantaron hasta el momento final acompañando con su sintonía al resto de pasajeros. Quizá, esta sala fue una de las que menos me gustó, ya que comparé la experiencia con lo que viví en la exposición de Tutankamon.

En tercer lugar, la sala inmersiva contaba la historia de un padre y su hija. En este caso me encantó el desarrollo de la idea para explicar cómo era la vida en las diferentes clases.

Aunque, sin duda, el espacio metaverso, al final, es la joya de la corona. La tecnología de vanguardia de la exposición permite a los visitantes una inmersión sensorial total. Esta experiencia única nos da la posibilidad de caminar por los elegantes pasillos de primera clase, explorar los camarotes de lujo y admirar el esplendor del gran salón comedor, incluso descender a las calderas y salas de máquinas.

La exposición logra, de manera respetuosa, que el público reflexione sobre la fragilidad de la vida y la grandeza del espíritu humano frente a la adversidad. Una experiencia inolvidable que combina historia, tecnología y emociones profundas.

Nunca pensé que Matadero pudiera convertirse en un puerto y que desde allí pudiéramos embarcar en la navegación más mítica de todos los tiempos: El Titanic.

Que no te confunda la película… En este viaje no encontramos a Leonardo DiCaprio, ni a Kate Winslet, ni Céline Dion le pone banda sonora a nuestro paseo de popa a proa; sino que recorremos la memoria real de un naufragio que ha dejado una huella imborrable en la historia.

Anécdotas, recreaciones, una pequeña orquesta de cuerda que emociona y mucha realidad virtual. Eso es lo que encontraremos en esta exposición inmersiva, en la que podrás conocer los diferentes camarotes, escuchar las conversaciones del resto de pasajeros e incluso revivir el trágico choque del iceberg, con una ilusión óptica que “asusta” por su veracidad.

Sin duda, una experiencia diferente en alta mar que te hará navegar por el pasado desde la tecnología del futuro.

En la Nave 16 del Matadero está instalada hasta el final de octubre la exposición inmersiva La Leyenda del Titanic. Siguiendo la estela de otros proyectos similares ("Tutankamon", "Los últimos días de Pompeya"), Madrid Artes Digitales se ocupa esta vez de llevar al espectador a las entrañas del Titanic, de recordarle su trágica historia y de mostrarle algunos de los múltiples secretos que aún conserva la historia de este coloso del mar. La exposición sigue teniendo vigencia, pues la historia de este transatlántico sigue resultando fascinante a pesar de que han pasado ya más de cien años desde que se produjera el hundimiento el 14 de abril de 1912. Porque el  Titanic se ha convertido en metáfora de los afanes colectivos e individuales, de las esperanzas y los fracasos.

La exposición cuenta con la ventaja inicial del interés que suscita de por sí la historia del lujoso y fallido barco. Los responsables de la producción -Nacho Ares, como guionista, Fernando José García Echegoyen, como curador, y Rene Merkelbach, como compositor- han seleccionado y ordenado elementos con un doble objeto: que el espectador salga con la sensación de conocer más a fondo la historia del barco y, a la vez, que sea capaz de sentir el "espíritu del barco". Creo que en lo primero han acertado más, pero en lo segundo no tanto. En la parte más didáctica, hay muchos paneles con información sintética clara e ilustrativa: de ese modo el espectador conocerá, por ejemplo, que los restos del barco están destinados a desaparecer en unos 25 años a causa de las bacterias marinas; o la parte de verdad en que se fundan algunas leyendas y mitos sobre el hundimiento del barco; o el elevadísimo precio de los pasajes, sobre todo en primera clase (comparables a las astronómicas cifras de los actuales viajes espaciales); o la injusticia y el clasismo que se produjo en la elección de quiénes ocuparían los botes salvavidas. En esta misma parte expositiva, resulta también curiosa e interesante la muestra de objetos del barco, algunos originales y otros réplicas, algunos con los nombres y las fotografías de sus propietarios, con atención especial a  los españoles. No falta en la exposición la posibilidad de la foto cinematográfica del espectador en la quilla del barco, con el pelo al viento merced a dos potentes ventiladores. El peso más importante de exposición se lo llevan, sin duda, los recursos tecnológicos. La creación musical en 3D de homenaje a los músicos de la orquesta del barco consigue emocionar. La experiencia "inmersiva" que tiene lugar en una de las grandes salas del teatro, hace que el espectador en ciertos momentos se sienta dentro del barco, si bien el relato de la historia de la niña curiosa y el padre resultan poco creíbles. Y otro tanto ocurre con los personajes del "metaverso" del Titanic, tan de cartón piedra, tan rígidos, que contrastan tanto con las emocionantes imágenes reales de los restos del barco hundido en las profundidades. La sensación final es que el espectador ha aprendido algunas cosas, pero quizá no las ha sentido.