Para los aficionados al teatro esta época supone un punto y aparte, cambiando uvas y campanadas por un buen chapuzón, pero este sería el equivalente a nuestro final de año. El caso es que, llegado Julio, echamos la vista atrás, miramos nuestras agendas teatreras, recogemos los programas de mano acumulados y hacemos balance de lo que nos ha parecido la temporada.
Este año nuestro equipo de colaboradores y colaboradoras ha crecido; un buen ramillete de voces dispares que nos han ido recomendando qué ver. Entre ellos podemos encontrar desde profesionales de las artes escénicas hasta público con hambre de teatro, amantes de la vanguardia y de lo comercial, espectadores a los que no les mueven los mismos gustos, artistas o disciplinas; ahí es donde consideramos que radica el interés por escuchar sus impresiones, que vienen dadas bajo un punto de vista absolutamente personal. Ahora les hemos pedido que tracen su particular dibujo de lo que ha supuesto esta temporada y nos cuenten qué ha sido lo más relevante, para bien o para mal, de todo lo que han visto.
El teatro madrileño me ha dejado sorprendida por las obras que hay en cartel, pero principalmente por sus escenarios. De los más grandes a los más íntimos, de los más decorados a los más simples. Y quiero destacar tres: el Teatro del Barrio en Lavapiés, el Teatro Pavón y el Teatro del Canal. Incluso me quedo corta porque hay tantos otros que logran tal cercanía con el público que suman información y emoción para cada interpretación.
Una obra de una obra, eso es El tratamiento. Uno de los primeros espectáculos que vi en Madrid. Y hago referencia a esta obra porque hoy está en cartel, con una novedad en el elenco: Aura Garrido (El Ministerio del tiempo) que sustituye a Bárbara Lennie. El público se refleja en cada uno de los personajes en un intento por montar un proyecto cinematográfico y transita por diferentes estados: risas, reflexiones y emociones.
Otro espectáculo que me cautivo fue Diario vivo: historias reales del ámito profesional contadas por los mismos periodistas. Algunas más oscuras, con amenazas de por medio, otras que apelaron al humor o la relfexión. Cuando un evento genera debates y cuestionamientos post-función, es una buena señal. Y por último, quiero destacar Tus otros hijos no te olvidan, porque además de ser una puesta en escena grandiosa, en lo personal, fue increíble ver cómo dos actores lograron captar la atención y conmover al público interpretando a distintos personajes.
Será que me gusta más el género dramático, será que las coordenadas se posicionaron para que vea este tipo de obras, pero estoy segura que en la próxima temporada le daré una oportunidad a otros espectáculos, ya sean musicales o de entretenimiento.
La temporada escénica que termina ha estado marcada por varios acontecimientos que en unos casos la convertirán en memorable y en otros casos en infumable.
Varios nombres podrían resumir lo vivido y padecido esta temporada pasada.
- Teatro de la Zarzuela. En un intento de fusión mercantilista, demostró una vez más el poco interés que tienen los políticos por la cultura. Afortunadamente un nuevo ministro que, a priori, parece que sí sabe de lo que habla ha suspendido su absorción. Bravo por los trabajadores de la Zarzuela que pelearon desde el primer momento por evitar esa absorción. Esperemos que le metan un buen meneo al INAEM, porque tampoco es lógico que para barnizar una silla haya que tramitar seis instancias.
- Teatros del Canal. La temporada de Canal ha sido histórica. Aparte de “histerias olímpicas” de las que si te salías eras un apestado, hemos visto montajazos acojonantes, hemos disfrutado del regreso a Madrid de grandísimos nombres y nos hemos arruinado comprando abonos. Yo, por ejemplo, me tuve que comprar uno de 20 y otro de 10 espectáculos porque no me daba para todo. FANTÁSTICO trabajo de Natalia Álvarez Simó y Àlex Rigola.
- En la zona de los grises se han movido los teatros públicos. Temporada olvidable la del CDN y grisácea la del Español. Matadero se ha ido desinflando según pasaban los meses.
- En la zona gélida como siempre el casi total abandono de TODOS los teatros, salvo Canal, a la DANZA. Y la absoluta invisibilidad del circo. El Price, de nuevo, suspenso en promoción del circo.
