Atrapadas en la ofi

Tristemente la mayoría de las personas vivimos con la esperanza de que cada semana llegue el Viernes, y de perder de vista por dos días esas cuatro paredes que nos mantienen atrapadas de alguna manera semana tras semana. ¿Y qué pasaría si por inclemencias del tiempo nos quedásemos atrapados en ese espacio que estamos deseando abandonar y rodeados de personas que aunque veamos todos los días, son en realidad auténticos desconocidos e incluso personas que queremos perder de vista? Así es como se plantea nuestra tarde de Viernes en la oficina ubicada en la Sala Lola Membrives del Teatro Lara, que siempre tiene un algo especial y en la que por su forma y tamaño, puedes sentir a los actores en este caso casi como compañeros de trabajo.

La obra "Atrapadas en la ofi" dirigida por Sara Pérez y Emmanuel de Martino, nos muestra a cuatro personas que trabajan en la misma empresa. Quique -Joselu López-, el chico de los recados, Mariana -Noelia Marló-, la recepcionista de la oficina, Sebastián -Sam Gómez- el CEO y Pilar -Paula García Lara- la directora de Recursos Humanos, quedan atrapados en la oficina debido a una gran tormenta. Son cuatro personas muy distintas entre sí y quizás, son personajes un poco estereotipados pero que representan con mucho acierto a algunos tipos de personas que nos podemos encontrar en nuestro día a día: un jefe narcisista y machista que parece que se come el mundo; una recepcionista feminista reivindicadora de sus derechos y que se la ve un poco amargada; la directora de rrhh, que parece vivir en la empresa y que tiene frases motivadoras e ideas innovadoras para mejorar la vida de los empleados que parecen sacadas de algún chiste; y por último, un chico despreocupado que parece que todo le resbala y que vive feliz consigo mismo, a pesar de ser al que menos se le valora en su trabajo. Estas cuatro personas son obligadas por la circunstancia a convivir entre ellos más horas de las que desearían, y se va viendo como queda totalmente patente que a pesar de compartir muchas horas juntos no se conocen ni saben nada los unos de los otros. Pero esta vez no les queda otra que relacionarse para intentar salir de allí y gracias a ello, los personajes van evolucionando y acercando posturas, hasta llegar a mostrarnos que se parecen más de lo que parece y que comparten sentimientos muy similares aunque desde perspectivas diferentes.

Los cuatro actores hacen un trabajo en el escenario espectacular, y gracias al tipo de sala se aprecia de forma especial cada uno de sus gestos, expresiones, emociones...pero es que además cantan canciones de los ochenta y bailan que es una pasada. La obra está repleta de notas de humor que te hacen reír mucho y mensajes subliminales que invitan a la reflexión.

La verdad que siendo sincera creo que lo que menos le hace justicia a esta obra de teatro es su título, pero me lleve una gran sorpresa al verla y recomiendo mucho quedarse con ellos encerrados un Viernes tarde en la oficina.

 

 

 

Esperando a la persona que me acompañaba para ver esa tarde "Atrapados en la ofi" le dije: No te preocupes si estás cansada, es una obra para reír y no pensar mucho. ¡Qué equivocada estaba y qué bonito es descubrir esta joyas de pequeño formato!

Imagínate: es viernes por la tarde, estás a punto de salir disparado del trabajo cuando, ¡zas!, una tormenta cae sobre Madrid y te deja atrapado en la oficina con tus compañeros más peculiares y sin móvil ni internet. En este mundo, cada vez más conectado en el peor sentido de la expresión, a veces necesitamos calma y mirar a los ojos a aquellas personas con las que compartes gran parte de tu jornada. Puedes descubrir muchas cosas que no te dice San Google o un CV.

¿Y si además le añadimos música de los 80 adapta y muy bien ejecutada? La puesta en escena es simplemente brillante y los actores son como un cóctel explosivo de talento y diversión. Prepárate para una montaña rusa emocional que te dejará con una sonrisa de oreja a oreja.

Cuando salí de la Sala Lola Membrives, me arrepentí de la frase que dije antes de entrar. Desde luego, piensas, y mucho, pero también te ríes y lloras. ¡Incluso te prometo que vas a bailar! Te garantizo que será una experiencia que recordarás durante mucho tiempo y que te hará decir: ¡Viva el teatro y los viernes en Madrid!

