Un pequeño asesinato sin consecuencias juega con las pulsaciones instintivas que subyacen debajo de tres personajes burgueses, civilizados, cultos e integrados en la sociedad, con oficios respetados y respetables, con estudios superiores y vidas acomodadas, con inquietudes y posibilidades de materializarlas.
Pero, ¿qué deseos reprimidos guardan? ¿Existe el crimen involuntario? ¿El asesinato involuntario? ¿La infidelidad involuntaria? ¿Es esa parte, la no civilizada, la más auténtica? ¿Y podemos llegar a ella través de una mentira?
Con todas estas cuestiones se crea una comedia a ratos negra, a ratos de enredo, a ratos salvaje, a ratos incluso absurda, pero tremendamente divertida, sorprendente, y también incómoda, ya que en su artificio nos deja desnudos en nuestra propia contradicción.