- Kamikaze ha vuelto a demostrar que es un proyecto admirable y necesario en esta ciudad. Cuidada programación y muy buenos resultados.
- Alfredo Sanzol y Pablo Remón son los dos nombres que más han dado que hablar. Sanzol es el perejil de todos los teatros y Remón ha dado el salto. Ya no sólo le amamos unos cuantos. Al fin se han rendido a sus pies las masas. Lógico.
Creo que lo más destacado de esta temporada han sido los Teatros del Canal, en primer lugar, por la inesperada y, para muchos, incomprensible marcha de Álex Rigola, que presentó su dimisión en protesta por la violencia policial contra ciudadanos catalanes el pasado 1 de octubre. Y, en segundo lugar, por la excelente programación de esta temporada, con la participación de grandes figuras internacionales, entre las que destacan Jan Fabre con el Mount Olympus y Angélica Liddell con su Trilogía del Infinito, quizás los dos acontecimientos teatrales más importantes de la temporada.
Por otro lado, cabe destacar la consagración de uno de los autores y directores más prolíficos y prometedores del panorama nacional, Pablo Remón, con varios y estupendos espectáculos en cartel esta temporada: Barbados, El tratamiento y Los Mariachis.
Y a nivel interpretativo, la consagración también de dos actrices que han demostrado ser mejorcitas en lo suyo: María Hervás, que ha arrasado literalmente con su obra Iphigenia en Vallecas, y Pilar Gómez, un animal escénico que, además, se ha llevado el MAX por su interpretación en Emilia.
- Por hacer de lo pequeño algo gigantesco….. A la Gloria de Lavapiés.
- Por hacer de esta función un ejercicio maestro de lo que significa el teatro…. Ahora todo es noche. La Zaranda se ha superado.
- Por la arquitectura del montaje, algo que nos dejó apabullados al comenzar la temporada… Gross Indecency.
- Por estar ante un modelo de alta costura donde texto, montaje e interpretación encajaban, transmitían y transportaban… Los días de la nieve.
- Por la fidelidad al texto y la brutalidad de las interpretaciones…. ¿Quién teme a Virginia Woolf? en Arte & Desmayo.
- Por su originalidad y transportarnos hacia un teatro nunca visto…. Dead Town en Naves Matadero.
- Por divertida, original y bien interpretada…. El Tratamiento.
- Porque llevábamos mucho tiempo esperándola y no nos defraudó…. Llueven Vacas.
- Por saber contar tan bien una historia tan difícil, hermosa y desequilibrada…. Solo creo en el Fuego en el Umbral de Primavera.
- Por la brutalidad de las cuatro bestias pardas que se subieron al escenario… Ensayo.
- Y porque sin lugar a dudas es el musical del año…. Billy Elliot.
Para mí, y probablemente para muchos de los teatreros entusiastas de la capital, lo más destacado de la cartelera madrileña durante la temporada 2017-18 lo ha acaparado la apabullante programación de Rigola/Álvarez Simó en los Teatros del Canal, con la creación de los abonos que, aparte de abaratar considerablemente el precio de las entradas, ha permitido a los abonados la compra con antelación de las entradas, y ver allí lo que se hace en la escena en otras latitudes sin movernos de la butaca; el regreso de Angélica Liddell con la Trilogía del Infinito, Rocío Molina y Silvia Pérez-Cruz y su work in progress Impulso, Peeping Tom y su alucinante Moeder, la celebérrima Mount Olympus de Jan Fabre, Roses de Anne Teresa de Keersmaeker, Thomas Ostermeier, Los Mariachis de Pablo Remón, y el Mammón, del Nao Albet y Marcel Borrás. Es una pena, por otra parte, que la trilogía Todo por el dinero, proyecto conjunto del Teatre Lliure y La Brutal del que Mammón forma parte, con el actor Manel Sans como Dylan Bravo como hilo conductor, no tenga continuidad esta temporada.