Una gran tormenta deja sin cobertura a la ciudad de Madrid en pleno viernes por la noche. El sistema eléctrico también falla, y cuatro empleados quedan atrapados en la oficina. La situación perfecta para que la banda sonora de los ochenta irrumpa en escena y convierta esto en un número musical con super canciones como "Take on me" o Let the river run".

Bajo la dirección de Emma de Martino y Sara Pérez, los cuatro protagonistas, con una interpretación sublime, convierten a la sala Lola Membrives del Teatro Lara en un musical de pequeño formato pero con grandes toques cómicos. Ya sabéis que el escenario de esta sala permite que el público esté más cerca del actor de lo normal, que sin atravesar la cuarta pared te conviertes en parte de la escenografía, y en esta ocasión la disposición del espectador ejerce más presión por todos los lados del escenario intensificando la idea para los actores de estar aprisionados, y así, irán desnudando sus miedos y frustraciones, entre canción y canción.

Un texto inteligente, sencillo pero efectista, combinado con una escenografía muy acertada, darán rienda suelta a las emociones de estos empleados, durante muchos años calladas, con canciones interpretadas en directo, en español y en inglés. No hay trampa ni cartón, son excelentes actores, todos, los cuatro: Joselu López, Paula García Lara, Sam Gómez y Noelia Marló.

Y además son excelentes cantantes. Un coctel perfecto para disfrutar el 100% de este musical.

¡No os lo perdáis!

 

 

Vivimos deprisa y con el piloto automático encendido. Esto a veces nos impide salir de la "rueda de hámster” que nuestro puesto laboral, o por extensión la vida, nos impone. Pero en ocasiones la vida nos sorprende con un cambio de guion y nos obliga a parar. Mirar más allá de la pantalla. Soltarnos el pelo. Quitarnos los tacones. Arrancar etiquetas. Sacudir prejuicios. Preguntarnos quién ese compañero junto al que trabajamos cada mañana. Sus gustos, sus preocupaciones, su ansiedad, sus talentos… Descubrir la persona que está detrás del jeta de tu jefe o incluso la estirada de recursos humanos. A veces se nos olvida que detrás de los “puestos” de trabajo hay personas.

El problema es cuando ese cambio de guion, llega en el momento más inoportuno. Cuando #PorFinEsViernes.

Pero tranquilos, Atrapadas en la Ofi no es, en principio, una obra profunda y filosófica en torno a nuestro ritmo vital o nuestro rol en el entorno laboral (aunque nos hará reflexionar, seguro). Atrapadas en la Ofi es una obra amena, divertida, con mucho ritmo en la que te lo pasarás bomba. Una comedia salpicada de chascarrillos de oficina que te arrancarán más de una sonrisa porque lo podrías haber escuchado esta misma mañana en la tuya. Si perteneces a la generación del teletrabajo post pandemia y trabajas en casa, es posible que hasta sientas nostalgia de aquellos momentos en la ofi que daban tanto juego. ¿Quién no se ha puesto alguna vez a cantar o bailar en el trabajo? A veces el trabajo dignifica y otras veces… rotundamente no. Ya lo verás cuando vayas a la oficina de la sala Lola Membrives del Teatro Lara y te quedes encerrado con Sebastián, su venerable director, con la motivada Pilar de RRHH, Mariana la recepcionista amargada y el pasota de Quique, el chico de los recados.

Si eres un nostálgico de los 80, Atrapadas en la Ofi te encantará porque parte de la historia se cuenta y se canta a ritmo de los éxitos internacionales de aquella época. ¡Y muy bien interpretados por Paula García, Joselu López, Noelia Marló y Sergio Campoy!

Si algún jueves sales cansado de un duro día de trabajo, te animo a que cambies el guion. No te vayas a casa. Compra las entradas para Atrapadas en la Ofi en Teatro Madrid y déjate llevar por el ritmo de este equipazo de La Coja Producciones. ¡Vas a pasártelo bien!

Simpático espectáculo que nos mete de lleno en el día a día de una oficina cualquiera de Madrid con unos personajes muy reconocibles para cualquiera que haya pasado 40 horas semanales (o más) encerrado entre papeles, ordenadores y teléfonos.