En el CDN, por el contrario, y aparte del ciclo Una Mirada al Mundo, lo mejor han sido algunos de los Escritos en la Escena en la sala pequeña del María Guerrero, destacando F.O.M.O., del Colectivo Fango. Y también en la sala pequeña, pero del Valle-Inclán, Primer Amor, de Samuel Beckett, con dirección de Àlex Ollé e interpretación de Pere Arquillué. Por desgracia, me perdí Divinas Palabras Revolution del Centro Dramatico Galego.
Lo que más recuerdo en el Teatro Kamikaze es Ostia y TebasLand, de Sergio Blanco, e Iphigenia en Vallecas, con una María Hervás inmensa en el Ambigú, así como el teatro de fantasía y ciencia ficción de José Padilla y sus Las Crónicas de Peter Sanchidrián.
En el Teatro Español, lo más destacado para mí ha sido la siempre esperada y deseada visita anual de La Zaranda, esta vez con Ahora todo es noche, y la perfección del montaje Le Fureur de ce que je pense de la canadiense Marie Brassard.
En la Cuarta Pared y dentro del Festival de Otoño a Primavera, la Companhia do Chapitô, con sus Edipo y Electra, ha vuelto a encantarnos.
Por desgracia, no dispongo de espacio y me estoy olvidando de un montón de cosas de esta temporada teatral en donde sin duda ha destacado, como yo ha dicho, la programación del Canal.
Reconozco que este año he estado un poco apartado de los patios de butacas, pero hago este comentario sobre una impresión general. El comienzo del año ponía el objetivo teatrero en la programación de los Teatros del Canal y… poco más. Parece, y vuelvo a esa impresión general, que la temporada ha estado un poco descafeinada, quizá la llega de Mount Olympus ha eclipsado todo lo demás. Prefiero quedarme con la idea de que ha sido una temporada de tránsito para llegar a una espléndida 2018-2019 que ya, a dos meses de empezar, apunta maneras.
No he tenido la oportunidad de ver demasiado esta temporada, pero lo que más destacaría sería el concierto sinfónico de El Médico, y Las Chicas del Zapping.
Dos opciones musicales pero muy bien estructuradas, que enganchan al espectador desde el minuto uno. La primera, el concierto del musical de El Medico con una puesta en escena abrumadora para ser «tan solo» una presentación de lo que probablemente será un espectáculo del que todo el mundo hable en cuanto se estrene en su formato musical.
Y la segunda, Las Chicas del Zapping, una comedia genialmente interpretada por cuatro animales del ritmo que controlan a la perfección su trabajo, de playback, sí, pero eso requiere un enorme esfuerzo y muchas horas de ensayo. Mantiene al público sumido en una sonrisa y un estado de buen rollo desde el comienzo, y cuando acaba piensas: «Oh!, ¿Pero ya?»
- La programación de los Teatros del Canal, que nos han traído un rosario de acontecimientos de primera línea en una temporada: De la grandiosa maratón de Mount Olympus a la deliciosa pieza de Oligor/ Microscopía, al Vania de Rigola o gamberradas tan estimulantes como Mammon o Los Mariachis.
- Pablo Remón en racha con El Tratamiento y Los Mariachis, tras Barbados, etc.
- La impactante, respetuosa (y muy libre a la vez) Bodas de Sangre de Pablo Messiez, para mí el espectáculo más brillante que ha pasado por el María Guerrero en mucho tiempo.
- Los Juguetes rotos de Carolina Román y los Dados de José Padilla.
- La hilarante y virtuosa Cía. do Chapito con Electra y Edipo en el Festival de Otoño a Primavera.
- Scratch, un personalísimo, emocionante y sincero trabajo de Javier Lara con Fernando Delgado-Hierro.
- Los intérpretes de Ensamble, Hijos de Grecia, poniendo su vida y su herencia al servicio de la creación colectiva
- Be Legend!, de Cia. Sotterraneo, en Clásicos en Alcalá y Bestie di scena, de Emma Dante, en Una Mirada al Mundo. Italia en escena.
- Los hombres tristes de Juan Jiménez Estepa, con una divertida y brillante Julia Olivares, en Teatro Lagrada. Una de las mejores sorpresas del off.
- El regreso de La Zaranda, reyes de su espacio de libertad, que no es otro que un escenario, con Ahora todo es noche.
¿Y tú? ¿Qué destacarías?.
Texto y Fotos José Antonio Alba