Como si de un Gran Hermano se tratara, el trabajo da paso al experimento sociológico cuando un encierro accidental hace que la pija, la hierbas, el quinqui y el jefazo, se vean obligados a interactuar más allá de sus obligaciones diarias.

Situaciones disparatadas, sentido del humor, unas actuaciones impecables y unos cuantos temazos ochenteros (algo metidos con calzador) hacen que la receta nos deje un muy buen sabor de boca y una sonrisa en la cara que nos acompañará un buen rato.

Como punto mejorable, no para la representación, sino para el teatro, las columnas entre "butacas" que dificultan la visión en muchos casos. Y sí, digo "butacas" entre comillas porque son más incomodas que unas sillas de oficina y en algunos casos hay que hacer juegos malabares para acceder, casi saltando, al lugar que nos haya tocado ocupar.

Salvando este último detalle, después de ver Atrapadas en la ofi, casi estoy deseando que llegue el lunes para ver a mis compañeros de trabajo y recomendarles que vayan también a verla.

 

Un día leí un frase por internet que decía algo así como que las oficinas son ese lugar extraño donde un chico de veintipico se terminaba haciendo mejor amigo de una mujer de cincuenta. Y en ese momento, pensé que la frase era muy real. Quizá eso no ocurre tan comúnmente en otros contextos porque hay abismos generacionales, de clase, de género e incluso de valores que nos ponen un muro que nos impide acercarnos a un otro distante de lo que pensamos que somos. En la oficina no nos queda otra que relacionarnos con esa mujer de 50, ese hombre a punto de jubilarse o esa persona con un contexto sociocultural totalmente distinto al nuestro. Y es ahí, donde nos damos cuenta que esos muros son más mentales que reales. Que sus preocupaciones y las tuyas no son tan diferentes y que el objetivo de todos, aunque lo busquemos por caminos diferentes, no es otro que ser felices.

Y eso es lo que muestra está comedia musical, que no importa mucho si eres el CEO o la recepcionista, todas las personas cuentan con sus propios demonios y anhelos secretos. Todo ello acompañado de una banda sonora ochentera que a todos nos resuena y remueve. Los personajes son muy característicos, todos nos identificamos con alguno o con un poco de cada uno. Se ve una gran compenetración entre los actores, que junto con una gran capacidad interpretativa y vocal, da como resultado un espectáculo excelente. Me he reído y emocionado y he salido con el corazón contento.  En la jerga de alguno de los personajes, sin duda es un comfort show, que I totally recomiendo.

Una comedia que no solo entretiene, sino que muestra cómo somos y actuamos en el trabajo.

La propia escenografía de la obra hace que formes parte de la oficina como un personaje más, envolviéndote la historia y atrapándote también a ti.

Son 4 personajes, todos diferentes y en ocasiones antagónicos, pero la obra va mostrando como en realidad se parecen mucho, luchando por cumplir con su cometido laboral, ser felices personal y profesionalmente con lo que tienen o sino buscar cómo conseguir lo que sueñan y anhelan.

Entre los personajes, una divertidísima Pilar, Responsable de Recursos Humanos, que muestra su cara más profesional y sus conflictos personales por su alta carga de responsabilidad frente a terceros. Papel interpretado por Paula García Lara de una manera muy simpática.

Sam Gómez en su papel de Sebastián, CEO de la compañía, interpretando los estereotipos que todas tenemos de las personas que ocupan esos puestos.

La sufrida telefonista/recepcionista es interpretada por Noelia Marló. Sabía que actuaba fenomenal, pero me sorprendió muchísimo lo bien que canta, y las pinceladas dramáticas que tiene su personaje son interpretadas con gran sensibilidad.

Joselu López, en su papel de Quique “chico de los recados” muestra un personaje que en las empresas pasa más desapercibido y, sin embargo, puede ser la persona que más empatiza, escucha y une equipos. Quizá hasta el empleado más sabio, feliz y profundo de toda una compañía. Alguien que tiene lo que necesita y no tiene que demostrar nada a nadie porque ya es feliz con lo que tiene y es.

La música que acompaña toda la obra buenísima, para todos los que vivimos los 80 con la radio puesta a todas horas.